Ahí están, con su encendido discurso al dictado de sus descerebrados maestros yhadistas, pistolones en bandolera pisando territorio iraquí, y dispuestos a todo gracias a su manifiesta miopía.
Les llaman los «herederos» rusos, y sirven esta ocasión para cargar tintas contra Putin y la alianza del presidente ruso con su homónimo sirio, Asad Bashar al Asad, al que culpan de casi todos sus males. Pero tanto da, cualquier excusa es buena para justificar sus atroces acciones: en esta ocasión son ejecutados cuatro prisioneros por sendos niñatos, uno de ellos con gafas. Vaya usted a saber de qué son culpables.
Tras ‘desembarcarlos’ de un utilitario que conduce el más avispado, les descerrajan un tiro en la cabeza y contemplan cómo van cayendo sin vida a una especie de arroyo.