Música

Las duras declaraciones de Viru Kumbieron: «Por abortar, Dios me hizo perder a mi segundo hijo»

Las duras declaraciones de Viru Kumbieron: "Por abortar, Dios me hizo perder a mi segundo hijo"
Johana Rodríguez, mejor conocida como Viru Kumbieron, referente de la cumbia colombiana romántica.

Viru Kumbieron ha llevado una vida llena de sabores agridulces, desde su infancia ha pasado por momentos durísimos, aunque a la vista de su público y de sus más fieles seguidores todo parezca color de rosas.

Johana Rodríguez nació en Chancay, Perú, una ciudad portuaria a 80 kilómetros al norte de Lima. Pero vivió casi toda su infancia en Peralvillo, un pueblo humilde en el mismo distrito. Su papá murió cuando era una niña de cinco años. A los 15, estando en pareja, quedó embarazada. Llegó a la Argentina escapando de una realidad económica y familiar angustiante. Nada era fácil: llegar a un país nuevo con una hija pequeña y sin trabajo.

Ya desde pequeña Johana deseaba ser cantante. Y en eso andaba, persiguiendo sus sueños, cuando la convocó Pablo Lescano, el líder del grupo de cumbia Damas Gratis. Con las canciones «No te creas tan importante» y «Me vas a extranar» hechas a dúo, Viru Kumbieron -su nombre artístico- logró la popularidad. Y desde ese entonces, su vida cambió para siempre. Aunque como bien se encarga de aclarar, detrás del éxito no siempre está la felicidad.

—¿Cómo fue tu infancia?

—Pasé por muchas cosas, pasé por la rebeldía. Mi papá falleció cuando yo tenía cinco años, y como mi mamá trabajaba, nosotros nos quedamos con mi mamita, que sería mi abuela paterna; ella se hacía cargo de nosotros.

—¿Qué cosas hacías de rebelde?

—Me escapaba, no hacía caso. Me buscaban la noche porque era una familia autoritaria. Vivía con mis abuelos, entonces por ahí salíamos del colegio a las cinco, mi abuela nos estaba esperando afuera a las cinco y media porque había cierta distancia del colegio a casa, y si llegábamos tarde, mi abuelo empezaba con los insultos. Pero eso a mí me hizo más fuerte. Creo que de mis tres hermanos siempre fui la más rebelde. Mi abuelo era muy violento con mi mamita…

—¿Le pegaba a tu abuela?

—Sí. Nosotros llegábamos a escondernos debajo de la cama porque era demasiado, y todo era con ella. Y por ahí con mis tíos también. Yo sé que va a ser muy fuerte porque mis paisanos van a ver esto que les estoy contando, porque yo no le guardo reconocer a mi abuelo.

—¿Ahora quizás entiendes por qué te escapabas, por qué hacías lo que hacías?

—Yo quedé embarazada a los 15 años.  Mi hija nació en enero y en febrero yo cumplía los 16. Por eso es que decidí salir de mi casa, hacer una familia. Estaba totalmente equivocada porque pensaba que al salir de ahí iba a cambiar mi vida, pero no. Yo seguía yendo al colegio, incluso me llevaban a Camila para darle la teta en el recreo…

—Al tiempo perdiste un bebé.

Publiqué (en las redes) una foto donde dije: «Hasta las reinas lloran», porque a veces la gente cree que sos feliz por el hecho de que hoy tenés éxito, pero nada que ver a lo que la gente cree. Obviamente, lo aclaro porque soy madre, porque soy mujer.  Yo creo que todo da vueltas, es verdad que la vida es un boomerang, es verdad que tarde o temprano las cosas llegan a su debido momento. Te lo digo porque me pasó a mí.  Te cuento: yo aborté. Es algo muy fuerte, nadie lo sabe. Y cuando yo quise quedar embarazada de Junior se me murió, porque yo soñé que mi hijo se me iba a morir.

—¿No ibas al médico?

—Fui al médico porque me sentía mal porque tuve fiebre, y tener fiebre en el embarazo, más cuando es en el último periodo del embarazo, es malo. No estaba mi doctora, estaba un doctor de turno.  El doctor nos revisa y me dice que estaba todo bien; no me hizo monitoreo, no me hizo sentir el corazón de mi hijo. Bueno, yo le creí. Le dije: «Doctor ¿está todo bien?». Es más, me adelantó la fecha de parto, yo estaba programada para el 14, 15 de febrero, y me dijo: «Mamá, a fines de enero ya tiene que nacer el bebé, que esté en buena posición». Y ahí mi hijo ya estaba muerto. Yo volvía a los dos días y mi mamá me dijo: «Mirá, Johana, estás demasiado flaca, no estás comiendo». Y yo sí comía. «No sé qué te pasa, ese bebé va a nacer muy flaco». Para que se quede tranquila me fui a la clínica. Me encuentro a mi doctora y me hace la ecografía, porque yo soy una adicta de las ecografías; mes a mes quería saber todo. El doctor me revisa y me dice: «Vamos de nuevo». «¿Qué pasó, doctor?», le digo. «Espere, mamá». Y después me dice: «Hace aproximadamente 72 horas que el corazón de tu bebé dejó de latir». Así, «aproximadamente 72 horas que el corazón de tu bebé dejó de latir…». Hice un escándalo en la clínica, no denuncié pero era para denunciarlos, porque era la obligación del doctor hacerme un monitoreo si yo tenía fiebre hacerme un monitoreo. Pero no me lo hizo, y me dijo que estaba todo bien.

—¿Cómo reaccionaste?

—Me puse a llorar, me puse como loca. Mi ginecóloga trataba de consolarme, me hizo una orden y me dijo: «Andá con esto y dices que vas de parte mía para que te internen ahora, para que no sufras tanto». No vino solamente el dolor, sino el trauma que me hicieron pasar en el hospital. Una mierda. No había cama y las enfermeras me decían: «Bueno, señora, vaya, cuéntele a su familia lo que pasó». Era todo de película. Mi mamá estaba en la verdulería, a dos cuadras de la clínica. «Como que vaya a contarle que tengo que operarme de un apendicitis y ya está, ¿no? ¿Me estás cargando? Tengo una criatura muerta adentro, necesito quedarme ya». Y con el carácter que yo tengo, de donde sea me sacaron una cama.

—¿Te estaban mandando a tu casa con el bebé?

—A contarle a mi familia que había perdido al bebé y que me tenía que internar. Me dan una cama en el último pasillo y ahí estaba la sala de parto. Imaginate, yo escuchaba… Fueron tres partos los que yo escuchaba mientras llegaba la enfermera a inducirme, hasta que la doctora o la enfermera tuviera ganas de inducirme el parto. Mientras nacían las criaturas yo oraba para que mi bebé… para que fuera un sueño. Porque pasaron tantas horas que me dejaron ahí, en el hospital, que yo decía: «Y… capaz que se mueve». Hasta que me inducen el parto. Era tanto el dolor, duele el doble que un parto normal. Entró mi mamá y yo me moría del dolor. Hasta que di a luz a las 9:14, y las enfermeras se pusieron a llorar, y me dieron a mi bebé.

—¿Cuánto tiempo lo tuviste en brazos?

—10 segundos, más o menos.

—¿Qué te pasó por la cabeza?

Casi me muero. Y fue lo peor que me pudo pasar en mi puta vida. Con Junior fue un embarazo que deseé, no fue lo mismo que cuando estaba con Cami, a los 15 años… A Junior lo disfrute cada mes. Cuando dije: «Estoy embarazada», estaba tan contenta no lo podía asimilar. Yo cantaba en una banda peruana de una familia, Los Únicos de Zona Norte, y me acuerdo que estaba con la panza así y seguía cantando, y me acuerdo que ya estaba por dar…

—¿Abortaste después de tener a tu primera hija?

—Antes de tener a Camila. Tenía 15 años.

—¿Y cómo fue?
—Fue horrible, fue un aborto terapéutico, es como que te hicieran un Papanicolaou. O sea, yo estaba medio sedada y sentía que me sacaban algo, ¿me entiendes? Yo creo mucho en Dios, y en ese momento sentí que le fallé. «Algún día la voy a pagar», dije. Y cuando quise ser mamá, cuando verdaderamente lo anhelé, me pasó esto.

—Dices que haber abortado te hizo perder un hijo. ¿Lo ves así?

—No. Siento que todo en la vida da vueltas, si tú haces algo malo todo regresa. Cuando yo quise ser mamá, porque quizás en ese momento si yo hubiera tenido el coraje de no abortar y tener de mi hijo, que hoy no sé cuantos años tendría, no me hubiera pasado estas cosas. Es mi manera de pensar. Nosotros no somos quién para quitarle la vida a nadie, menos en la situación en la que estaba yo, porque no fui violada, lo hice por maricona, porque sentí que me iba a cagar la vida. Pero pasó, ¿me entiendes? Y cuando verdaderamente quise, la vida me castigó, porque Dios no me castigó, porque Dios después de dos años y siete meses de que me deprimí me mandó a Taigaro, mi hijo que es idéntico Junior. Y es donde cambió toda mi vida.

—Si pudieras volver el tiempo atrás, ¿hubieses hecho las cosas distinto, hubieses tenido ese hijo?

—Sí, lógico. Si yo pudiera retroceder, cuando mi papá le dice a mi hermana: «Levantame a las 4 de la tarde que me voy a trabajar», no la hubiera dejado. Porque fue ese día que mi hermana lo levantó y mi papá no volvió más. Y sé que si mi papá estuviera vivo estas cosas no estarían pasando. Porque sé que mi papá hubiera sido un gran padre.

 

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