El tipejo se llama Gary McKenzie, tiene 22 años, y se enfrenta a un juicio en Reino Unido por un supuesto caso de ‘bullying’ que no tiene ni pizca de gracia: se pedorreó en la cara de un niño, y no contento fue a por otro y trató de asfixiarle, esa vez con una almohada. Para rematar la faena le dio un chupetón en un ojo, y se lo dejó morado.
Según da cuenta ‘Metro‘, el abogado Paul Abrahams, que representa a la acusación, afirma que, según declara su cliente:
«El acusado incluso se bajó los pantalones y se inclinó levemente para que la ventosidad fuese dirigida a donde él quería».
Sin embargo, el pedorro da otra versión. Según su escrito de defensa, estaba subiendo las escaleras cuando la ventosidad «simplemente se le escapó» y, casualmente, el niño estaba subiendo tras él por lo que estaba en «una posición desafortunada» cuando se produjo el incidente.
Sobre los sucesos por los que ha sido denunciado por el otro chico, el joven asegura que era un simple «juego divertido». El chico, que ha denunciado, por supuesto, no opina lo mismo y describe a Gary como alguien «muy cruel».