Querido por algunos sectores populares y odiado por empresarios y políticos que apoyaron su derrocamiento en 2009, el expresidente de Honduras Manuel Zelaya regresó este 28 d emayo de 2011 a su país sin una bandera política definida y con la intención de librar una «lucha política pacífica y democrática».
Zelaya volvió como un «liberal prosocialista en resistencia», como él mismo se define ahora, lo que supone el fin de su relación con el conservador Partido Liberal que en enero de 2006 lo llevó al poder. Zelaya dijo aís que viene para quedarse para siempre y para retomar la «lucha política pacífica y democrática».
Durante su discurso, pronunciado poco después de retornar a su país, ha afirmado que la presencia del pueblo y las labores de la comunidad internacional han sido fundamentales para lograr el regreso del respeto institucional y la democracia.
En este sentido, la ex primera dama hondureña, Xiomara Castro de Zelaya, ha leído públicamente el acuerdo de reconciliación promovido por Venezuela y Colombia, y ha recalcado que a Zelaya no sólo se le garantizan sus derechos y protección como ciudadano, sino que se otorgan garantías constitucionales al pueblo.
Este documento contempla varios puntos, entre ellos el cese a la persecución de Zelaya y sus partidarios y su retorno seguro al país; además de la reiteración de que la Constitución de Honduras garantiza el derecho de buscar un plebiscito nacional para reformar leyes fundamentales.
Expulsado
Zelaya fue expulsado de su país por militares hacia Costa Rica el 28 de junio de 2009, cuando promovía una consulta popular, no prevista en la ley, para reformar la Constitución.
«Mel», como le llaman sus amigos, resultó ser un presidente impredecible, lo que evidenció cuando después de ratificarle al entonces gobernante de Estados Unidos, George W. Bush, que Honduras seguía siendo su aliado, dio un giro de 180 grados y metió a su país en la izquierdista Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA).
Giro de Zelaya
El giro de Zelaya, quien como mandatario solía ir tocado con sombrero de ala ancha en sus apariciones oficiales dentro y fuera de Honduras, terminó de agriar la ya deteriorada relación con la oposición política y la empresa privada hondureñas, que de entrada se opusieron al «socialismo del siglo XXI» que preconiza el líder de la revolución bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez.
Para algunos analistas, el golpe de Estado contra Zelaya comenzó el 25 de agosto de 2008, cuando en Tegucigalpa firmó la adhesión de Honduras a la ALBA, dijo que instalaba la «Tercera República», y subió el tono de su nuevo mensaje contra Washington al expresar su alegría por no haberle tenido que pedir «permiso a ningún imperialismo».