México tiene una de las tasas de homicidios más altas del mundo. Cuando la policía y los investigadores terminan su trabajo en la escena del crimen, ¿quién se encarga de limpiar la sangre?
Donovan Tavera es el primer «limpiador forense» del país. Según le cuenta a la BBC, su fascinación por la sangre comenzó desde que era muy joven.
Este es su testimonio.
«He inventado más de 300 fórmulas distintas para limpiar la sangre».
Tenía 12 años la primera vez que vi un cadáver. Temprano en la mañana oímos que alguien había muerto en nuestra calle. Salimos a ver. El hombre no tenía camisa.
Los signos de violencia eran evidentes. Quedé impresionado por los hilos de sangre que corrían calle abajo. Pero no me dio miedo, sólo sentí curiosidad. Y fue así como empezó mi fascinación por la sangre.
Junto a curiosos como nosotros había policías e investigadores. Esperé a que alguien viniera y limpiara la sangre, pero nadie vino. Un poco de esa sangre corrió hacia nuestro edificio y mi mamá la limpió con agua.
Le pregunté: «¿Quién limpia la sangre después de un asesinato?». Hice muchas preguntas ese día.
Cuando mi padre regresó del trabajo también lo interrogué: «¿Qué pasa con la sangre después de un homicidio? ¿Cómo la limpian?». Seguí durante días, hasta que me dijo que dejara de hablar de eso.
Decidí averiguar por mi cuenta. Fui a la biblioteca y tomé un libro sobre medicina, pero era muy general. Entonces, encontré otro sobre medicina forense. Leí sobre el proceso de la muerte y lo que le ocurre al cuerpo. Aprendí mucho.
Me convencí de que si hay alguien encargado de llevarse el cadáver de la calle, también debe haber un profesional para limpiar la sangre. Un asesinato no es igual a un accidente. En un homicidio hay mucha sangre y ésta puede causar enfermedades.
Experimentos
Cuando tenía como 17 años empecé a experimentar. Fui al carnicero. Compré hígado de vaca y huesos. Ya en casa, empecé a investigar cómo limpiar la sangre.
Así fue cómo me convertí en limpiador forense.
«Normalmente uso audífonos, porque la música me ayuda con la concentración».
En el transcurso de los años he inventado más de 300 fórmulas distintas para limpiar la sangre. Con el tiempo he perfeccionado algunas. Otras no han cambiado desde la primera vez que las usé.
Necesitas distintos métodos, según lo que vayas a limpiar. Objetos personales como relojes o anillos no se limpian del mismo modo que la alfombra de un auto.
Todo depende de cómo y cuándo murió la persona.
Podría ocurrir que un cadáver quede tirado en un baño durante una semana, en un ambiente húmedo. O podría tratarse de un hombre ahorcado con su propia corbata. Habría que considerar si hay otros fluidos como semen o heces.
Por eso, antes de acudir a un sitio, pregunto qué pasó y dónde se encuentra el cuerpo. También necesito saber si la persona muerta estaba enferma y si hay algún riesgo de contaminación. Así puedo planificar mi trabajo con antelación.
Soy la última persona en acceder a la escena del crimen. Llego después de que la policía se ha ido y el funeral ha terminado. Las familias de los difuntos suelen verme como una especie de terapeuta emocional.
Al principio me afectaba a nivel personal. Pero a estas alturas los escucho respetuosamente por un rato y luego me pongo a trabajar.
Normalmente uso audífonos porque la música me ayuda con la concentración.
Siempre escucho lo mismo: «Tristán e Isolda», de Richard Wagner; The Number of the Beast («El Número de la Bestia), de Iron Maiden; Paranoid, de Black Sabbath.
Con la ópera me relajo y me preparo mentalmente, pero una vez que me pongo el uniforme y empiezo a limpiar, lo que quiero escuchar es heavy metal.
Ciencia forense y algo más
Sólo puedo empezar con mi labor una vez que las autoridades lo permiten. No puedo trabajar sin una declaración legal que autorice la presencia de alguien ajeno a la investigación en la escena del crimen.
«Después de que la casa está completamente limpia y el olor se ha ido, el estado mental de esas personas cambia».
Hubo ocasiones en las que me llamaron para un trabajo sin esos documentos. A cambio me ofrecieron dinero, buen dinero.
Al final, cuando les digo que no puedo trabajar sin la autorización de la policía, cuelgan el teléfono rápidamente. No sé si han sidobromistas o verdaderos criminales.
En general, quienes me contratan han pasado por situaciones muy dolorosas. Desde el momento en que encuentran el cadáver hasta que todo termina tienen que convivir con la sangre en las paredes, en el suelo o en el baño… y con el olor.
Después de que la casa está completamente limpia y el olor se ha ido, el estado mental de esas personas cambia.
A menudo lloran de alivio. No tienen que seguir conviviendo con algo tan traumático. Aunque continúa siendo extremadamente doloroso, al menos se han liberado de una carga bastante pesada.
El peor crimen que me ha tocado limpiar fue un homicidio múltiple en Ciudad de México. Cuatro personas murieron apuñaladas.
Los rastros que vi mostraban señales de pánico e intentos de autodefensa. Había mucha furia y desesperación en ese lugar. Tardé más de 10 horas en limpiarlo todo y tuve que entregar la casa el mismo día.
Mi cliente estaba devastado, pero al final recuperó la casa sin una sola huella de lo que había pasado.
Creo que mi trabajo ayudó de alguna manera. Esa persona me agradeció de una manera muy sincera. La atmósfera cambió totalmente, se hizo más ligera, como si todo hubiera sucedido hacía mucho tiempo y sólo quedara un recuerdo lejano.
Nunca pensé que este trabajo sería mi sustento.
Ni siquiera sabía que una profesión así podía existir… hasta que yo mismo me enseñé cómo hacerlo.