"Profesaba el sufismo (doctrina mística del islam), era un filósofo, un poeta, y un escritor de nacimiento. También era muy cariñoso. Hablaba de la paz, de la paciencia y de la no violencia"
Fue un acto brutal captado en vídeos que circularon en internet (‘El Jueves’ se arruga con el Islam pero se burla de los católicos por Semana Santa: «Adultos frikis que pasean muñecos»).
Un linchamiento en el campus de una universidad (Así dan los islamistas indonesios 166 latigazos a una pareja gay por follar en casa ).
La víctima, Mashal Khan, de 23 años, era conocido como un estudiante estrella, alguien que se describía a sí mismo como un humanista.
Pero una multitud enardecida lo acusó de blasfemo. Sus atacantes no eran desconocidos, eran sus compañeros de la universidad, jóvenes educados de entre 20 y 25 años.
El padre de Mashal, Iqbal Khan, cree que será muy difícil encontrar justicia para su hijo.
Ocurrió en la pequeña ciudad de Mardan, en el norte de Pakistán, donde al igual que en el resto de este país musulmán, la blasfemia es considerada un crimen.
El hecho ha vuelto a encender la polémica sobre las controvertidas y estrictas leyes de blasfemia en el país.
Y se ha dicho que el asesinato demuestra cómo estas leyes, que establecen que la blasfemia es un crimen que debe castigarse con la muerte, a menudo se usan como un pretexto para usar la violencia para llevar a cabo venganzas o saldar disputas personales.
Mashal había pasado un año estudiando ingeniería en Rusia y cuando regresó a su país decidió estudiar periodismo.
«Inicialmente quería ser ingeniero, pero después decidió convertirse en periodista, quería exponer las injusticias sociales», le dice a la BBC, Iqbal Khan, el padre de Mashal.
«Profesaba el sufismo (doctrina mística del islam), era un filósofo, un poeta, y un escritor de nacimiento. También era muy cariñoso. Hablaba de la paz, de la paciencia y de la no violencia».
La Universidad de Abdul Wali Khan, en Mardan, donde Khan estudiaba periodismo, es una de las instituciones más nuevas de Pakistán. Tiene unos 12.000 estudiantes.
Los amigos de Mashal cuentan que sobresalía entre los estudiantes por su inteligencia y por sus opiniones liberales.
Tenía su dormitorio decorado con afiches de Karl Marx y el Che Guevara y con consignas como «La libertad es el derecho de cada individuo».
«Cuando lo conocí pensé que era un genio, por la forma como hablaba en la clase. Solía leer a Karl Marx, era un gran aficionado de Karl Marx», cuenta su amigo, Faheem Alam Khan.
«Solía entablar debates con estudiantes más conservadores. Él se describía a sí mismo como «musulmán liberal».
Con el tiempo, dice Faheem, los debates se convirtieron en amenazas.
«Frente a mi nunca dijo nada blasfemo. Pero solía discutir con fanáticos religiosos y él lo sabía. Las discusiones eran sobre el islam y la región».
Faheem cuenta que en uno de esos debates estalló un pleito. «Entonces lo amenazaron y lo acusaron de ateo y agnóstico».
Mashal sabía que tenía que dejar de expresar sus opiniones pero eso iba en contra de su naturaleza.
«Se lo dijimos varias veces, pero creo que era algo que no podía hacer. Era una persona abierta y franca», cuenta su amigo.
Penada con la muerte
La blasfemia es uno de los asuntos más delicados de Pakistán. Hay estrictas leyes establecen que cometer blasfemia es considerado un crimen y legalmente penado con la muerte.
Aunque las autoridades nunca han ordenado una ejecución por blasfemia, decenas de personas han sido asesinadas por grupos de atacantes que las acusan de cometer blasfemia.
Algunos defensores de derechos humanos aseguran que estas leyes a menudo se usan para atacar injustamente a las minorías religiosas o para saldar vendettas personales.
«Hubo una época en Pakistán en que si alguien quería tomar represalias contra una persona o la quería muerta, se contrataba a un asesino a sueldo, un sicario», le dice a la BBC, Jibran Nasir, abogado y activista de derechos humanos.
«Hoy en día, sólo basta con propagar el rumor de que esa persona ha cometido blasfemia. Y o la matan o la fuerzan a salir del país«, agrega.
El padre de Mashal piensa que una entrevista en la TV local pocos días antes de su muerte, en la que Mashal aparece criticando la supuesta mala administración en la universidad, condujo a una conspiración en su contra.
También hay evidencia de que algunos estudiantes involucrados en la política, celosos de la influencia de Mashal, lo querían fuera de la universidad.
Tal como señala Secunder Kermani, corresponsal de la BBC quien estuvo en Mardan, es difícil saber qué fue lo que condujo al brutal asesinato.
«Lo que se sabe es que muchos de los tomaron parte en el linchamiento creían firmemente que Mashal era blasfemo», afirma.
El linchamiento
El 13 de abril, una multitud de cientos de estudiantes comenzaron a marchar por el campus de la universidad gritando consignas religiosas. Estaban buscando a Mashal Khan.
Sus amigos trataron de advertirle que la multitud lo buscaba. La BBC tuvo acceso a los últimos mensajes de texto de Mashal.
En uno de ellos dice: «Están diciendo falsamente que insulté al Profeta«.Un amigo le pregunta: «¿Qué está pasando ahora? Mashal, ¿dónde estás?».
Mashal no volvió a responder.
La multitud irrumpió en su dormitorio derribando la puerta.
Lo golpearon, lo arrastraron por las escaleras del edificio, le dispararon, en el vestíbulo la multitud lo rodeó y siguió pateándolo y golpeándolo con tablas de madera de madera mientras él yacía en el suelo mal herido.
Estos últimos minutos de su vida quedaron grabados en videos que fueron publicados en internet.
Se dijo que la policía, que estaba presente, no pudo o no quiso involucrarse para salvarlo.
«Gritaban: «Únete y golpéalo. Alá te recompensará. Patéalo. Se les veía contentos. Cuando lo golpeaban estaban contentos», dice su amigo Faheem.
Unos 40 estudiantes que aparecen en los vídeos del linchamiento, han sido arrestados y decenas de ellos encarcelados. Algunos son miembros de organizaciones estudiantiles religiosas.
El asesinato conmocionó al país.
«Es difícil entender qué es lo que condujo a la muerte de Mashal», explica Secunder Kermani, corresponsal de la BBC.
«¿Qué fue lo que los estudiantes encontraron tan ofensivo y blasfemo? ¿qué fue lo que dijo Mashal que causó tanta violencia?», agrega.
Kermani habló con uno de los acusados que actualmente está en prisión, Imran, también estudiante de periodismo, quien supuestamente le disparó a Mashal. Según le dijo a la BBC, no tiene ningún arrepentimiento de lo que hizo.
«Abiertamente me dijo que él cree que Mashal Khan merecía morir», afirma el corresponsal.
No es el único. Los acusados del asesinato tienen varios simpatizantes.
Después de que fueron encarcelados hubo una manifestación para apoyarlos en la gritaban que Mashal era blasfemo. Entre los que dirigían la manifestación estaba un exdiputado, Shuja ul Mulk, una importante figura de un partido islamista local.
«Dijo muchas cosas blasfemas», le comentó a la BBC. «No estaba buscando clarificación; estaba predicando y alentando la blasfemia».
La BBC le preguntó si lo que Mashal dijo o no dijo justificaba haberlo matado de esa forma.
«La justificación es un asunto distinto. Son las cortes y los jueces los que tienen que decidirlo».
Y agregó: «Una persona muerta no debe ser tratada de esa forma. Ni la Sharia ni el Islam permiten esas acciones«.
«Si hay que matar a alguien como castigo hay que hacerlo rápido y sin dolor. Y hay que enterrarlo después», expresó Shuja ul Mulk.
Y a pesar de que las investigaciones de la policía no han encontrado evidencia de que Mashal cometió blasfemia, Shuja ul Mulk está convencido de que sí lo hizo.
«Declararlo un mártir es tan blasfemo como la blasfemia que cometió», dice. Y asegura que no habrá ningún cambio en las leyes sobre blasfemia.
«Si alguien intenta enmendar esta ley habrá reacciones y protestas. Pakistán no sobrevivirá un solo día».
Hasta ahora ningún partido político está llevando a cabo esfuerzos serios para abolir la ley sobre blasfemia.
Este es un asunto tan delicado en este país, que todos saben que habrá una resistencia popular enorme.
«Por eso es tan peligroso este asunto, porque estas leyes, de hecho, son sumamente populares entre la gente común y corriente en este país» explica el corresponsal de la BBC.
Mientras tanto, la universidad, que volvió a abrir sus puertas después del asesinato, admite haber fracasado al permitir que sus estudiantes pensaran que era aceptable linchar y matar a alguien de esta forma tan brutal.
«Es un fracaso de la Universidad Abdul Wali, pero también es un fracaso del sistema educativo de Pakistán», le dijo a la BBC, Shiraz Parasha, presidente del departamento de periodismo de la universidad.
«También es un fracaso del sistema social y político de Pakistán y un fracaso de toda la sociedad paquistaní«.