Berlín, 30 de abril de 1945. Mientras las bombas caen sobre la capital del Reich...

¿Vivió Hitler en España tras la II Guerra Mundial después de hacerse la cirugía estética?

Eric Frattini repasa en su nuevo libro las diferentes teorías sobre la huida del Führer del búnker de la Cancillería

¿Vivió Hitler en España tras la II Guerra Mundial después de hacerse la cirugía estética?
Hitler y Franco PD

Berlín, 30 de abril de 1945. Mientras las bombas caen sobre la capital del Reich, un Adolf Hitler conocedor de que los aliados están cada vez más cerca de tomar la ciudad se introduce en una habitación privada del búnker en el que vive junto a Eva Braun.

Sólo hay una idea en la cabeza de la pareja: tomarse una ampolla de cianuro y dispararse en la sien para lograr escapar de las vejaciones a las que les someterán los rusos.

Nos lo cuenta Manuel P. Villatoro en ‘ABC’, recordándonos que así es como nos dice la historia oficial, conocida por todos y narrada en su momento por el historiador e investigador británico Hugh Trevor-Roper, que falleció el Führer durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, y a pesar de que esta es la versión más conocida sobre el final de Hitler, no es la única que existe.

Al menos, así lo afirma el famoso escritor Eric Frattini en su nuevo ensayo llamado «¿Murió Hitler en el búnker?» (editado por «Temas de hoy»).

En el mismo, el periodista ha logrado reunir más de 3.000 informes en los que se afirma que el Führer no murió en Berlín (todos ellos, elaborados por agencias de inteligencia aliadas de la talla del FBI o de la CIA).

TEORÍAS

A su vez, en el ensayo se ponen de manifiesto multitud de teorías sobre su posible paradero, se duda sobre la veracidad de la versión británica e, incluso, se baraja la posibilidad de que el líder nazi pasara por España tras escapar de Alemania.

Una versión oficial a la «carta»

En primer lugar, Frattini pone en duda la versión oficial sobre la muerte de Hitler investigada en 1945 por Hugh Trevor-Roper, el investigador británico que fue enviado por su gobierno a Alemania con el objetivo de descubrir cómo había fallecido el dictador.

Y es que, según explica el autor, este historiador terminó elaborando una versión subjetiva de lo sucedido después de observar que los soviéticos –los primeros en entrar en el búnker de la Cancillería en el que el Führer pasó (presuntamente) sus últimos momentos- no lograban averiguar lo acaecido.

«Churchill envió a Trevor-Roper a Berlín para que elaborase una historia oficial interesada de los últimos momentos de Hitler», destaca el escritor en declaraciones.

DOCUMENTOS

Para realizar esta afirmación tan tajante, Fratinni se basa en la ingente cantidad de documentos oficiales que explican los múltiples fallos que alberga la versión oficial.

Errores que se han pasado por alto y que este autor lleva recopilando desde 2009. «Para empezar, Trevor-Roper explicó que había entrevistado a varios supervivientes que habían estado en el búnker y decían haber oído lo sucedido.

Luego, en cambio, se descubrió que no se había visto con la mayoría de ellos, sino que había adquirido sus declaraciones en base a interrogatorios de las fuerzas aliadas», completa el también periodista.

Éste no es el único error que, según el escritor, cometió Trevor-Roper, pues también cayó en multitud de inexactitudes como afirmar que entró en el búnker de la Cancillería en septiembre de 1945 para ver el escenario del suicidio. «Eso es imposible porque el 21 de julio los soviéticos volaron las entrada del lugar y lo inundaron.

O accedió con traje de buzo, o realmente no fue eso lo que sucedió», explica el escritor. Finalmente, Frattini también determina que el mundo da credibilidad total a una teoría avalada por un hombre que certificó que unos supuestosdiarios de Hitlerhallados hace varias décadas eran verdaderos cuando, como se demostró posteriormente, eran una estafa escrita posteriormente. Todo ello hace que este experto ponga en duda la versión oficial elaborada por el británico.

«La versión de Trevor-Roper de que Hitler se suicidó ha sido copiada tal cuál por muchos historiadores cuando, además, existen multitud de informes elaborados por los aliados en los que se baraja otras teorías también documentadas»,

destaca el autor.

La idea de que la teoría creada en 1945 por el investigador se ve favorecida por el cambio en las declaraciones de algunos supervivientes del búnker como Erich Kempka –el chófer de Hitler-. Y es que, este testigo afirmó antes de fallecer que había contado a los aliados aquello que querían escuchar durante los interrogatorios. ¿La razón? Probablemente, miedo a sus represalias.

«El propio Erich Kempka, uno de los hombres de máxima confianza del Führer, fue cambiando su declaración a los aliados a lo largo de los años. Al principio dijo que estuvo en el búnker y que escuchó el disparo de la pistola con la que se suicidó Hitler, luego que estuvo en el búnker pero que no oyó el tiro y, finalmente, que no estaba en el búnker porque cuando murió el Führer estaba fuera preparando el combustible para quemar su cadáver. ¿Cuál es la verdadera? Yo no puedo saberlo, pero te muestro las tres. Eso sí, trato de demostrar que, si los propios testigos interrogados no tenían claro como sucedió, igual deberíamos replantearnos como sucedió»,

destaca Fratinni en declaraciones a ABC.

Una verdad cómoda El escritor considera además que los historiadores actuales han aceptado una «verdad cómoda» sin molestarse en ponerse a investigar los miles de documentos elaborados por el FBI, la CIA, el servicio secreto británico o el servicio de espionaje soviético (los cuales señalan la posibilidad de que Hitler hubiera logrado escapar de las garras de sus enemigos).

«Es sorprendente lo ineptos que han sido los historiadores en lo que se refiere a los últimos días de Hitler. En este libro les dejo muy mal parados porque, aunque soy periodista, he hecho un trabajo que deberían haber hecho ellos: el de recopilar todas las posibilidades. Se puede decir que el problema no fue Trevor-Roper, que vivió una época determinada y tuvo que hacer aquello, sino todos los investigadores que vinieron después y siguieron esa versión oficial»,

completa Frattini. Con todo, el latinoamericano insiste en que su libro no tiene la respuesta sobre el paradero final de Hitler, pero sí analiza cada una de las teorías existentes en base a documentos oficiales, y no basándose en la mera teoría de la conspiración:

«Si me preguntas cuantas teorías creo del libro te diré que cojo todas con pinzas, pero las que recopilo están basadas en documentos oficiales y declaraciones de testigos e interrogadores y, como tal, tengo que explicarlas. Se puede decir que mi libro es un generador de dudas que nos enseña que debemos cuestionar siempre las versiones oficiales, pues siempre tienen un factor de interés»,

destaca Frattini.

Hanna Reitsch y la posible ruta de escape

Entre las múltiples teorías que se barajan en «¿Murió Hitler en el búnker?», una de las más plausibles es la que afirma que Hanna Reitsch, una conocida piloto de pruebas de «Luftwaffe», fue la encargada de sacar a Hitler del búnker de la Cancillería.

Para encontrar el origen de esta teoría es necesario viajar en el tiempo hasta abril de 1945, un mes en el que la otrora capital del Reich estaba absolutamente asediada por los aliados. Por entonces, los continuos y gloriosos desfiles a paso de ganso se habían evaporado y habían sido sustituidos por una defensa desesperada de Berlín por parte de las escasas tropas alemanes que aún quedaban tras las continuas derrotas nazis.

Mientras todo aquello ocurría, Hitler -acabado y sin un ápice de la gloria militar que le acompañaba desde la invasión de Polonia el 1 de septiembre de 1939- se agazapaba en el interior del búnker. Sin embargo, y a pesar del inexorable avance aliado, ni él ni Eva Braun estaban –según dice la versión oficial- dispuestos a abandonar Berlín.

De hecho, el Führer y su novia se hallaban totalmente resueltos a morir junto a sus combatientes y no huir dejando atrás a aquellos valientes que morían por ellos en las calles. En esas andaba Hitler cuando, tal y como afirma Frattini en su obra, Alemania hizo un llamamiento desesperado a sus mejores pilotos para que volaran hasta Berlín con un objetivo que, a día de hoy, sigue siendo desconocido.

Entre los aviadores que recibieron dicho mensaje se encontraba Hanna Reitsch, una reconocida as de la aviación a quien se le ordenó viajar hasta la asediada Cancillería.

La alemana pisó los alrededores de la Puerta de Brandemburgo (disparos soviéticos mediante) tras realizar un vuelo de riesgo por encima de las baterías antiaéreas aliadas. Una vez en los restos de Berlín, mantuvo una reunión con el mismísimo Hitler cuyo tema de conversación fue un misterio. Posteriormente, la versión oficial dice que salió sola y a escape de Berlín en un pequeño avión y sin, aparentemente, haber cumplido ningún objetivo.

Sin embargo, Frattini publica en su libro un documento elaborado por la inteligencia soviética en el que, tras llevar a cabo un interrogatorio a la aviadora, los agentes de Stalin sugieren la idea de que el líder nazi pudo marcharse junto a Reitsch en un avión de pasajeros.

Y es que, aunque la piloto señaló en varias partes de la entrevista que el Führer había fallecido («¡Hitler está muerto! El hombre al que vi en el búnker no podía vivir», según dijo) también hizo una declaración en los años posteriores que desconcertó a los servicios secretos de todo el mundo: «¿Acaso no sería posible que llevara a Hitler a un lejano escondite? Aún hoy muchos siguen haciéndome esa misma preguntas, pero yo prefiero mantener la boca cerrada».

Hitler… ¿En España?

La misma teoría afirma que Reitsch transportó a Adolf Hitler y a Eva Braun hasta Magdeburgo. Desde allí, hay fuentes que dicen que la pareja subió a otro aeroplano junto a un experimentado miembro de la «Luftwaffe».

«El aviador era Erich Baumgart, quien afirmótras la guerra que les había llevado hasta Tonder, en Dinamarca», completa el escritor. Dicha hipótesis fue corroborada por un alto oficial de las «SS» llamado Fiedrich von Angelotty-Mackensen quien, durante un interrogatorio, admitió haber estrechado la mano al Führer en aquella región después de que este hubiera dado un discurso a los presentes y antes de que se subiera a otro avión de carga junto a su mujer.

Curiosamente, aunque el piloto y el soldado no se conocían, el militar señaló lo siguiente en un interrogatorio: «Sólo sé que en uno de los aviones iba Hitler, y que ese avión Cuando el Führer abandonó –presuntamente- Tonder, las teorías sobre su paradero se multiplican. Varias de ellas, incluso, afirman que pasó por nuestro país en su camino hacia Latinoamérica, donde quería ponerse a salvo.

«Es normal que se hable de España como punto de huída. Hay que tener en cuenta que las grandes rutas de evasión de los nazis tras la guerra fueron dos. La primera fue la del “pasillo Vaticano” y, la segunda, la llamada “ruta de la araña” a través de España. De hecho, muchos alemanes se quedaron aquí tras la contienda», destaca el escritor y periodista.

Así pues, y debido a que España era una ruta de evasión clave para los nazis, brotaron las hipótesis que aseveraban que el Führer había pisado estos lares. Entre ellas, la más rocambolesca es la que señalaba que Hitler logró llegar hasta el norte de nuestro país y modificar su aspecto físico para después huir de forma más segura.

«En los años 60, J. Edgar Hoover, el director del FBI, ordenó a la inteligencia militar investigar una extraña historia que afirmaba que un médico en España había tenido a Hitler como paciente y le había hecho una operación de cirugía estética. La hipótesis está documentada porque hay informes de ello, pero no está probada posteriormente».

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