A la greña desde el año 632 cuando la muerte del profeta Mahoma derivó en una pugna por el derecho a liderar a los musulmanes, los suníes y la minoría chií, -que se tradujo precisamente y hace escasas horas en una matanza de órdago en Kabul, con 32 muertos y 85 heridos en una ceremonia religiosa de la etnia hazara-, siguen enzarzados en Irak, donde los primeros mentados se hartan a apretar el gatillo en ejecuciones sumarias de civiles que ponen los pelos de punta.
Atentado en Kabul
El vídeo que abre estas líneas, grabado el 19 de noviembre de 2016, bajo el título de ‘Los nietos de al-Baraa’, da fe de ello. En el escenario de un devastado sur de Bagdad, cuatro chiítas ‘de a pie’ aguantan entre respiraciones entrecortadas el sermón que les suelta un charlatán verdugo del ISIS, que les prepara a su manera y si convencerlos demasiado para que se vayan con Alá felices, y con todas las bendiciones. Les acusa de «apóstatas».
Así, filmados con gafas de visión nocturna, son abatidos a tiros de fusil tiñiendo de sangre las verdes escenas que se amplían con vehículos volando por los aires, merced a las bombas que a destajo lanzan desde sus posiciones las bestias del autodenominado Estado Islámico.