Mientras el precio de la materia prima en los mercados internacionales no deja de aumentar, los agricultores locales apenas ingresan un euro diario
Nos recuerda Iñaki Berazaluce, en el blog Yorokobu, que en el cuento de Roald Dahl y en la película de Tim Burton, “Charlie y la fábrica de chocolate” Willy Wonka era un excéntrico ermitaño que controlaba la producción del mejor chocolate del mundo.
Con mucho menos gracia y glamour, el especulador Anthony Ward trata de acaparar la producción de cacao en el mundo, conocedor de un pequeño secreto: dentro de 20 años el chocolate se habrá convertido en un producto de lujo.
Ward, dueño de la firma de inversión Armajaro Holdings, compró el verano pasado 241.000 toneladas de cacao, suficientes para fabricar 5.300 millones de barritas de chocolate, una por cada habitante del planeta sin contar diabéticos y señoras en régimen. ¿El motivo?
Dentro de un par de décadas, las barritas de chocolate Kit-kat, Mars o los entrañables Huesitos que hoy podemos comprar por 1 euro costarán 10 euros (o estarán compuestos de sucedáneos grasos), según el documental Panorama de la BBC sobre la problemática producción de cacao en África.
La mitad del cacao del mundo se produce en dos países de África occidental, Ghana y Costa de Marfil.
Mientras el precio de la materia prima en los mercados internacionales no deja de aumentar, los agricultores locales apenas ingresan un euro diario por su (agotador) trabajo, que frisa la esclavitud.
En estas condiciones los hijos de los agricultores prefieren abandonar las plantas de cacao e irse a vivir a la ciudad.
Este hecho, sumado al empobrecimiento del suelo de cultivo, al período de crecimiento de nuevas plantaciones (de 3 a 5 años) y, sobre todo, al constante incremento de la demanda en todo el mundo, ha disparado los precios de la materia prima hasta máximos históricos.
Por si fuera poco, el tercer gran productor mundial, Indonesia, está por debajo de sus máximos de producción debido a las oscilaciones climáticas. De algún modo es como si hubiéramos alcanzado el cénit del chocolate.
Y es en este panorama donde irrumpió Anthony Ward. El fundador del fondo de inversiones Armajaro y expresidente de la Asociación Europea del Cacao compró el año pasado 241.000 toneladas de cacao por 720 millones de euros, equivalente al 7% de la producción mundial de cacao, todo lo que consume Europa en un año.
Aquel día tembló el misterio en la bolsa de futuros de Londres y el precio de la tonelada de cacao alcanzó los 3.223 euros, el precio más alto desde 1977.
Sin embargo, desde entonces el precio ha caído hasta los 2.237 euros que cotiza en el mercado de futuros de Londres cuando escribo estas líneas, una devaluación de casi el 50%, así que el tiro le ha salido por la culata. De momento.
Pero la jugada de Ward es a largo plazo. Los tres factores apuntados arriba apuntan hacia un incremento progresivo de los precios del cacao y, por tanto, el ascenso de los Huesitos a precios prohibitivos.
Según expresa gráficamente el fundador del Consejo de Conservación de la Naturaleza de Ghana, John Mason, en The Independent:
“En 20 años el chocolate será como el caviar. Resultará tan raro y exclusivo que el ciudadano medio no se lo podrá permitir”.
Como buen supervillano, Ward vive en una lujosa mansión de seis plantas en Mayfair, uno de los barrios más exclusivos de Londres, valorada en 14 millones de euros, que pudo pagar sólo con una parte de los 50 millones de euros que amasó en 2002 en un movimiento especulativo similar, cuando compró 200.000 toneladas de cacao aprovechando las malas cosechas y la inestabilidad política en África occidental.
¡Aprovechad ahora, que tenéis dinero para pagar el chocolate y dientes para masticarlo!