El director del Museo y Centro de Investigación Altamira, José Antonio Lasheras, cree que en el mejor de los casos, las visitas futuras a la cueva de Altamira serán «bastante más reducidas» de las permitidas antes de su cierre en el año 2002, cuando la cifra máxima de visitas era de unas 8.800 personas al año (30 personas al día).
«Estamos hablando, en el más grato de los casos, de algunas personas al día, algunos días a la semana y algunas semanas al año», comentó Lasheras en una entrevista en RNE en la que participó Europa Press.
Y en todo caso, también dejó claro que el Patronato de Altamira, celebrado el pasado 8 de junio en Santillana del Mar, «no ha decidido una apertura de la cueva», sino analizar «si se puede abrir y en qué medida, para después decidir al respecto».
Eso es lo que tiene que hacer a partir de este momento el grupo de trabajo designado para estudiar la situación que, de momento, no ha llegado a plantear la posibilidad de visitas experimentales en los próximos meses sobre las que sustentar sus conclusiones y realizar en otoño su propuesta.
Lasheras señaló que la primera reunión del grupo de trabajo fue el día 11 y la próxima será este miércoles, 23 de junio, ya con participación de representantes del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Según dijo, «no se ha decidido el plan de trabajo» y «en ese plan no se ha decidido si serán necesarias visitas experimentales» o si se propone un modelo de visitas y «aplicarlo experimentalmente».
Para conocer las conclusiones del grupo de trabajo habrá que esperar al otoño. Ese es el único calendario que se maneja de momento, porque es el plazo que ha dado el Patronato para que se le remita la información y pueda así «reflexionar y tomar una decisión».
El director de Altamira justificó la necesidad de este nuevo trabajo porque el informe del CSIC sobre la situación de la cueva ha aportado «conocimiento» sobre la cavidad y sus condiciones, pero ahora lo que hay hacer es ver si, a partir de ese conocimiento, se puede desarrollar un modelo que permita acceder públicamente a la cueva.
«Eso es lo que ahora se demanda», un «epílogo», «resolver esa ecuación entre el deseo de acceder y el rigor y la responsabilidad de conservar», argumentó Lasheras, quien consideró que eso «no está explicitado» en el informe del CSIC.
Preguntado por el peso que ha tenido en la decisión del patronato la demanda de la reapertura desde algunos sectores, entre ellos el Gobierno cántabro, el director del complejo Altamira recalcó que cuando se acordó el cierre de la cueva original «se cerró temporalmente» y, por tanto, la «consecuencia» era «continuar con algo parecido a lo que había antes, si era posible».
De hecho, señaló que desde que el Ministerio adquirió la propiedad de la cueva «la situación siempre ha sido la misma», de forma que los cierres «han sido temporales», por alguna razón vinculada a la conservación o al conocimiento de la cueva, y las aperturas «siempre han sido experimentales y también provisionales».
LA «EMOCION» DE ALTAMIRA
En los ocho años que lleva ahora cerrada al público se ha podido comprobar cuál es la oscilación natural de la cavidad a lo largo del año sin visitas. Eso supone una mejora, en la medida en que se conoce mejor la cueva que, además, está menos «estresada». No obstante, las mejoras «no son apreciables a simple vista».
En su opinión, las pinturas de la denominada Capilla Sixtina del Arte Rupestre están «magníficas» y siguen siendo «una visión impresionante y emocionante». Precisamente, la emoción es lo que, a su juicio, diferencia el poder ver la cueva original o la réplica, porque es «lo único que no se puede ofrecer en el museo».
«Lo único que significa la apertura es que algunas personas puedan sentir la emoción de estar en ese lugar tan mítico para la humanidad», resaltó el director de Altamira, que opina que la reacción ante una obra de arte o de la naturaleza, ya sean los Picos de Europa o el Cañón del Colorado, «te la da el estar allí», no verlo en un libro.
Al director de Altamira le gusta que las personas puedan disfrutar del patrimonio y, por eso, le gustaría que todas las personas que han conocido la cueva cántabra a través del museo y los que lleguen en adelante, pudieran «disfrutar de la emoción de estar en Altamira».
Sin embargo, habrá que seguir esperando para conocer el futuro de la cueva y, por ello, frente a la avalancha de llamadas, que colapsaron la centralita del museo el mismo día de la reunión del patronato, se ha colgado una nota informativa en la web explicando que no ha habido un cambio significativo y que se informará oficial y públicamente. La misma información se facilita también a quienes consultan por teléfono.
«LA POSTAL DE CANTABRIA»
Por último, el director de Altamira rechazó que se pueda hablar de «olvido» de la cueva en los años que lleva cerrada. Por el contrario, subrayó que dos millones y medio de personas han visitado el museo en ese tiempo y, de ellos, dos millones eran de fuera de la región. «Altamira sigue siendo la postal de Cantabria y nuestra principal seña de identidad internacional», apostilló.
En cuanto al papel de la cueva en el sector turístico cántabro, recordó que cuando él llegó a la gestión del museo sólo el 1,3 por ciento de los turistas tenían una motivación cultural en sus viajes. Ahora reconoció que cada vez crece más el turismo cultural. Aun así, opinó que Altamira es «un factor más, que ayuda, pero no es determinante».