Son de religión cristiana, y por esos lares tienen por costumbre quemar vivo a todo aquel que, a su juicio, se salga de la ley.
No importa el delito, lo suyo es matar a toda costa a quien perturba a la comunidad. Y para ello usan casi siempre la técnica del necklacing: atrapar a los desventurados entre neumáticos, ya sea en el cuello o la cintura, mientras arden en una lenta y cruel agonía.
Y no es la primera vez que en la nigeriana Warri, ciudad petrolera donde las haya, se registran este tipo de ‘ajusticiamientos’ públicos.
POR ROBAR COMIDA
En esta ocasión las víctimas son dos pobres desventurados que fueron cazados robando algo de comida en una tienda, concretamente dos plátanos. Al tratar de huir en su moto fueron interceptados por varios vecinos.
Las atroces imágenes dan cuenta de lo que sucedió: mientras uno de ellos trata de huir envuelto en llamas -tras ser rociado con la gasolina de su propia moto- su compañero de fatigas es golpeado con trozos de madera por todo el cuerpo.
Al final, acaban ambos quemándose, mientras la turba jalea a los verdugos de fondo.
Una mujer pregunta entre la multitud: «¿Qué han robado?», a lo que alguien responde: «¿Qué importa, son ladrones».
Uno los condenados pide mientras tanto clemencia. La respuesta no se hace esperar:
«No te preocupes, simplemente ha llegado el día de tu muerte».