Lo de Brasil no tiene nombre. En los últimos 60 años, más de un millón de brasileños ha participado en un linchamiento, según la estimativa realizada por el sociólogo José de Souza Martins en el libro ‘Lichamientos – La justicia popular en Brasil’, donde aborda el tema en profundidad, y en que achaca el fenómeno a «la insuficiencia y la lentitud de la justicia formal están frecuentemente detrás de las ocurrencias» (Brasil: Terrorífica matanza en una cárcel donde mutilaron a 60 reclusos).
Sea como fuere, el caso es que los mismos están a la orden del día, y no se salva ni el ratero más tirado, caso que nos ocupa, donde un pobre delincuente que se dedicaba a robar fruta en un comercio, es golpeado hasta la muerte por una horda y luego quemado (Colombia: Salvaje linchamiento a un indigente cuando se robaba a un niño).
Afortunadamente para él, si cabe, ya estaba difunto cuando las llamas comenzaron a prender sobre su cuerpo, en medio de una vorágine de vecinos sedientos de sangre.
Sucedió durante estas últimas horas en Fortaleza, municipio brasileño y capital del estado de Ceará.