Poco importa ya si fue en Irak, en Siria o en donde tengan aposentados sus santos culos, e impongan su yugo a fuego y sangre.
Son los salvajes yihadistas del Estado Islámico qe no cejan en sus ejecuciones. Esta vez la víctima es un homosexual que es acusado, además de por su ‘condición’, de «fornicador».
Tras ser atado lo suben a una especie de torre, y lo arrojan al vacío. En tierra aguarda una sádica multitud, como es habitual.
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