Jacob Wetterling tenía once años cuando el 22 de octubre de 1989 fue secuestrado por un hombre enmascarado armado con un arma de fuego en el pueblo de St. Joseph, en el estado de Minnesota (norte de EE.UU.)
La desaparición de Jacob Wetterling marcó la infancia de muchos niños en la Minnesota rural .
Nunca más se supo de él, pese a que tras su desaparición se desarrolló un operativo intensivo de búsqueda con la participación de la policía, de 200 guardias nacionales y numerosos voluntarios.
Sin embargo, la búsqueda del menor, que en momento de su secuestro iba acompañado de su hermano y de un amigo con los que había ido en bicicleta a una tienda local, tampoco cesó.
Su rostro siguió apareciendo en carteles públicos y un día cada año los vecinos de St. Joseph dejaban las luces de la entrada de sus casas encendidas para pedir por el regreso de Jacob sano y salvo.
Pero no regresará. El sábado, la policía anunció que había encontrado los restos del niño y este martes, el responsable de su secuestro y posterior muerte ha confesado su culpa ante un juez.
Danny Heinrich, un hombre de 53 años, a quien la policía había señalado como «persona de interés» en el caso Wetterling, confesó haber secuestrado y asesinado a Jacob, durante el trascurso de un juicio en su contra por posesión de pornografía infantil.
La confesión
Danny Heinrich, un hombre de 53 años, confesó haber secuestrado y asesinado a Jacob.
El testimonio de Heinrich fue «escalofriante», según la prensa local.
Ante un auditorio repleto de asistentes, entre los cuales se encontraban Jerry y Patty Wetterling, los padres de Jacob, Heinrich contó cómo usando una máscara y armado con un revolver confrontó a al niño, a su hermano menor y a un amigo, cuando iban manejando bicicleta por la carretera.
Ordenó a los otros dos niños que corrieran sin mirar atrás y le puso unas esposas a Jacob y lo montó en su auto.
«¿Qué hice mal?», preguntó el niño mientras se lo llevaba a un lugar apartado donde abusó sexualmente de él.
Heinrich aseguró que luego entró en pánico debido a las luces y las sirenas de una patrulla policial que pasaba cerca, por lo que tomó su revolver, puso dos balas dentro y le dijo a Jacob que se volteara.
Entonces disparó al pequeño.
Sospechoso desde el principio
Jerry y Patty Wetterling, los padres de Jacob, muestran una foto de su hijo.
Desde la desaparición de Jacob, Heinrich había estado en el radar de los investigadores, quienes lo interrogaron poco después del secuestro, pero nunca hallaron pruebas para incriminarlo.
Sin embargo, tampoco abandonaron el caso. En 2014, la policía revisó nuevamente un caso de asalto sexual contra un niño de 12 años ocurrido nueve meses antes de la desaparición de Jacob y que siempre habían pensado que estaba vinculado.
Gracias al uso de una tecnología que no estaba disponible en 1989, los investigadores encontraron el ADN de Heinrich en una camiseta del niño agredido, lo que les sirvió para conseguir una orden judicial para registrar la casa del hombre, donde encontraron una gran colección de pornografía infantil.
Los investigadores pudieron entonces detener a Heinrich y procesarlo por la posesión de pornografía, pues el otro caso de asalto sexual ya había prescrito.
Tras su detención, los fiscales intentaron negociar durante meses con el hombre con la esperanza de que ofreciera información sobre el caso Wetterling. Hace diez días finalmente accedió y llevó a los investigadores al lugar donde se encontraban los restos del niño.
Un caso que hizo historia
La desaparición de Jacob Wetterling marcó la infancia de muchos niños en la Minnesota rural y cambió la manera cómo los padres dejaban a sus hijos jugar libremente. También tuvo un impacto en las leyes de Estados Unidos.
«Es increíblemente doloroso para nosotros saber cómo transcurrieron sus últimos días, últimas horas, últimos minutos», dijo Patty Wetterling.
En 1994, el Congreso aprobó una ley para proteger a la infancia que ordenaba a cada estado crear un registro de los delincuentes sexuales y que lleva el nombre de Jacob Wetterling.
Detrás de esta norma legal, estaba el impulso de los padres de Jacob que crearon una fundación que desde hace 27 años se encarga de luchar por la protección de la infancia.
«Es increíblemente doloroso para nosotros saber cómo transcurrieron sus últimos días, últimas horas, últimos minutos», dijo su madre Patty Wetterling, tras la audiencia judicial.
«Para nosotros, Jacob estaba vivo hasta que lo encontramos. Necesitamos curarnos», agregó.