Al Gore, en otro tiempo imagen viva de seriedad conyugal e intachable hombre de familia que se esforzó por separarse de la sombra de Bill Clinton, se enfrenta hoy a la reapertura de una investigación policial por conducta sexual indebida.
La noticia de supuestos abusos de Gore a una masajista llega después de que él y su esposa anunciasen su divorcio a principios de junio en un email enviado a sus amigos, después de 40 años de un matrimonio aparentemente feliz que el Premio Nobel de la Paz llegó a decir había inspirado «Love Story».
Pero si la separación sorprendió en Estados Unidos, donde todavía se recuerda el prolongado beso que se dio la pareja durante la convención del Partido Demócrata en el año 2000, el relato de la masajista ha causado estupor.
Eran los tiempos en los que Gore se esforzaba por escapar de la sombra del entonces presidente Bill Clinton, acosado por el escándalo de Monica Lewinsky, la becaria con la que mantuvo un romance que a punto estuvo de costarle la Presidencia.
El candidato Gore no quería que le salpicara la aventura de su Jefe. Muchos piensan que si se hubiera apoyado en él, hubiera sido presidente.
Ahora, Molly Hagerty, de 54 años, sostiene que Gore la acosó sexualmente durante una cita para un masaje la noche del 24 de octubre del 2006 en el Hotel Lucia de Portland, Oregón, donde el ex aspirante a la Casa Blanca se habría registrado con el nombre de «Sr. Stone».
Gore había viajado ese día a Portland, al oeste de EE.UU., para pronunciar un discurso sobre el cambio climático, la causa en la que se ha concentrado tras su derrota electoral en el año 2000 y que lo llevó a producir el documental «Una verdad inconveniente», su trampolín al Nobel y con el que ganó un Oscar.
El caso saltó a los rotativos nacionales la semana pasada después de que el tabloide National Enquirer publicase las alegaciones de Hagerty en su portada.
«Al Gore no es la persona que la gente piensa. Es un hombre enfermo», dijo la masajista al Enquirer, que ha cobró un mayor peso en la escena nacional tras destapar el escándalo que provocó el fin de la carrera política del ex senador y aspirante demócrata a la vicepresidencia de EE.UU. John Edwards.
La policía sostiene que el abogado de la masajista presentó las acusaciones dos meses después del incidente en el 2006 pero el caso se cerró porque Hagerty canceló tres citas con los detectives que debían de realizar la pesquisa.
La mujer afirma que sus amigos progresistas la disuadieron de hacer el caso público con argumentos como el de que el calentamiento global acabaría destruyendo al mundo si ella «destruía» a Gore.
El 8 de enero del 2009, un detective de Portland finalmente la entrevistó pero concluyó que no había suficientes pruebas para respaldar sus acusaciones.
En un giro inesperado, la Policía de Portland anunció el miércoles la reapertura del caso, lo que podría implicar la existencia de pruebas adicionales.
«Es una investigación abierta y no puedo realizar comentarios», se limitó a decir ayer a los medios la portavoz del cuerpo de policía, Mary Wheat.
Kalee Kreider, portavoz de Gore, señaló en un comunicado que Gore niega «de forma inequívoca y enfática» las acusaciones y añadió que «la investigación adicional» no hará más que beneficiarlo.
Según la transcripción de la entrevista policial con la masajista en enero del 2009, ella sostiene que Gore la manoseó, la besó y actuó como un «perro en celo» durante la cita en el Hotel Lucia.
Hagerty dijo sentirse obligada a cooperar ante el temor a represalias contra ella.
«Sentí que incluso la más mínima queja suya al hotel podría destruir mi reputación», afirmó la masajista, quien mantiene que cuando estaba empaquetando sus cosas para marcharse Gore le tocó la espalda, las nalgas y el pecho.
La masajista aseguró también en su testimonio policial no estar buscando dinero sino justicia, aunque el diario The Washington Post informó la semana pasada que Hagerty quería un millón de dólares por contar su historia al National Enquirer.
Gore fue vicepresidente durante la presidencia de Clinton (1993-2001) y perdió el pulso por la Casa Blanca contra George W. Bush en las elecciones del 2000 tras un interminable recuento de votos en Florida.