El polaco Lukasz Robert Urban, de 37 años, trató de defenderse del terrorista que este lunes 19 de diciembre de 2016 arrolló con su camión a decenas de personas en el mercado de navidad Breitscheidplatz, en el barrio Charlottenburg de Berlín, donde murieron 12 y más de 50 resultaron heridas. ([VÍDEO] El rastro de sangre que dejó el desconocido asesino del camión en Berlín).
Ariel Zurawski, primo de la víctima
El hombre asesinado estaba casado y tenía un hijo de 17 años. Fornido, con un peso de 120 kg y una altura de 1,83 m, la víctima se habría resistido ferozmente, de acuerdo con lo señalado a los medios de comunicación polacos por Ariel Zurawski, patrón de la empresa transportista para la que trabajaba el conductor y primo de este.
La última foto tomada al infortunado chófer
«Una sola persona no hubiera podido con él», aseguró.
Zurawski detalló que recibió una llamada el lunes por la noche de la Policía de Polonia para identificar a la víctima en una foto. «Se veían marcas de golpes, era evidente que había luchado. Su rostro estaba ensangrentado, hinchado. Tenía una herida de arma blanca», indicó.
«La policía me dijo que también tenía una herida de bala», agregó.
El resto de la familia está en estado de «conmoción». El padre de la víctima debió ser trasladado a un hospital en ambulancia, mientras que las autoridades prefirieron no mostrar a su mujer la foto del cuerpo.
Zurawski comentó que su primo se encontraba en la carretera desde hacía una semana y media y había llegado a Berlín desde Italia transportando 24 toneladas de elementos de acero.
Normalmente, tendría que haber descargado el material enseguida, como estaba previsto, pero la empresa receptora pidió hacer esta operación al día siguiente.
«Quería regresar a cualquier precio el jueves como muy tarde, para comprarle un regalo a su mujer», sostuvo el patrón de la compañía transportista.
Minutos antes de ser atacado, el conductor estacionó el camión frente al depósito del cliente, «en un barrio extraño en el que los únicos alemanes son los de las oficinas, y todo el resto son musulmanes».
Luego comió un kebab (sándwich tradicional de los países árabes, sobre todo, relleno de diferentes carnes) e incluso se tomó una foto en la que aparecía sonriente.
El último contacto telefónico del chofer fue con su mujer a las 15, hora local (13 GMT). Hablaron poco, puesto que ella todavía se encontraba trabajando y quedaron en llamarse una hora más tarde. Pero a las 16 ya no respondía el teléfono.
Gracias a su sistema GPS, se descubrió que el camión fue puesto en marcha a las 15:45, pero sin salir del lugar, haciendo pequeños movimientos hacia adelante y hacia atrás, «como si alguien estuviera aprendiendo a conducirlo».