Tratan de salvar su vida, agarrándose a los trozos de lo que parece ser un atunero hecho pedazos.
Son cuatro desventurados que son acribillados a balazos por la tripulación de un barco, asesinos que hasta ahora han quedado impunes, y que aparecen en esta grabación que alguien encontró en un móvil que dejaron perdido el pasado año en un taxi de las islas Fiji, un país insular del Pacífico Sur.
El vídeo acaba de ser publicado por ‘New York Times‘, y en el mismo se recogen hasta 40 disparos. Los tradores grian: «¡Dispara, dispara»! y ceebran entre risas la masacre para, finalmente, hacerse una selfie.
What happens when violent crimes occur at sea? http://t.co/b7uKtgPAcf pic.twitter.com/0Tn7pmKUQF
— The New York Times (@nytimes) julio 20, 2015
Varias hipótesis
Las autoridades de pesca de Taiwán creen haber identificado a un barco de su país. Interrogaron, sin éxito, al capitán.
Sospechan que se trata de una venganza sobre piratas que trataron de asaltar alguno de los barcos. En alta mar, dicen, se producen terribles ajustes de cuentas que terminan borrados de la memoria por la lejanía y la falta de autoridades.
Pero también pudo tratarse de una disputa por controlar zonas de pesca. O de la ejecución de polizones. O de ladrones que pretendían burlar el cebo de los barcos. O tal vez el desenlace fatal de un motín.
Según los historiadores y las autoridades marítimas consultadas por el New York Times, los mares se han vuelto territorios peligrosos como no se recuerda desde tiempos de la Segunda Guerra Mundial.
Las aseguradoras y los investigadores navales reportan cada año miles de muertos. Las zonas más peligrosas son el Océano Índico Occidental, el sudeste de Asia y el Golfo de Guinea, en África Occidental.
Por otro lado, la investigación de los delitos cometidos en alta mar resulta sumamente difícil. Pocos barcos patrullan las aguas y apenas hay testigos dispuestos a hablar de los delitos que han presenciado. «En el mar, el anonimato es la regla», dice un miembro de la Oficina Naval de los Estados Unidos.