Desde octubre de 2018 sufren prisión dos perros en la prisión de la policía política El Helicoide en Caracas. Son los únicos perros presos políticos en el mundo, otra de las perversas originalidades de la dictadura de Nicolás Maduro Moros.
Thor y Arpa, que así se llaman los canes, son de un perseguido político, el coronel Oswaldo García Palomo. Cuando le allanaron su casa para detenerlo solo encontraron a los dos animalitos y de una vez se los llevaron. Quizás haya sido una reacción de rabia por el intento fallido, pero tiempo después atraparon al militar, y aún así no han soltado a los perros a pesar de que hay personas requiriéndolos. Allí siguen sin permitirles siquiera las visitas que familiares, amigos y vecinos han intentado hacer llevándoles comida. Los presos refieren haber visto a Thor y Arpa en oportunidades, los describen en estado esquelético, la piel pegada a los huesos. También dicen que aúllan sin parar en lloro desconsolado, sufren hambre y soledad.
OTROS ANIMALES TAMBIÉN HAN SIDO VÍCTIMAS
La elefanta Ruperta era la alegría dominical de los niños de Caricuao, zona popular de Caracas. En masa iban a visitarla al zoológico donde le llevaban frutas, pedazos de pan y otros obsequios que le lanzaban en medio de algarabías familiares y ella correspondía mostrándole alegría mas por la compañía que por esas comidas que no necesitaba porque las autoridades le mantenían una dieta suficiente. Pero…llegó la revolución. Se robaron el dinero para la comida y la mataron de hambre, quedó en los huesos, murió el 12 de junio de 2018. También de hambre murió el elefante Gira en el zoológico de Bararida, en Barquisimeto, el jueves 28 de febrero.
¿DELITOS CONTRA ANIMALES SON LESA HUMANIDAD?
Mi respuesta es sí.
Lesa humanidad (Contra la humanidad) no son solo los que se cometen directamente contra cuerpos humanos, sino -a mi criterio- aquellas agresiones terribles, crueles, que también nos afectan gravemente como es el caso de la mortandad de esos animalitos que se hacen parte de nuestras familias como son los perros a los que los vemos padeciendo de hambre por las políticas criminales del régimen. La misma hambre, la misma carencia de medicamentos ataca a hombres, mujeres, niños, perros, gatos, con la desventaja para estos que no pueden gritarlo.
Obsérvese que el homicidio es considerado en primer lugar como una ofensa a la sociedad y luego a la persona específica y a sus deudos. Por eso es que, en el derecho procesal penal, matar a una persona se considera que la ofensa fundamental, la principal víctima, es el Estado e instituye la persecución legal en cabeza de un funcionario Fiscal, y en segundo lugar da ese derecho a los familiares.
CRÍMENES CONTRA NUESTROS ANIMALES EN VENEZUELA
Los zoológicos que de años atrás nos sirvieron de esparcimiento familiar al interrelacionarnos con los animales, ahora son terroríficas cárceles de sufrimiento y muerte de esos pobres seres indefensos que mantienen allí muriendo de hambre como son los casos emblemáticos de los elefantes Ruperta y Gira y muchísimos otros. La matanza de perros por funcionarios del régimen como es el caso de la población de Timotes en el estado Mérida. Los refugios de perros y los buenos seres humanos que los recogen de las calles sufren terriblemente al no poder darles nada para comer. ¿Es que acaso eso no nos tiene adoloridos, afectados terriblemente a los humanos? ¿No es esa política una ofensa criminal masiva contra la sociedad?
EN VENEZUELA HASTA HAY PERROS COMO PRESOS POLÍTICOS
El antes anotado caso de los perros Thor y Arpa, que, para castigar a su dueño, el coronel Oswaldo García Palomo estando perseguido como conspirador, le allanaron su casa, y al no encontrarlo se los llevaron a un calabozo en la prisión de “El Helicoide” donde los torturan de encierro y hambre hace 6 meses. Sin duda ese es otro capítulo de la saña criminal que contra el pueblo ejecuta esta tiranía diabólica.
OJALÁ ABRIERAMOS UNA DISCUSIÓN SOBRE ESTE TEMA
Que podamos llevar esta otra cara de la tragedia venezolana a los foros mundiales insertándose en el delito de genocidio tipificado en el artículo 6 del Estatuto de Roma.