El barrio de Salamanca, con sus tiendas de moda y sus restaurantes, está en el centro del auge, en parte, gracias a los venezolanos ricos
Lo subraya Raphael Minder, el polémico corresponsal de ‘The New York Times‘ en España:Madrid se ha convertido en la ¡mca’ de las inversiones inmobiliarias de los millonarios venezolanos.
Su país es una ruina económica; el hambre es generalizada. La inflación es vertiginosa y se espera se que supere un millón por ciento para finales de año. Los hospitales no tienen medicina ni equipamiento, ni siquiera guantes de látex (El dictador Nicolás Maduro va a subir el precio de la gasolina en Venezuela, la más barata del mundo).
Mientras millones de venezolanos libran una batalla diaria en su país por sobrevivir, otros han encontrado un buen refugio para su dinero al otro lado del Atlántico: el mercado de bienes raíces en Madrid.
Durante una caminata por el barrio de Salamanca, uno de los más opulentos de la capital española, Luis Valls-Taberner, un asesor de inversiones en bienes raíces, señaló edificios que habían sido comprados por venezolanos acaudalados en casi todas las calles.
Valls-Taberner no quería identificar a los compradores. Algunas propiedades, dijo, fueron compradas a través de compañías de inversión en Miami o en otros lugares, pero el dinero siempre venía de Venezuela.
El año pasado, los precios de alojamiento en Madrid han subido en un 17 por ciento, el incremento más notable entre las ciudades españolas, que ha aumentado el costo de la vivienda en el centro a los niveles de 2007, antes de que estallara la burbuja de la construcción.
El barrio de Salamanca, con sus tiendas de moda y sus restaurantes, está en el centro del auge, en parte, gracias a los venezolanos ricos. Muchos son opositores de Nicolás Maduro y huyeron de las crisis política y económica en su país. Pero algunos están ligados a su gobierno y quizá se preocupan por su futuro ante las sanciones internacionales y la inestabilidad social.
«Ahora me encuentro algunas veces sentado en restaurantes en Madrid al lado de personas a quienes no me sentiría cómodo de ver en Caracas».
Eso dijo Leopoldo López Gil, padre de Leopoldo López, uno de los líderes de la oposición, en arresto domiciliario en la capital venezolana.
Tan solo en el barrio de Salamanca, según los cálculos de las compañías de bienes raíces en Madrid, más de 7000 apartamentos de lujo son de venezolanos.
Si bien una parte del dinero de la inversión venezolana proviene de socios del régimen de Maduro, la mayoría pertenece a familias que obtuvieron sus riquezas hace décadas, en una economía cuyo patrimonio principal, el petróleo, se nacionalizó en los años setenta.
«Las grandes fortunas en Venezuela siempre han estado conectadas entre sí y han dependido de tener una buena relación con el Estado», dijo Rolando Seijas, el fundador venezolano de SNB Capital, una compañía de inversión en Madrid cuyas actividades van desde servicios de seguros hasta una fábrica de componentes electrónicos en el sur de España.
A diferencia de los mexicanos y otros latinoamericanos que ahora invierten en España, agregó, ellos están allí «como supervivientes que saben que probablemente se han quemado las naves».
De hecho, algunos venezolanos se han convertido en emprendedores exitosos en España: empezaron servicios de entrega, abrieron restaurantes y tiendas o se hicieron cargo de franquicias como Subway, la cadena la estadounidense de comida rápida.
Para huir de la crisis de Venezuela, Andoni Goicoechea abandonó sus estudios de Medicina y se mudó a Madrid, donde fundó Goiko Grill, que ahora opera 44 hamburgueserías en toda España.
En junio, una empresa de capital privado controlado por LVMH, el conglomerado francés de lujo, adquirió una participación mayoritaria en el negocio y la valuó en 150 millones de euros.
«La prioridad para los venezolanos era tener una casa aquí, pero ahora se sienten cómodos en España y se están diversificando en otro tipo de negocios».
Los empresarios venezolanos en el autoexilio mencionan que han alentado a sus compatriotas a que se les unan en España.
«Si vamos a contratar a alguien aquí, siempre estamos buscando a personas de Venezuela», dijo Jorge Neri, cuyo patrimonio en España incluye Cambio 16, un medio periodístico. «Aun cuando no fuéramos grandes amigos en Caracas, ahora compartimos el sentimiento de haber sufrido la misma tragedia».
Los venezolanos no solo han estado comprando inmuebles en España, también los han estado construyendo: en 2017, la familia Cohén, dueña de una de las compañías de bienes raíces más grandes en Venezuela, abrió en las afueras de Madrid el Sambil Outlet, que se promociona como el centro comercial más grande de España.
Los Cohén están entre los venezolanos que se mudaron a España a partir del 2012, justo cuando el gobierno en Madrid se vio obligado a negociar un rescate bancario europeo. El momento les permitió adquirir los bienes españoles a precios bajos: Sambil remplazó un centro comercial que había quebrado durante la crisis financiera.
El grupo Cohén también compró este año un edificio en Salamanca que trasformará en una docena de apartamentos de lujo. Otro de los inversionistas en el centro de Madrid es Miguel Ángel Capriles, familiar de Henrique Capriles, líder político de la oposición en Venezuela.
En medio de la presión internacional contra Maduro, las autoridades españolas han incrementado sus esfuerzos para dar seguimiento a la entrada de dinero venezolano. Es una tarea difícil, según algunos abogados, debido a que los venezolanos acaudalados siempre han movido su dinero en el extranjero para compensar los controles de capital y las fluctuaciones de divisas.
«España tiene la obligación de controlar el influjo de dinero, pero los venezolanos ricos han aprendido desde hace tiempo que sus ahorros tienen que estar en una divisa fuerte, de preferencia en una cuenta en el extranjero», dijo Juan Carlos Gutiérrez, un abogado venezolano que se mudó a Madrid en diciembre.
De hecho, la detención de más alto perfil de un venezolano en España hasta la fecha fue emitida por el gobierno de Maduro: en abril, la policía española detuvo a Claudia Patricia Díaz, una extesorera que también fue enfermera del expresidente Hugo Chávez -fallecido en 2013-, y a su esposo, que era jefe de seguridad. Los arrestos se dieron a partir una investigación de lavado de dinero que incluía la compra de un apartamento de 1,8 millones de euros en Madrid en 2015 por parte de la pareja.
Debido a la conexión histórica de España con América Latina, muchos venezolanos recurrieron a sus ancestros para obtener los pasaportes españoles. Muchos tenían familiares que huyeron del país europeo en 1939, después de que el general Francisco Franco ganara la Guerra Civil española; otros se suscribieron a los programas para obtener la ciudadanía para los descendientes de judíos sefardíes expulsados de España en 1492.
También hay muchos venezolanos que aplican a la «visa dorada», que otorga la residencia a los extranjeros que compren un inmueble de 500.000 euros o más (unos 582.000 dólares), una medida que se instauró en 2013 para reavivar la economía, que había sido golpeada por la crisis.
«Madrid se está convirtiendo para los venezolanos en lo que Miami fue para nosotros -y sigue siendo- para los cubanos», dijo Seijas de SNB Capital, quien también dirige una plataforma de inversión y calcula que ahora viven en España unos 280.000 venezolanos, de los cuales 120.000 han adquirido la ciudadanía española.
Tomás Páez, un profesor que estudia la migración en la Universidad Central de Venezuela, dijo que los venezolanos ahora son la comunidad extranjera que más crece en España y que han duplicado su presencia en los últimos dos años.
El abogado español Javier Cremades, presidente de Cremades, Calvo y Sotelo, dijo que su empresa en Madrid representa a unos cuarenta venezolanos que están aplicando a una visa dorada. Cremades también ha encabezado los esfuerzos españoles para apoyar a los opositores políticos de Maduro, como Antonio Ledezma, el exalcalde de Caracas que huyó a España en noviembre pasado.
Ledezma se encontraba entre los miembros de la asociación que representa a venezolanos en Madrid que en julio exhortó al nuevo gobierno socialista español a que otorgara un asilo especial a quienes huyen del régimen de Maduro.
Por otro lado, los miembros de la oposición venezolana han usado las redes sociales para seguir a los «bolichicos», un apodo despectivo con el que llaman a los herederos de la República Bolivariana de Venezuela que comenzó Chávez, quien se convirtió en presidente en 1999.
Los activistas de la oposición han publicado videos que muestran a venezolanos bien conectados disfrutando de la buena vida en Madrid. Dicen que entre sus objetivos están los familiares de militares y de funcionarios.
«Estamos hablando de funcionarios del gobierno y de sus familiares que viven en España, pero cuyos salarios normalmente no podrían permitirles comprar un apartamento de 500.000 euros aquí», dijo el abogado Cremades.