Este mes se cumple un siglo del descubrimiento de la ciudadela inca de Machu Picchu, en Perú, tras permanecer oculta durante siglos en las estribaciones orientales del bosque tropical andino.
Encaramado en la cordillera de los Andes a 2.430 metros de altitud sobre el nivel del mar, este conjunto monumental desempeñó una importante función ritual en el culto del Sol de las poblaciones incaicas que se asentaron en la región entre los siglos XI y XVI.
Para la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), se trata «probablemente de la más lograda realización arquitectónica del apogeo del imperio inca».
Según indica, sus muros, terrazas y rampas están construidos de tal manera que dan la impresión de haber sido tallados en la misma roca de las montañas, en un área de la cuenca alta del Amazonas que también destaca por la diversidad de su fauna y flora.
La ciudadela fue descubierta el 24 de julio de 1911 por Hiram Bingham. Sin embargo, la Unesco asegura que algunos habitantes de la zona sabían ya de la existencia de Machu Picchu.
El lugar fue inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial de la Unesco en 1983 por sus valores culturales y naturales. En la actualidad, Machu Picchu es la mayor atracción turística del Perú.