Periodista y escritora española se encuentra en Lima invitada como jurado del Festival de Cine de Lima

Rosa Montero: «Soy de cuerpo alegre»

La escritora revela su gran pasión por el periodismo y se define como libre pensadora y radical -no extremista

Rosa Montero: "Soy de cuerpo alegre"
Rosa Montero. La República.

Rosa Montero revela su gran pasión por el periodismo y se define como libre pensadora y radical -no extremista-, porque le gusta ir a la raíz de las cosas

La destacada periodista y escritora española se encuentra en Lima invitada como jurado del Festival de Lima. Rosa Montero nos revela su gran pasión por el periodismo y se define como libre pensadora y radical -no extremista-, porque le gusta ir a la raíz de las cosas.

¿Se sintió inmortal en algún momento de su vida?
-En general los seres humanos nos olvidamos que somos mortales. Una de las teorías que tengo, y lo digo en «La loca de la casa» es que los novelistas somos personas que tenemos más aguda la conciencia del paso del tiempo.

¿Le parece negativo?
-No tiene que serlo porque eso nos hace vivir la vida más; es el «Carpe Diem», la plenitud en su momento. Me recuerdo a los 14 años, diciéndome «mira Rosita que tarde tan bonita, nunca más vas a tener esta edad, aprovecha este momento». Y eso no es muy normal para una niña de esa edad.

¿Fue una niña anormal?
-Nadie es normal o anormal. Son dos axiomas contradictorios pero verdaderos: todos los humanos somos iguales, y todos los humanos somos distintos.

La diferencia la da la intensidad con la que uno vive ¿eligió vivir su vida así?
-No, no elijes. Uno es lo que es, y lo que puede ser. Claro, elegimos todos los días. Son pequeñas elecciones las que van conformando nuestra vida. Creo en el libre albedrío. Uno no puede controlar lo que le sucede pero sí cómo responder ante lo que le sucede.

¿Tomó alguna decisión que le cambió el curso de la vida?
-¡Todas las decisiones que tomé! ¡Cada una! Decidí pensar por mi misma, salir de casa de mis padres temprano…Todo nos va cambiando el curso de nuestra vida.

Pero usted dice que las novelas la eligen…
-Eso es inconciente-Las novelas son como los sueños de la humanidad; como los sueños diurnos del escritor que no los escoge. Así son esas imágenes que se nos meten en la cabeza, que son vívidas, y que nos obligan a escribir sobre ellas. El inconciente lo elige, no hay una decisión voluntaria. Las novelas son todo lo que tú eres.

En sus libros aparecen personajes enanos ¿por alguna razón especial?
-Descubrí ya mayor, que todas mis novelas estaban llenas de enanos. No me daba cuenta. Desconozco enanos en mi vida, y por escribir sobre ellos, me llamaron de algunas asociaciones. Los personajes de enanos son entrañables para mí, son mágicos, no son ridículos.

En «La loca de la casa» cuenta que descubrió una fotos suyas…
-Si, descubrí unas fotos de mi infancia en donde salgo tan horrorosa que no me reconozco. También menciono que durante un viaje a Alemania vi un reportaje en la televisión sobre un circo de la época del nazismo. Cuando vi a la enana, dije, coño esa soy yo a los cinco años ¡Igualita a mí!…

¿Pero qué representan?
-No se, tal vez el enano es un niño pero no es un niño; es un adulto pero no lo es. Tiene una indeterminación temporal. Por diversas razones, que no voy a detallar, no pude ser una niña; quizás fui más adulta de lo que correspondía a mi época; o quizás por eso no crecí, y sigo jugando a los cuentos, y sigo siendo una niña como de alguna manera somos todos los novelistas que seguimos inmaduros.

¿Le preocupa que desaparezca esa niña que tiene?
-Muchos de los escritores que dejaron de escribir, lo hicieron porque se les murió ese niño que tenían dentro y se fueron endureciendo. Esa parte infantil es lo mejor que uno tiene, es la creatividad. Yo me siento orgullosa de tenerla.

Usted también es una gran entrevistadora ¿le molesta que la entrevisten?
-No, para nada, es más aburrido que hacerla, pero es más descansado. Entrevistar es un trabajo, y ser entrevistada es un aburrimiento porque uno se conoce así mismo demasiado y no aprende nada nuevo. En cambio entrevistando, si, mucho.

¿Aprendió algo especial en alguna entrevista?
-No, porque he aprendido cantidad de cosas en cada una. Cuando uno entrevista a una personalidad, lo que intenta es conocer qué otras maneras existen de estar frente al mundo, cuál es el garabato íntimo de esa persona por debajo del personaje oficial.

¿Así sea una persona que le desagrade?
-Intento limpiarme la cabeza de prejuicios, lo más posible.

¿No tiene miedo de quererla?
-En lo absoluto. Una de las cosas que hay que hacer cuando entrevistas es enfriar la fascinación positiva o negativa que pueda sentirse por la persona que se entrevistará.

¿Fue difícil entrevistar a Mario Vargas Llosa?
-Le he hecho dos o tres entrevistas muy largas. Después de las elecciones en las que participó como candidato lo entrevisté en Berlín. Esa duró tres horas. Es un gran conversador, un genio intelectual y es muy difícil llevarle la contraria, hay que atarse los machos para discutir sus ideas. Para mi es un maestro de la vida porque es un tío profundamente moral que no le importa quedar mal por defender sus ideas. Me encanta.

¿Se siente una mujer inteligente?
-No me siento, se que soy una mujer inteligente. A esta edad uno sabe lo que tiene, lo que es y no es. Tampoco soy Einstein (risas).

¿Fue difícil cultivarla?
-No, la inteligencia es algo natural, uno la tiene, y yo la trabajo. Lo que intento es ser sabia porque la sabiduría es una de las pocas cosas a las que uno puede aspirar en la vida; es un desarrollo intelectual pero también emocional.

Es una mujer apasionada…
-Si lo soy. Me gusta la vida, soy una disfrutona, tengo suerte, soy una persona alegre, y la alegría no tiene que ver con la felicidad, es un producto químico. Debo tener mucha serotonina. Soy de cuerpo alegre.

¿Usted no es mamá, porque no quiso?
-Nunca quise, no fue una prioridad, ni siquiera jugaba con muñecas cuando era niña sino con animales de peluche. Pero como a los 37 años, con mi pareja más importante, decidimos probar. Probamos, no tuvimos, hubiéramos tenido que recurrir a otros métodos, y la verdad sentimos que no valía la pena. Así se quedó.

¿Cree que hay alguna relación entre la creación y procreación?
-No se. Creo que tienen algún paralelismo metafórico, pero no de experiencia. Los libros no son los hijos, son cosas distintas. Los hijos no suplantan los libros que quisiste escribir, y la experiencia de producir libros es única.

¿Cuál diría que es su naturaleza?
-Múltiple, como la de todos, no es unívoca. Soy conciente que soy múltiple, lo digo en «La loca de la casa» es una de mis teorías: que los novelistas, actores o actrices somos más concientes de la disociación, que somos muchos a la vez. No me produce angustia existencial vivirme dentro de todos mis personajes.

¿Es una mujer práctica?
-Soy un desastre para solucionar los problemas pequeños. No puedo ordenar un armario, por ejemplo.

Si usted describiera su lado femenino ¿cuál sería ese?
-Pero qué es el lado femenino. Qué entiende usted por femenino.

¿Ser agresiva no le parece femenino?
-No se cuáles son los lados femeninos. De verdad. Dentro del estereotipo soy muy empática, que es lo que ha cultivado más la mujer, pero el hombre lo puede ser también. Lo que pasa es que todavía somos más cuidadoras, más atentas al otro. Y esa cualidad empática, es la que más me gusta del ser humano.

Es jurado del Festival de cine ¿No quisiera dirigir una película?
-No, no me interesa. Fui actriz de teatro independiente porque me divertía, era de los más moderno, pero no porque quise dedicarme a ello profesionalmente. Pero me encanta el cine, y venir a ver un montón de películas y además que la opinión de uno cuente, es genial.

¿Vive de la literatura o del periodismo?
-Para mí el periodismo es literatura, y vivo de la literatura periodística. Creo que hay que vivir de otra cosa que no sea la novela porque es un ámbito de libertad que hay que dejar lo más libre posible.

¿Qué quiere decir eso?
-Que hay mucho riesgo, y que no se debe vivir de las novelas, así que yo vivo del periodismo.

¿Qué es lo más ingrato del periodismo?
-Su repetición. El periodismo es un trabajo estupendo, a mi me ha encantado y lo he disfrutado mucho, pero vamos, ya estoy harta de este trabajo, llevo cuarenta años en esto, ya es mucho.

¿Qué la ha hartado?
-Todo se repite, y si uno ya hizo dos mil entrevistas, ya sabe las respuestas de los personajes. Uno se aburre. Pero no quiero dejarlo para dedicarme sólo a la escritura que aísla mucho. Ahora soy colaboradora de El País, y trabajo menos. Estoy contenta así.

¿Ser artista le dio un status?
-Yo no soy artista. Lo que siempre he querido hacer es escribir. Es lo que hecho. Los novelistas somos los obreros de la literatura y esa parte fabril me encanta; es muy humilde y machacona.

¿Es una mujer de izquierda?
-Si izquierda es apoyar a Fidel Castro, no. Tampoco soy de derechas. Yo me defino radical, pero no extremista, sino porque me gusta ir a las raíces de las cosas como libre pensadora.

¿En este momento de su vida tiene algún absoluto?
-¡No, por Dios! Huyamos de los absolutos, de los dogmatismos y las fés.

El amor no es un absoluto…
-No, que va. Me gusta el romanticismo, pero no me lo creo; es bonito jugar al juego del amor. No he hecho locuras por amor, pero si el papel de idiota, como esperar una llamada o hacerla cuando no debía.

¿Vive sola?
-Para mi es fácil vivir sola. Y ahora estoy sola porque hace un año se murió mi pareja. Pero no creo que vuelva a vivir con alguien.

¿Tiene pendiente alguna tentación?
-No, soy de vivir el momento por temperamento y generación. Soy de los 70′ de la contracultura. No hago planes.

¿No piensa en su jubilación?
-No me pienso jubilar en la vida… ¿de qué? Si lo que hago es escribir, y eso espero hacerlo toda la vida.

 

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Autor

Paul Monzón

Redactor de viajes de Periodista Digital desde sus orígenes. Actual editor del suplemento Travellers.

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