Latinoamérica pide en el Día del Trabajo cambios salariales, sociales y políticos

Latinoamérica pide en el Día del Trabajo cambios salariales, sociales y políticos
. Agencia EFE

El Día Internacional del Trabajo se celebró hoy en Latinoamérica en medio de marchas, proclamas y solicitudes en las que los sindicatos y empleados pidieron desde aumentos salariales hasta nuevas Constituciones.

Chile vivió una jornada en la que los trabajadores solicitaron un sueldo mínimo ético de 250.000 pesos (unos 480 dólares), mientras se escucharon voces contra el presidente Sebastián Piñera, poseedor de una de las fortunas más grandes del país, por sus conflictos de intereses, según la Central Unitaria de Trabajadores (CUT).

La CUT demandó la modificación del Código del Trabajo, la aprobación de una reforma tributaria y la redacción de una nueva Constitución, en un acto en el que al menos 86 personas fueron detenidas durante enfrentamientos con la policía.

En Quito, la capital ecuatoriana, y Guayaquil, donde se constató una mayor presencia de partidos y simpatizantes de izquierda en comparación con años anteriores, miles de personas salieron a las calles para manifestarse en demanda de mejores condiciones laborales.

El presidente de Ecuador, Rafael Correa, quien envió en su programa sabatino un mensaje a los trabajadores, aseguró que estos han sido «víctimas» del neoliberalismo.

Entre tanto, en Colombia la principal denuncia de los trabajadores fue en contra del Gobierno de Álvaro Uribe, bajo cuyo mandato, según dirigentes obreros, han sido asesinados más de 527 sindicalistas.

En las principales ciudades del país, la jornada finalizó con disturbios y destrozos en sedes bancarias y comercios a manera de rechazo por las altas cifras de desempleo y subempleo y por las reformas laborales impuestas por el Gobierno.

Los trabajadores seguidores del mandatario venezolano, Hugo Chávez, y los opositores celebraron por separado su día, reflejando la polarización de la sociedad de ese país.

Al festejo se unió Chávez, quien como «regalo», adelantó el incremento del salario básico en un 15 por ciento, que estaba proyectado para el 1 de septiembre.

De otra parte, las manifestaciones en Bolivia estuvieron marcadas por la ausencia del presidente y ex sindicalista, Evo Morales, quien pro primera vez desde que asumió el cargo 2006 no acompañó a los obreros en el festejo, debido a su distanciamiento de las centrales obreras.

Asimismo, se registraron enfrentamientos entre un sindicato de fabriles opositor a Morales y dirigentes de la Central Obrera Boliviana (COB), que lanzaron dinamita para dispersar a sus adversarios, dejando a un minero herido.

En la capital mexicana se realizaron al menos tres marchas, que culminaron en el Zócalo y que fueron vigiladas por 2.600 policías, en las que se abogó por los inmigrantes en EE.UU. y se demandó la solución al conflicto minero, por el que obreros tienen parados tres yacimientos desde hace tres años.

Por las calles de Buenos Aires marcharon también manifestantes de diversas agrupaciones de desocupados en demanda de puestos de trabajo «dignos» y planes sociales, mientras los «piqueteros» cortaron a su paso algunas de las principales vías de la ciudad y provocaron varios incidentes.

Por su parte, el ex presidente argentino Néstor Kirchner lideró un acto de la oficialista Confederación General del Trabajo (CGT), que un año más se convirtió en una muestra de apoyo al Gobierno.

En el vecino Uruguay, el gobernante José Mujica asistió a un acto en el que Gustavo Signorelle, secretario de comunicación del PIT-CNT, principal sindicato del país, reclamó que «es necesario que unos pocos ganen menos y que unos muchos ganen más».

El llamado a una mejor distribución de la riqueza estuvo complementado por la petición del gremio de «discutir la productividad laboral con las empresas».

De su lado, miles de trabajadores paraguayos, liderados por miembros de la Central Nacional de Trabajadores (CNT), exigieron un aumento salarial del 15% y el cumplimiento por parte del Gobierno de otras normativas laborales.

El gobernante peruano, Alan García, conmemoró la fecha con un llamado a la promoción de la sindicalización, mientras que los dirigentes de los trabajadores le recordaron que el salario mínimo en el país (de 550 soles que equivalen a unos 190 dólares) es uno de los más bajos de la región.

Miles de obreros centroamericanos también se unieron a la celebración del Día Internacional del Trabajo y rechazaron las políticas antipopulares y neoliberales que algunos Gobiernos de la región implementan en detrimento de las economías y derechos laborales de campesinos y sindicalistas.

Trabajadores y campesinos guatemaltecos exigieron al Gobierno respeto a los derechos laborales, seguridad ciudadana y reducir los precios de la canasta básica.

En Costa Rica, las principales consignas de la tradicional marcha del 1 de mayo fueron garantías de mayores libertades sindicales, sobre todo en el sector privado, y el rechazo a un proyecto minero de oro a cielo abierto.

Por su parte, trabajadores hondureños organizados y el Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP) exigieron una Constituyente y el regreso del ex presidente Manuel Zelaya, quien fue derrocado el 28 de junio de 2009.

En El Salvador, centenares de trabajadores y dirigentes sindicales exigieron que se «profundicen» los cambios en el Gobierno del presidente Mauricio Funes, el primero de izquierda en ese país.

Mientras opositores al Gobierno de Nicaragua demandaron que se frene el desempleo, el alza de la canasta básica y la energía eléctrica, y en Panamá, las dos principales centrales sindicales marcharon divididas, pero coincidieron en luchar contra las políticas antipopulares y neoliberales del Gobierno.

Entre tanto, como es costumbre en La Habana, miles de manifestantes se reunieron en la Plaza de la Revolución para hacer un llamado de apoyo a la actualización del modelo económico.

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