La conmoción es total en Brasil tras el caso de Rhuan Silva, un niño de apenas 9 años que fue apuñalado al menos doce veces mientras dormía y decapitado aún cuando estaba vivo.
Los hechos habrían ocurrido el pasado 31 de mayo de 2019, cuando la madre de Rhuan, Rosana Cândido de 27 años, y su pareja Kacyla Pessoa de 28, acordaron cometer el crimen.
Según han destacado autoridades brasileñas, hace un año Rhuan fue sometido a una cirugía por su madre y su novia, pues su intención era rebautizarlo como niña, vistiéndolo de mujer y dejándole el cabello largo.
Ante el rechazo del niño, las mujeres lo mantuvieron en cautiverio severo y lo asesinaron a sangre fría. Los detalles macabros acerca del asesinato y el intento de las mujeres de ocultar su crimen conmocionaron a Brasil y pusieron de reflejo la creciente violencia que se da en el ámbito familiar.
La violencia en Brasil es generalizada. En el país no hay declarado ningún conflicto bélico pero se mata a más ciudadanos que en muchos países en guerra. Solo en 2017 se registraron 63.880 homicidios: es decir, 175 personas asesinadas al día a un ritmo de siete por hora. De estas muertes, 4.539 fueron de mujeres y 1.133 formaron parte de casos de violencia doméstica.
Las violaciones también subieron un 8,4%: fueron 60.018 en esos 12 meses.
En Brasil la violencia es un drama cada vez más preocupante. Por ejemplo, el país ocupa el séptimo lugar en el mundo en femicidios, con 4,4 muertes por cada 100.000 mujeres.
La ley brasileña de violencia doméstica data de 2006 y es considerada una de las mejores del mundo, fue apoyada por el entonces presidente Luiz Inácio Lula da Silva, sin embargo, no ha podido se implementada adecuadamente. En un informe anual de este año, Human Rights Watch señala que «a fines de 2017, había más de 1,2 millones de causas de violencia doméstica pendientes en los tribunales», además destaca que «la policía brasileña no investiga adecuadamente miles de casos de violencia doméstica cada año y muchos nunca son procesados».