Una imponente aeronave en funcionamiento desde la década del setenta ha cobrado mayor protagonismo desde la asunción del presidente Trump.
Es que la escalada de tensiones entre las principales potencias del mundo, con la latente amenaza de un nuevo conflicto bélico a punto de estallar, ha puesto nuevamente el foco en el poderío bélico de cada nación para defender a su territorio, ciudadanos y sobre todo a sus mandatarios en caso de ataques ofensivos.
Dentro del insuperable arsenal de las Fuerzas Armadas de los EEUU se destaca el E-4B conocido como «Doomsday» por la expresión inglés que refiere al día del juicio final, un Boeing 747 adaptado para ser la sombra en todos momento y lugar del Air Force One y que tiene entre sus capacidades la posibilidad de operar un comando militar desde el aire en caso de estallar una guerra nuclear.
Existen un total de cuatro aeronaves E-4B que vienen siguiéndole el rastro a los presidentes de los EEUU desde 1975, sobre todo en viajes intercontinentales. El complejo equipamiento a bordo, del que no se conocen grandes detalles por obvias razones de seguridad, permite que el Comandante en Jefe y los oficiales máximos del Ejército – entre los que se encuentran el Secretario de Defensa James Mattis – puedan continuar ejerciendo sus funciones en caso de una emergencia nacional.
Las vitales aeronaves cuentan con capacidades únicas que no pueden ser duplicadas por ninguna otra aeronave de la Fuerza Aérea hoy en funcionamiento, entre las que se encuentran la posibilidad de comunicarse con cualquiera donde sea que se encuentre en el mundo, aun cuando en tierra todo método de conexión haya sido inhabilitado.
La majestuosa «ave» de aluminio transporta a la mayor tripulación de una nave militar, pudiendo albergar en tres cubiertas a un total de 112 personas entre tripulación y personal operativo.
Entre las curiosidades de los E-4B se destaca su instrumentación analógica, algo que a primera vista parecería completamente desactualizado en la era digital, pero que resulta menos vulnerable a posibles ataques electromagnéticos que inhabilitarían a los sistemas computarizados.
Otro de las curiosidades de ingeniería que han sido inmortalizadas en la pantalla grande de la mano de filmes como «La Suma de Todos los Miedos» es la posibilidad del E-4B de repostar combustible en pleno vuelo mediante una entrada en la parte superior del fuselaje, donde se encuentra la característica joroba del Boeing 747 que en las versiones de pasajeros aloja a la sección de «Primera Clase».
Esto le brinda la posibilidad a la aeronave de permanecer en el aire y completamente operacional por más de 35 horas, aunque llegado el caso el E-4B fue diseñado para poder volar ininterrumpidamente por una semana completa.
Cuando el Presidente se encuentra en suelo norteamericano una de las cuatro aeronaves en operación se encuentra lista para despegar 24 horas al día, los 365 días del año desde la base Offutt en Nebraska. En caso de que una emergencia se desate, la demora para entrar en funcionamiento sería prácticamente inexistente.
El E-B4 fue concebido en plena «Guerra Fría» en un contexto mundial en el que el estallido de un conflicto nuclear entre los EEUU y la Unión Soviética parecía algo inevitable. A pesar de que en 2006 corrieron rumores bajo el mandato del Secretario de Defensa Donald Rumsfeld de que la flota de E-4B sería puesta fuera de servicio para 2009, finalmente solo una de las naves fue retirada en febrero de 2007.
Para mayo de ese mismo año el E-B4 retirado fue puesto de nuevo en servicio dada la vital función que cumplen, considerados como la mejor herramienta para mantener al Presidente a salvo en caso de un ataque nuclear, algo que hoy día resulta invaluable con el enrarecimiento del panorama geopolítico a nivel global.