Increible, pero cierto. La fata de trabajo y la crisis económica han llevado a que un centenar de inmigrantes vivan en cuevas y cortijos en Córdoba
Increible, pero cierto. La fata de trabajo y la crisis económica han llevado a que un centenar de inmigrantes vivan en cuevas y cortijos en Córdoba. La campaña de la aceituna ya ha comenzado en la provincia y son muchos los inmigrantes que desde hace más de un mes buscan un tajo para poder trabajar. Este año se va a necesitar menos mano de obra extranjera, ya que las altas cifras de desempleo han llevado a muchos trabajadores de la construcción y sus afines a buscar un salario en el campo.
En Priego, la mayoría de inmigrantes procede de Marruecos, y ya desde mediados del mes pasado están abiertos los dos albergues de la localidad con un total de 48 plazas que en la actualidad se encuentran completos. No obstante, muchos de los inmigrantes se encuentran alojados en cuevas y cortijos abandonados, en unas condiciones insalubres y con falta de luz y agua potable.
Cruz Roja atendió durante el pasado mes de noviembre un total de 140 foráneos, de los que 108 eran varones y 32 mujeres, y en los que más del 93 por ciento se encontraba en situación de desempleo. De ellos, más de 70 no tenían hogar y estaban esperando la apertura de los albergues y buscando vivienda para el alquiler, informa M.O.
En los pueblos del Alto Guadalquivir, los inmigrantes se están encontrando con las mismas dificultades para acceder a un puesto de trabajo, lo que está provocando que muchos demandantes de empleo llegados de otros países, principalmente de Rumania, se vean abocados a mendigar por las calles más comerciales de las poblaciones de Montoro, Adamuz, Bujalance y Villa del Río.
Según confirmó ayer a ABC fuentes de la Policía Local de Montoro, hasta la fecha «se aprecia la llegada de menos individuos en el municipio», descartándose, por el momento, «la presencia de casas pateras y asentamientos incontrolados», aunque, eso sí, «el dispositivo de inspecciones está abierto», informa A.O.S.
En Puente Genil, también ha descendido notablemente la mano de obra de inmigrantes en las tareas agrarias. Según fuentes consultadas del sector, en las últimas campañas de recogida de aceituna de almazara, es decir para la producción de aceite, el 50% de la plantilla la engrosaban trabajadores nacionales y la otra inmigrantes, sobre todo, rumanos.
Sin embargo, en esta campaña las cifras han cambiado. En torno al 80 por ciento de los operarios del campo es de la localidad y el resto o en algunas ocasiones menos, foráneos.
Estas cifras están estrechamente relacionadas con el descenso de extranjeros, también de racionalidad rumana, que ocupaban determinadas en la ciudad. Así, en el Señor del Río, frente a los 70 inmigrantes que de media ocupaban estas casas, escasamente una decena habitan en ellas, informa V.R.
La localidad de Rute también ha notado una disminución de población foránea. Se advierte en las calles, con una presencia sensiblemente menor. Pero también en la información que maneja la Oficina Municipal de Inmigración. Según su responsable, Cristina Rodríguez, esos datos son «proporcionales» a la cantidad real.