Toda Italia está conmovida por la última llamada telefónica de Gloria Trevisan, de 26 años, desaparecida en el incendio de la torre de Londres junto a su novio Marco Gottardi, de 27 años. Ambos eran arquitectos de la región de Véneto que se trasladaron a Londres hace tres meses.
«Mamá, me estoy muriendo; gracias por todo lo que has hecho por mí». Esas fueron las últimas palabras de Gloria a sus padres, según ha referido la abogada de la familia Cristina Sandrin, que escuchó las grabaciones de sucesivas llamadas telefónicas.
Emanuela Disarò y su marido Loris tuvieron que sufrir la angustia atroz de escuchar a su hija, que en la madrugada gritaba pidiendo ayuda al teléfono sin poder hacer nada.
«De aquí no podemos salir, estamos bloqueados. Me duele mucho el no poder abrazarlos nunca más. Tenía toda la vida por delante. No es justo. No quiero morir. Yo quería ayudarlos. Les doy las gracias por lo que han hecho por mí. Mamá, me doy cuenta que estoy muriendo. Iré al cielo. Los ayudaré desde allí»,
dijo Gloria en su última llamada, a las 4.07 de la madrugada.
«He llorado. Se escucha a la joven contar paso a paso lo que iba sucediendo», dijo la abogada Cristina Sandrin.
Además del dolor por la muerte de su hija y del novio, los padres llevan en su corazón el terrible recuerdo de sus gritos desesperados en sus últimos minutos de vida.
La madre ha contado que su hija se vio obligada a emigrar para realizar el sueño de trabajar de arquitecto porque, pese a obtener la licenciatura con la máxima nota, no encontraba trabajo o le ofrecían un salario humillante.
«Después de lograr la licenciatura con 110, en Veneto le proponían trabajar por 300 euros al mes. Pero Gloria no quería ser una carga para nosotros y decidió marcharse al extranjero con Marco. En pocas semanas tuvo ocasión de ganar 1.800 esterlinas (2.100 euros) al mes. Londres le supo ofrecer lo que merecía por sus capacidades»,
contó la mujer.
También el padre Loris expresó su dolor y rabia culpando al Estado por la emigración a la que se ven obligados muchos jóvenes ante la falta de trabajo en Italia, donde el paro juvenil alcanza el 39%. «Es culpa del Estado, que obliga a nuestros hijos a escapar al extranjero para encontrar un trabajo», afirmó con desesperación el padre de Gloria.
Hoy Loris y Emanuela sólo tienen un deseo: que se encuentren los restos mortales de su hija y de su novio para darles sepultura y un digno adiós.