Tras la expulsión de los yihadistas del barrio 17 Taimuz, en el oeste de Mosul, las fuerzas iraquíes han descubierto una cárcel secreta subterránea, donde Daesh encerró a 25 mujeres, como muestran documentos de su cautiverio encontrados en el lugar, que aún hoy sorprende a los vecinos.
Cinco días después de que el distrito fue reconquistado de las manos del grupo terrorista, Efe tuvo acceso al interior del complejo carcelario con las fuerzas de Respuesta Rápida de la Policía Federal iraquí, que combaten en primera línea de la batalla por el control de la mitad oeste de la urbe, donde Daesh aún domina algunas zonas.
La cárcel, ubicada en el sótano de una vivienda, parece una cripta, dividida en celdas en su mayoría de cuatro por cinco metros, separadas por paredes de hierro grueso.
Cada celda contiene un lavabo y el exiguo espacio donde dormían y vivían las reclusas, que eran vigiladas con cámaras instaladas en el interior de los habitáculos.
Las imágenes eran supervisadas en una sala de control, desde la que parte un túnel que conecta con otra vivienda y que servía para introducir y sacar a las reclusas sin que fueran vistas.
En el espacio, ubicado bajo una casa de 100 metros cuadrados, fueron encerradas 25 mujeres, que según los documentos requisados en la cárcel, fueron acusadas de robo o adulterio, dos «pecados mayores» para Daesh y que son castigados por los yihadistas con la cárcel y hasta la lapidación.
Algunas fueron encerradas por levantarse el «jimar» -velo musulmán que cubre toda la cabeza, incluida la cara y los ojos-, cuando estaban de compras, una infracción por la que los terroristas también suelen castigar a las mujeres con 30 latigazos.
Otras fueron acusadas de espionaje a favor del Gobierno iraquí y de usar teléfonos móviles, algo que fue prohibido a lo largo de los más de tres años de dominio yihadista de Mosul, según explicó el comandante de la unidad de Respuesta Rápida, Abdul Rasu Hadi al Jazali.
Entre las prisioneras había dos mujeres yazidíes, una minoría religiosa con presencia en el norte de Irak y que Daesh ha perseguido desde su irrupción en la zona en 2014.
«No creíamos que había una cárcel dentro»
La cárcel fue descubierta gracias a la denuncia de dos mujeres que habían sido apresadas por Daesh y que lograron escapar después de que los extremistas prendieran fuego a la vivienda donde habían permanecido retenidas, antes de retirarse por el avance de las tropas gubernamentales.
Uno de los habitantes del barrio, Amar Subeih, aseguró a Efe que sabía que Daesh tenía una «sede» en una casa próxima a la suya, pero no se imaginó que pudiera ser un centro de detención. «Pensábamos que era un centro de seguridad solamente. Escuchábamos el ruido de aparatos eléctricos o máquinas excavadoras, pero no creíamos que habría una cárcel dentro de esa casa», detalló.
Subeih agregó que en las horas del rezo musulmán -cinco veces al día-, Daesh impedía a los vecinos acercarse a la vivienda donde se encontraba la prisión secreta.
Otros 45 civiles encerrados
Además, las fuerzas gubernamentales encontraron a otros 45 civiles, entre ellos mujeres y niños, que estaban encerrados en otra vivienda ubicada cerca de la prisión secreta y que habían permanecido en su interior hasta la llegada de las tropas.
El vecino de 17 Taimuz dijo que vio como los yihadistas empezaron a quemar las casas y zonas de donde se retiraban, ante el progreso de sus enemigos, hasta perder el control entero del barrio, que fue «liberado» la semana pasada.
En el barrio residencial permanecían pocos civiles cuando las tropas irrumpieron en él, porque desde que Daesh se hizo con el control de Mosul, en junio de 2014, muchos de sus residentes huyeron, sobre todo los altos mandos de las fuerzas de seguridad y representantes estatales.
Ahora, el barrio está totalmente destruido, después de semanas de combates, y plagado de explosivos dejados atrás por los terroristas y que la Policía Federal trata de rastrear para desactivar.
Las fuerzas conjuntas iraquíes luchan desde el pasado mes de febrero para arrebatar a Daesh la parte oeste de Mosul, mientras que la ofensiva en la mitad este de la ciudad, dividida en dos por el río Tigris, se desarrolló entre octubre y enero pasados.