Es una masacre sin precedentes. Ya se contabilizan más de cien presos asesinados durante estos últimos días en las cárceles de Brasil, donde se enfrentan armados hasta los dientes por el control del narcotráfico las facciones del Comando Vermelho, Familia do Norte (FDN), -que tiene un gran poder en la región norte del país-, y el Primer Comando de la Capital (PCC), asentado en Sao Paulo.
En estos momentos el principal foco del conflicto se centra en la cárcel de Alcaçuz, ubicada en la región metropolitana de Natal, que sigue en manos de hambrientos y desesperados reclusos.
Cercados en un pabellón de unidad, controlado por la segunda banda mencionada, no saben qué hacer para librarse de un grupo de policías que permanece en una especie de patio que separa a ese ala del centro penitenciario de otras dos, controladas por el Comando Vermelho de Río de Janeiro, otra de las feroces organizaciones criminales más grandes del país.
Los miembros del PCC, que pretenden invadir otras dos áreas del complejo penitenciario, se han vuelto locos y les da ahora por comerse a todos los muertos, tal y como dan fe las atroces imágenes que abren estas líneas.
Así, improvisan en el patio una especie de barbacoa, donde asan los jirones de carne de sus enemigos entre sangrientas consignas y desesperados llamamientos y amenazas.