La candidata a la Presidencia de Brasil del Partido Verde (PV), Marina Silva, criticó hoy la política del mandatario Luiz Inácio Lula da Silva con Irán, un país que «no respeta los derechos humanos» y «persigue como objetivo la bomba atómica».
«Brasil, como firmante del protocolo de no proliferación (nuclear), debe tener una postura firme y contraria a esa política, y además siempre debe sostener la defensa de los derechos humanos, independientemente de alineamientos políticos», dijo Silva en una entrevista con corresponsales extranjeros.
La ex ministra del Medio Ambiente en el gabinete de Lula sostuvo que el gobernante «no debería» haberse entrevistado con su homólogo iraní, Mahmud Amadineyad, en función de estos dos motivos.
En su ataque más directo hasta ahora a la política exterior de Lula, Silva matizó que el diálogo «es deseable» y «no puede ser condenado», pero en su opinión nunca puede supeditarse al respeto a los derechos humanos.
En relación con América Latina, la candidata verde en las elecciones del 3 de octubre defendió que Brasil debe asumir un rol de «liderazgo» para erigirse como «negociador» en los conflictos regionales.
No obstante, matizó que su país debe tratar a sus vecinos «sin una actitud pretenciosa» y con respeto al principio de «no injerencia» en los asuntos internos para perseguir la defensa de la «paz y la democracia» en la región.
Tercera en las encuestas de intención de voto, por detrás de la oficialista Dilma Rousseff y del opositor José Serra, aseguró que ella representa una «nueva forma de liderazgo» que permitirá pasar del «actual» modelo de desarrollo «predador» hacia uno «sostenible».
La candidata verde fue especialmente crítica con la manera que se trata el medio ambiente en el desarrollo de infraestructuras y programas energéticos.
«Sí es posible elaborar un plan de infraestructura que además de viabilidad económica tenga viabilidad ambiental, social y cultural», defendió.
Silva rechazó frontalmente la construcción de nuevas plantas nucleares, como ha proyectado el Ejecutivo de Lula, y apoyó que Brasil prosiga la extracción de petróleo en el océano Atlántico «en condiciones seguras».
«Infelizmente, la humanidad no puede renunciar a los combustibles fósiles, pero no nos podemos acomodar. Lo que defendemos es que se usen las mejores tecnologías, las mejores prácticas y el mayor rigor en el principio de precaución en la extracción para evitar que ocurra aquí lo que pasó en el Golfo de México», opinó.
Rousseff hizo alusión así al derrame de crudo que mantuvo hasta hace pocas semanas un pozo de propiedad de la firma BP, que desde el pasado abril emanó petróleo al mar y que causó la mayor contaminación en la historia de Estados Unidos.
Los sondeos más recientes reflejan que Rousseff, del gobernante Partido de los Trabajadores (PT), tiene entre el 41 y el 43 por ciento de la intención de voto, mientras que Serra, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), tiene entre el 30 y el 32 por ciento y Silva del 8 al 10 por ciento.