Era una visita rutinaria a su abogado luego de su divorcio. Ocurrió en Shieffield Village, en Ohio, cuando una mujer fue a ver a Michael W. Fine, de 59 años, su abogado, para hablar acerca de la custodia. Charlaron y ella le pagó 1.500 dólares por su servicio. Era trabajo, como siempre. Al menos, eso pensaba ella.
Cuando se fue, notó que su sujetador estaba mal puesto y su área vaginal estaba mojada, de acuerdo con los documentos de la corte. Tratando de profundizar, se dio cuenta de que sus recuerdos de lo que había ocurrido en esa sala eran poco claros. Sucedió una y otra vez. Cada vez, su corpiño estaba misteriosamente desabrochado y la zona cercana a su vagina, húmeda o mojada. Estaba confundida, preocupada.
Se preocupó tanto que en septiembre de 2014 reportó el extraño caso al Departamento de Policía de Sheffield Village. Fue entonces cuando comenzó a grabar sus encuentros con Fine. Luego de una reunión en particular, se fue con la misma misteriosa sensación, pero sólo recordaba hablar sobre «asuntos legales».
Luego puso la cinta para escuchar. Fue entonces que escuchó una «discusión altamente sexual» entre ella y Fine, en la cual el abogado dijo que le daría «el más asombroso placer» y que la haría «experimentar un orgasmo masivo». En un momento, él le dice que ella estaba «empapada» y que él sería «su maestro y ella su alumna».
«Puedo hacerlo contigo todo el tiempo. Soy el único que sabe cómo desencadenarlo», le comentó, de acuerdo con los documentos judiciales. Varias veces, le pidió que la próxima vez llevase un vibrador. «Sólo recordarás lo que hablamos sobre tu caso hasta que nos veamos de nuevo mañana. ¿Entiendes?», concluyó Fine.
La mujer no recordaba nada de eso. Volvió al Departamento de Policía, donde el oficial José Soto escuchó la grabación y le sugirió que cancelara la próxima reunión.
La Oficina del Fiscal del Condado decidió que la mujer llevara un micrófono y una cámara oculta para grabar su encuentro con Fine. Casi inmediamente que la reunión comenzó, el abogado «puso en trance a la mujer».
De nuevo, comenzó a hablar en términos sexuales explícitos, algunos de los cuales sonaban como reglas: «Puedes tocarte libremente»; u órdenes tales como: «Vas a sentir tal atracción y excitación que vas a exigir que te toque y me toques».
Fine dice: «A la cuenta de tres, no podrás controlarte. Seguirás siendo voraz, increíblemente caliente, asombrosamente, increíblemente excitada e insistirás en que te toque de cualquier manera que te traiga placer». En el video aparece frotando su hombro. Las cosas no continuaron porque la policía irrumpió en el lugar.
Otra mujer, a quien también se le conservará el anonimato, tuvo una experiencia similar. Durante su primer reunión con Fine, hizo comentarios sobre su aspecto físico. También le preguntó si sentía que sus brazos estaban «livianos» y le dijo que se «enfocara en su voz mientras contaba regresivamente», de acuedo con documentos de la corte. La mujer creyó que Fine quería hipnotizarla.
En otra denuncia contra el abogado, una víctima describió cómo realizó la hipnosis. Bajo el disfraz una «meditación» y de «atención plena», le pedía que se sentara en una silla, realizara unos cuantos ejercicios de respiración y cerrara los ojos. A veces, le pedía que mirara el espacio entre sus dedos. Se cree que hizo lo mismo a otras víctimas.
En septiembre se declaró culpable. Admitió usar su familiaridad con la hipnosis para controlar a seis mujeres, forzarlas a atender sus deseos sexuales contra su voluntad. El lunes, Fine fue sentenciado a 12 años de prisión.