Bayly señaló que pensó radicar en Bogota porque la gente lo quiere, sin embargo, se animó por Perú porque están las tres personas que dan sentido a su vida: su madre y sus hijas
La vida de Jaime Bayly depende de un donante de hígado. El escritor y conductor de televisión confesó en su columna del diario El Nuevo Herald que sufre una crisis hepática que podría costarle la vida. Además, añadió que empezará a radicar en Lima porque extraña a sus hijas y a su madre.
«Nunca quise vivir en Miami, yo quería ser un escritor y aquella no me parecía una ciudad propicia para escribir. Este año, mi relación con Miami parece haber llegado a un brusco e inesperado final. He dejado Miami y creo que no quiero volver a vivir allí», señaló Jaime.
Dejó Miami por su enfermedad y sus dos hijas
Tres eventos fortuitos conspiraron para que el polémico escritor decidiera irse de Miami: «una crisis hepática, la descorazonadora mediocridad de la televisión de esa ciudad y el descubrimiento de que mis hijas ya no querían ir ni siquiera de vacaciones. Tal vez fue una crisis de paranoia, pero me sentí rodeado de gente chismosa, intrigante, mediocre, de gente sin país y sin alma», dijo.
«Seguiré viviendo si consigo donante de hígado»
«Por lo visto (y nada de esto estaba en mis planes antes de que mi hígado empezara a cansarse de mí), sólo me van quedando Lima y Bogotá para vivir lo que me quede por vivir (que tal vez no será poco si consigo donante de hígado), para escribir lo que tengo que escribir y para caminar de noche cuando los que trabajan duermen», detalló.
No obstante, lo que escribe Bayly en sus columnas es muchas veces la realidad exagerada del autor, por lo que no se descarta que la confesión no sea cierta.
Líneas más abajo el autor de «No se lo digas a nadie» señaló que pensó radicar en Bogota porque la gente lo quiere, sin embargo, se animó por Perú porque están las tres personas que dan sentido a su vida: su madre y sus hijas.
«Es estúpido seguir viviendo lejos de mis hijas»
«Cuando las abrazo y las veo sonreír y quedo absorto contemplando su belleza, siento que es estúpido seguir viviendo lejos de ellas, viéndolas sólo los fines de semana, siento que el único país en el que quiero vivir son las calles donde vivan ellas, donde pueda verlas todos los días, todos, donde pueda caminar. Cada día sin verlas sonreír es un día perdido en un país equivocado», agregó.
«Soy un apátrida»
«Tal vez soy un apátrida porque no me siento peruano, norteamericano, colombiano o argentino. Mi patria son mis hijas: viviré con ellas, donde ellas vivan, para, con suerte, seguir viviendo en su memoria, cuando mi patria sea una tumba olvidada o los libros (olvidados) que dejaré escritos», subrayó.