La llamada ‘ley para matar a los gays’, aprobada en febrero de 2015 y anulada seis meses más tarde por el Tribunal Constitucional de Uganda, parece más vigente que nunca en ese país soberano situado en África oriental.
Y es que en Uganda se la tienen jurada a los homosexuales, y cualquier excusa es buena para dar rienda suelta al odio que se les profesa, caso de las cruentas escenas que nos ocupan, grabadas durante las últimas horas en el Ditrito de Soroti.
Protesta en Kenia por la ley contra la comunidad LGTB de Uganda.
Un pobre hombre al que señalan como «un pecador gay», y que fue sorprendido robando una camisa valorada en unos 10 euros al cambio, es golpeado salvajemente por un grupo de enfurecios vecinos en mitad de la calle. Le dan con todo hasta hartarse: piedras y palos incluidos, hasta que intervienen los ‘piadosos’ policías locales, que no hacen nás que rematar la faena.
Lo suben así a una furgoneta de mala manera, quebrándole los pocos huesos que le quedan sanos.
El asesinato del conocido defensor de los derechos de los homosexuales, David Kato, que fue apaleado hasta la muerte hace cinco años, lejos de acabar con el movimiento de la comunidad LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales) lo ha reforzado, afirman sus simpatizantes.
«La situación no ha cambiado mucho desde entonces pero el clima político es algo mejor que hace cinco años»,
indica Frank Mushiga, director ejecutivo de la organización Minorías Sexuales de Uganda y un gran amigo de Kato.
«La situación es cambiante; un día todo está tranquilo y al siguiente se dan casos de violación, los políticos amenazan con impulsar una ley en contra de los homosexuales y los medios de comunicación publican artículos en contra de los gays».
Kato dedicó el último año de su vida a la lucha contra una polémica ley aprobada en Uganda que castiga las relaciones entre personas del mismo sexo con cadena perpetua y en algunos casos con la pena capital.