Es la segunda presidenta que logra la reelección desde el regreso de la democracia en 1983
Dicen que la economía va como un tiro, que los finqueros de la Pampa pasean en Porsche Cayenne y que la voracidad de los chinos por la soja ha hecho millonarios a montones, pero en el fondo no ha cambiado nada. Ni siquiera los nombres.
Siguen en la pomada los mismos políticos ladrones y sindicalistasmfacinerosos que llenaban el escenario cuando fuimos a Buenos Aires amcubrir juicios militares, corralitos bancarios y cercos piqueteros. Y todos se dedican a lo mismo: robar y engatusar al prójimo.
Argentina no es Honduras, Bolivia o Venezuela. La inmensa mayoría densus casi 40 millones de habitantes es de origen europeo. Cuenta con la tierra más feraz del planeta, petróleo a manta y mares ricos en pescado. Tiene tres premios Nóbel en Ciencias, dos en la Paz y no recibió el de Literatura porque los progres pusieron a Borges en la lista negra.
Además de eso, ha ganado dos veces el Mundial de Fútbol, triunfa en deportes como tenis o rugby, cosecha Oscars de cine, triunfa en producción televisiva y genera artistas geniales.
¿Cómo es posible entonces que la cuarta parte de su población viva en la pobreza? ¿Quién puede explicar que una nación exportadora de alimentos, albergue en su seno a 2 millones de hambrientos?
Y casi más importante que todo eso: ¿Cómo pueden haber reelegido presidenta por una aplastante mayoría -casi el 54% de los votos- a una paisana como Cristina Kirchner?
Escribe Alfonso Rojo en ABC que no hay atisbo alguno de machismo en su espanto:
«Me importa un comino que sea la «reina del botox» o que estrene vestido de lujo en cada rueda de prensa».
«Lo chocante es que los argentinos, que de tontos no suelen tener un pelo, sean capaces de volver a votarla, indiferentes a sus chapuzas en la escena internacional, a sus garrafales errores de gestión, a sus ristras de mentiras y al descaro con que ha metido la mano en la caja».
«Todo ello, insultando a los inversores españoles, chantajeando a Repsol y dando abrazos a Hugo Chávez».
«Hace bastantes décadas, el semanario New Statesman abrió su portada con un titular de impacto: «El fracaso de Argentina como nación es el mayor misterio político del siglo XX». Tal como se perfila el panorama, yo diría que va a ser también el mayor misterio del siglo
XXI».
Cristina Fernández de Kirchner, abogada de 58 años y candidata peronista del Frente para la Victoria arrasó este 23 de octubre de 2011 en las urnas argentinas con el 53,7 por ciento de los votos.
La diferencia que obtuvo con su inmediato seguidor, el socialista Hermes Binner (con el 17 por ciento de los votos) es la mayor registrada desde 1983, año en el que Argentina recupera la democracia tras la última dictadura militar (1976-83).
Los resultados confirman las previsiones. Cristina Fernández agradeció las felicitaciones de los adversarios. Al decirlo hubo intentos de abucheos y ella los hizo callar:
«En la victoria siempre hay que ser más grandes aún, más generosos, más agradecidos y más compresivos».
Y, en su discurso, invocó «a la unidad nacional». La presidenta recordó, entre sollozos, a su difunto marido y rememoró una idea suya:
«El paso por la Casa Rosada siempre es temporal y circunstancial».
Los seguidores de la presidenta festejaron su triunfo en las calles de Buenos Aires. Las banderas más vistosas pertenecen a La Campora, la organización juvenil que lidera Máximo Kirchner, el hijo mayor de la presidenta. En el Hotel Intercontinental de la capital argentina se reunió el Gobierno y la familia Kirchner, incluida la madre de la presidenta.
Los próximos cuatro años Argentina seguirá gobernada por el «kirchnerismo», «una versión anticuada del peronismo», según descripción peyorativa del expresidente y candidato derrotado Eduardo Duhalde (Frente Popular).
La viuda de Néstor Kirchner cierra con su reelección el ciclo más largo del peronismo en el poder. Entre su difunto marido y ella habrán gobernado doce años, del 2003 al 2015. Ni siquiera el ex general Juan Domingo Perón, fundador del movimiento que lleva su apellido, logró semejante hazaña.
El resto de los candidatos tuvieron que conformarse con una derrota anunciada por la totalidad de las encuestadoras.
Hermes Binner, gobernador de la provincia de Santa Fe (con Buenos Aires y Córdoba la más importante de Argentina) quedó en segundo lugar con el 17 por ciento de los votos. En esa misma carrera por liderar la oposición intentó apuntarse un desfondado Ricardo Alfonsín (Unión para el Desarrollo Social). El hijo del ex presidente Raúl Alfonsín fue el primero candidato en votar ayer. De enorme parecido c
on su padre el primer intento en seguir sus pasos a la Casa Rosada ha quedado truncado y su futuro en política, prácticamente, enterrado con el 11,3 por ciento de los votos.
El resto de los aspirantes frustrados a suceder a Cristina Fernández en la Casa Rosada, Eduardo Duhalde, Elisa Carrió (Coalición Cívica) o el gobernador de San Luis, el también peronista Alberto Rodríguez Saá, tuvieron representaciones mínimas.
Anoche se contaban los votos para la Presidencia pero también para la renovación de la mitad del Congreso y un tercio del Senado.
En esta modificación de las Cámaras estaban puestas las esperanzas de una oposición aterrada de pensar que el «kirchnerismo» pueda, como algunos pronósticos presagiaban, hacerse con una mayoría tan amplia que intente cambiar la Constitución para perpetuarse en el poder. Para lograr ese propósito el apoyo de las provincias, donde también ayer se renovaban nueve gobernaciones, sería clave.