Una abuela australiana, devastada por ver el video de su nieto de seis años siendo entrenado por el autoproclamado grupo yihadista Estado Islámico, fustigó en una entrevista televisiva al padre del menor por usarlo como «una herramienta mediática».
El domingo se difundieron imágenes que muestran a Khaled Sharrouf entrenando a su hijo de seis años sobre cómo matar a personas no musulmanas.
«¿Como se mata a un australiano?», dice una voz en off que acompaña las imágenes del niño armado con pistolas y con un cuchillo.
Sharrouf, el primer australiano en ser despojado de su nacionalidad de acuerdo con las leyes antiterroristas, se hizo conocido en 2014 cuando publicó una foto en Twitter con otro de sus hijos sosteniendo una cabeza de un decapitado.
La abuela del menor, Karen Nettleton, perdió a su hija cuando ésta decidió dejar Australia para irse a Siria en 2013 con su prole para reunirse con Sharrouf.
Según los informes existentes, la madre del niño habría muerto.
Para la abuela, estas imágenes son devastadoras.
«Todo el mundo lo va a ver y van a pensar que es un pequeño terrorista. No sé cómo su padre pudo hacerle esto. Realmente no lo entiendo», dijo el lunes por la noche a la cadena Australian Broadcasting Corporation.
«Él (Hamze) era el bebé de todos. Yo lo acunaba para dormirlo, le cantaba canciones y lo llevaba a nadar», contó apenada.
«Esto me mata, porque sé que es simplemente un niño de seis años. Yo lo conozco. Está siendo utilizado, creo que es una herramienta mediática», señaló.
Nettleton lleva tres años luchando por que sus cinco nietos vuelvan a Australia. Para ella no están perdidos para siempre en manos del grupo yihadista Estado Islámico.
«Son sólo niños, con la ayuda adecuada van a estar bien», dijo.
Australia teme el regreso a su territorio de decenas de yihadistas con pasaporte australiano que durante estos últimos años viajaron a Siria e Irak para combatir en las filas del ISIS.
Desde que el nivel de alerta fue elevado en septiembre de 2014, Canberra ha implementado varias leyes antiterroristas. Las autoridades piensan que cerca de 110 australianos viajaron a Siria e Irak, donde unos 60 habrían perdido la vida.