Con «Objetivo 4», Germán Castro Caycedo le planta cara a la «sicaresca»

Con "Objetivo 4", Germán Castro Caycedo le planta cara a la "sicaresca"

"Objetivo 4", el libro más vendido hoy en el país, es fruto del hastío: el que siente su autor, el escritor y periodista colombiano Germán Castro Caycedo, por la "sicaresca". EFE

EFE/Archivo

«Objetivo 4», el libro más vendido hoy en Colombia, es fruto del hastío: el que siente su autor, el escritor y periodista colombiano Germán Castro Caycedo, por la «sicaresca».

Así denomina a un género desarrollado en novelas, películas y series de televisión de su país desde hace 20 años que tiene a sicarios, narcotraficantes y prostitutas como protagonistas.

Castro Caycedo, uno de los autores más leídos de su país, decidió contar la historia desde el otro lado y escogió como protagonistas a los agentes del servicio de inteligencia de la Policía colombiana.

«La sicaresca le está haciendo un daño irreparable a la imagen de Colombia en el mundo, pero lo más grave es el modelo que le estamos dando a la juventud y a la niñez colombiana», señala en una entrevista con Efe.

Por eso a este escritor, que fue secuestrado por el Movimiento 19 de Abril y al que el capo Pablo Escobar mando matar, le parece «una maravilla» que en Ecuador hayan cancelado hace unos meses la emisión de una telenovela colombiana por violenta.

A tenor del éxito de «Objetivo 4» (Planeta) -va por su tercera edición poco más de un mes después de su salida y es el título de no ficción más vendido en la Feria del Libro de Bogotá-, parece que muchos colombianos comparten el cansancio y hastío de Castro Caycedo por la «sicaresca».

Como siempre desde que publicó su primer libro, «Colombia amarga» en 1976, el escritor nacido en Zipaquirá (a 50 kilómetros de Bogotá) en 1940 recurre en «Objetivo 4» a la realidad, que en Colombia, quizás más que en ningún otro lado, supera a la ficción.

«Objetivo 4» cuenta en detalle las operaciones de inteligencia que posibilitaron la captura de dos guerrilleros, «Martín Sombra» y «El Paisa», y dos narco-paramilitares, que en realidad son tres, pues la de uno de ellos, Miguel Ángel Munera o «Pablo Arauca», llevó a la de su mellizo, Víctor.

El cuarto o quinto objetivo fue «Don Mario», extraditado a Estados Unidos.

Las historias siendo reales son dignas de cualquier guión cinematográfico, con persecuciones por carreteras zigzagueantes, escapadas de los perseguidos y escondites inverosímiles, pero lo más impactante es el trabajo de inteligencia y la tenacidad, perseverancia, sacrificio y valentía de los agentes, en muchos casos verdaderos actores.

Un agente que pasó más de tres meses ante una casa bogotana como un vagabundo, aquí llamados «desechables», vestido con ropa que ya no quiso uno de los verdaderos, sin bañarse, comiendo las sobras de los comensales de un restaurante y durmiendo al raso, fue clave para la captura de «Martin Sombra», miembro de la cúpula de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Otro tuvo que convertirse en descargador de camiones y deslomarse como uno de ellos trabajando de verdad, para acercarse lo más posible a «El Paisa», otro jefe guerrillero, y una agente femenina debió hacerse campesina y herniarse arando la tierra en un aislado paraje rural para no despertar sospechas de sus vecinos guerrilleros en su búsqueda de información.

«La entrega y la vocación de esos policías va más allá de la imaginación», señala Castro, quien también destaca de los protagonistas de su libro «el talento, la malicia indígena, que aquí sobra», según dice.

El libro desvela, además, cómo los narcotraficantes pagaron a los jefes paramilitares un promedio de cuatro millones de dólares por los frentes que estos manejaban antes de la desmovilización y que por tanto no dejaron de existir, y no pasa por alto que en las fuerzas de seguridad hay hombres comprados por los bandidos.

Los cuatro casos del libro fueron seleccionados por Castro Caycedo entre diez que le presentaron las autoridades policiales.

«Casi el 90 por ciento de mis libros han salido a partir de titulares de diarios. La vida es muy dinámica en Colombia», afirma sobre su preferencia por la no ficción.

Sobre el narcotráfico y la violencia que genera, Castro Caycedo opina que para países como México y Colombia una solución puede ser despenalizar el consumo de drogas, pero eso solo sería efectivo si también se hiciera en EE.UU., el principal consumidor del mundo.

La gran esperanza para Colombia está, a su juicio, en la educación.

«Con educación hay desarrollo y todo lo demás. Hay que hacer un esfuerzo sobrehumano en educación. Si ya hubiéramos arrancado, el resultado se vería en medio siglo, pero aún no lo hemos hecho».

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