Ha llegado la hora de la venganza.
El primer ministro de Irak, Haidar al Abadi, ordenó en junio de 2018 ejecutar «inmediatamente» a todos los fanáticos del ISIS condenados a pena de muerte por «terrorismo» y cuyas sentencias son ya definitivas.
Y en todos los rincones del país, sobre todo en las onzas donde cometieron sus fechorías, los milicianos gubernamentales se han puesto a la tarea.
Centenares de miembros del grupo yihadista Estado Islámico o sospechosos de colaborar con él, entre ellos extranjeros, han sido arrestados en los últimos meses en operaciones militares contra el EI y varios de ellos han sido condenados a muerte.
Las fuerzas gubernamentales iraquíes no pierden ocasión de castigar a los yihadistas que consiguen atrapar, cas que nos ocupa, donde uno de ellos es obligado a ponerse de rodillas para ser acribillado con un AK-47 con los ojos vendados.
Su cadáver es luego subido a una camionera para ser tirado a un vertedero. Los soldados le acusaban de haber matado a una familia de la zona a sangre fría.
«Prometimos a los ciudadanos (iraquíes) acabar con estas células y seguimos con nuestra tarea, para asestar golpes fuertes a las células terroristas».
Según Al Abadi, el EI no controla ninguna zona del territorio iraquí, aunque hay elementos «escondidos en las montañas que fueron usadas desde hace mucho tiempo por los terroristas como refugios».
No ha precisado dónde.
En diciembre de 2017, el Gobierno anunció el final de la guerra contra el EI en el país, que se prolongó tres años después de que el grupo conquistara casi la mitad del territorio del país, pero la actividad terroristas persiste y con ella la caza y captura de yihadistas.
LA SITUACIÓN EN LA VECINA SIRIA
Un año después de que una alianza de combatientes sirios respaldada por Estados Unidos expulsara al grupo del Estado Islámico (ISIS) de la ciudad norteña de Raqqa, los civiles traumatizados aún viven con el temor de los atentados casi diarios.
«Todos los días nos despertamos con el sonido de una explosión», dijo el residente Khaled al-Darwish.
«Tenemos miedo de enviar a nuestros hijos a la escuela … no hay seguridad».
El brutal gobierno de los jihadistas en Raqqa se terminó en octubre de 2017 después de una ofensiva terrestre de meses de duración por parte de las Fuerzas Democráticas Sirias, lideradas por los kurdos, apoyadas por ataques aéreos de una coalición liderada por los Estados Unidos.
Pero a pesar de los bloqueos de carreteras en cada esquina, el SDF y las Fuerzas de Seguridad Internas recién creadas de la ciudad están luchando para contener la infiltración de las células de ISIS.
Un año después de que una alianza de combatientes sirios respaldada por Estados Unidos expulsara al grupo del Estado Islámico (ISIS) de la ciudad norteña de Raqqa, los civiles traumatizados aún viven con el temor de los atentados casi diarios.
“Todos los días nos despertamos con el sonido de una explosión”, dijo el residente Khaled al-Darwish.
“Tenemos miedo de enviar a nuestros hijos a la escuela … no hay seguridad”, agregó.
El brutal gobierno de los jihadistas en Raqqa se terminó en octubre de 2017 después de una ofensiva terrestre de meses de duración por parte de las Fuerzas Democráticas Sirias, lideradas por los kurdos, apoyadas por ataques aéreos de una coalición liderada por los Estados Unidos.
Pero a pesar de los bloqueos de carreteras en cada esquina, el SDF y las Fuerzas de Seguridad Internas recién creadas de la ciudad están luchando para contener la infiltración de las células de ISIS.
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Un año después de que una alianza de combatientes sirios respaldada por Estados Unidos expulsara al grupo del Estado Islámico (ISIS) de la ciudad norteña de Raqqa, los civiles traumatizados aún viven con el temor de los atentados casi diarios.
“Todos los días nos despertamos con el sonido de una explosión”, dijo el residente Khaled al-Darwish.
“Tenemos miedo de enviar a nuestros hijos a la escuela … no hay seguridad”, agregó.
El brutal gobierno de los jihadistas en Raqqa se terminó en octubre de 2017 después de una ofensiva terrestre de meses de duración por parte de las Fuerzas Democráticas Sirias, lideradas por los kurdos, apoyadas por ataques aéreos de una coalición liderada por los Estados Unidos.
Pero a pesar de los bloqueos de carreteras en cada esquina, el SDF y las Fuerzas de Seguridad Internas recién creadas de la ciudad están luchando para contener la infiltración de las células de ISIS.
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