A los 12 años, José Javier no supo leer muy bien los tediosos términos y condiciones de YouTube. Así fue que terminó con una deuda de más de US$110.000 con el gigante de los videos online.
El niño, que vive en la ciudad de Torrevieja, España, creyó que había optado por cobrar por los anuncios que aparecerían asociados a sus videos, con los que quería promocionar a su banda «Los Salerosos». Pero en realidad estaba comprando espacios de publicidad, que luego Google -dueña de YouTube- le facturó a través de su aplicación AdWords.
Por suerte para él, la compañía aceptó que se había tratado de una confusión y le condonó la deuda.
Pero en la historia de las «metidas de pata» del mundo de los negocios, muchos otros no han corrido la misma suerte. Y cuando las posibilidades de sacar rédito son de escala millonaria, también lo son las pérdidas.
En BBC Mundo recordamos algunos de los más notorios ejemplos de malas decisiones a lo largo de las últimas décadas que costaron millones de dólares… y más de un arrepentimiento.
1. El futuro de la fotografía «será con rollo y revelado»
Es quizá un ejemplo doloroso de cómo una compañía puede equivocarse dos veces, al sobrestimar el apego del público a una tecnología y subestimar por completo un desarrollo nuevo que ellos mismos tenían entre manos.
Atrás quedaron los días prósperos para Kodak de la fotografía analógica, con rollo y revelado.
Hablamos de las cámaras digitales. Hoy las tenemos listas para tomar fotos con un clic desde nuestros teléfonos celulares, pero en 1970 las cámaras con rollo, con capacidad para unas 30 fotos y necesidad de revelado químico posterior, reinaban en el mercado.
En 1973, Kodak contrató a un joven ingeniero llamado Steven Sasson. Fue quien inventó el proceso que nos permite hoy tomar fotos digitales y enviarlas en segundos al otro lado del mundo usando dispositivos móviles.
Kodak patentó su primera cámara digital en 1978, pero no desarrolló la idea más allá porque temió que fuera a impactar en su negocio de venta de rollos.
Sasson reveló luego que sus jefes estaban «convencidos» de que nadie jamás querría ver sus fotos en una pantalla como la del televisor, según dijo en una entrevista con The New York Times.
El devenir tecnológico hizo el resto: Kodak se declaró en quiebra en 2012.
2. La fusión (perdida) del siglo
Otra oportunidad perdida ocurrió en 1999 y es tal vez una de las adquisiciones empresariales millonarias que, de haber ocurrido, podrían haber cambiado el futuro de la industria tecnológica.
Los co-fundadores de Google, Larry Page y Sergey Brin, en una foto tomada en 2004.
Por entonces, el portal Excite era el segundo motor de búsqueda más popular del mercado. Y Google era apenas un recién llegado.
El cofundador de Google, Larry Page, ofreció vender su compañía a Excite por menos de un millón de dólares. Pero Excite dijo que no.
Excite más tarde fue comprada por Ask Jeeves, en 2004. En tanto, Google continuó su camino de expansión: ¿qué pensará el entonces director ejecutivo de Excite, George Bell, cuando ve la valuación de Alphabet, la compañía madre de Google, en US$543 mil millones?
3. Dos ceros menos
Los errores en el mundo del comercio electrónico están a la orden del día: de canastas de compra que no se actualizan a websites enteros que colapsan por fallas técnicas o porque no pueden hacer frente a un pico en la demanda.
Una pérdida millonaria para la aerolínea de bandera italiana.
Pero a veces los errores son causados por un humano, un simple desliz de tipeo que puede tener consecuencias impensadas.
Así le ocurrió a la aerolínea Alitalia en 2006, cuando ofreció vuelos desde Canadá a Chipre por $39 CAD (dólares canadienses, unos US$29) en lugar de US$3.900.
Algún operador en sitios de comparación de tarifas online descubrió el fallo y publicó la noticia en foros de viajeros. Como era de esperarse, unos 2.000 pasajes se vendieron en cuestión de horas.
La compañía italiana intentó cancelar los boletos emitidos, pero finalmente honró los contratos de compra. En el proceso, perdió US$7,7 millones.
4. Blockbuster y Netflix, los aliados imposibles
Otras de las alianzas fallidas involucra al difunto gigante del alquiler de películas a domicilio, Blockbuster.
Los locales de Blockbuster alrededor del mundo terminaron de cerrarse en 2013.
Con el crecimiento del streaming de series y películas, hoy los videocasetes han quedado en el olvido, casi lo mismo que los DVDs. Pero en realidad no hace mucho que los videoclubs formaban parte del paisaje urbano en todo el mundo.
Entre aquellos días prósperos del videoclub y el presente, hubo algunos años de incertidumbre sobre la dirección que tomaría la distribución de filmes para uso hogareño.
En ese entonces fue que Netflix le ofreció a Blockbuster agregar un componente online a su operación de alquiler de cintas y DVDs, a cambio de que la compañía de videoclubes dedicara un espacio en sus tiendas a Netflix (que por ese entonces también ofrecía DVDs de alquiler por correo).
Blockbuster declinó éste y otra serie de potenciales acuerdos con Netflix, que se convirtió en su principal amenaza.
El futuro del cine hogareño vino de la mano del «streaming», que es el principal negocio de Netflix.
Gradualmente fue perdiendo mercado hasta que se declaró en quiebra en 2010 y fue comprada en remate por Dish Network (que terminó de cerrar los locales que quedaban): para entonces, era claro que el futuro del cine hogareño era vía internet.
5. «NASA, tenemos un problema»
Si un niño se equivoca al tratar de resolver problemas con decimales y fracciones, probablemente no genere más consecuencias que una baja calificación de su maestro. Pero cuando son los adultos quienes cometen errores numéricos básicos, hay menos tolerancia para perdonárselos.
Cualquier error de juicio en misiones del espacio, como la de la Mars Climate Orbiter, genera pérdidas millonarias.
En 1999, la NASA perdió unos US$125 millones con su sonda Mars, cuando los ingenieros de la compañía aeroespacial Lockheed Martin utilizaron el sistema imperial británico en lugar del métrico decimal para hacer sus cálculos y mediciones.
El error hizo que los propulsores de cohetes, que se utilizan para poner la sonda en órbita alrededor del planeta, fueran disparados de forma incorrecta.
Los expertos consideran que la Mars Climate Orbiter se destruyó porque cada encendido de los motores, basado en un mal cálculo, modificaba la velocidad de la sonda de manera imprevista, un fallo que se acumuló tras meses de vuelo.
Pasó sobre Marte a sólo 57 kilómetros de altura, en lugar de los 150 previstos, y se destruyó por la fricción con la inhóspita atmósfera que rodea el planeta.