Colombia vivió hoy una agridulce jornada con la celebración del regreso a la libertad del superviviente de la matanza de las FARC, que el sábado ejecutó a sus cuatro compañeros de cautiverio, cuyos restos no habían llegado a Bogotá entrada la noche.
El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, confesó que tenía sentimientos encontrados después de visitar en el Hospital General de la Policía al superviviente, el sargento de la Policía Luis Alberto Erazo, quien huyó de sus captores cuando éstos asesinaban a los otros secuestrados en medio de un operativo del Ejército.
Mientras celebró que este «héroe de la patria», como le definió, lograra huir de los ataques y esconderse en un tronco, exaltó «el heroísmo de quienes fueron asesinados a mansalva», en alusión a los tres policías y el militar muertos con un tiro de gracia ayer en el marco de un operativo de la fuerza pública.
El camino del sargento Erazo hacia la libertad y el reencuentro con su familia, que en su ausencia ha crecido hasta la tercera generación, culminó hoy después de casi doce años de secuestro hacia las 12.40 hora local (17.40 GMT), cuando su avión llegó al aeropuerto militar bogotano de Catam.
En medio de la lluvia y entre los aplausos de los periodistas congregados, Erazo bajó de la aeronave vestido de policía y con una venda que cubría las heridas causadas en su mejilla izquierda durante la persecución de los guerrilleros en su huida.
El oficial saludó a los medios con una señal de victoria y subió directamente a la ambulancia que lo trasladó al Hospital General de la Policía para recibir atención médica y reencontrarse con sus familiares, entre ellos sus dos hijas adolescentes y su nieto.
Santos, que pasó al menos una hora en compañía de Erazo y su familia, destacó el buen estado de ánimo del superviviente, así como sus ganas de volver a formar parte de la Policía, «luchando por el país, diciendo cómo esta maldita guerra tiene que terminar».
El júbilo de los familiares de Erazo contrastó con la impaciencia de los parientes de los cuatro uniformados muertos por recibir sus cuerpos, traslado que en un principio iba a ser simultáneo con la llegada del superviviente y que a lo largo de la jornada se demoró por trámites legales y el mal tiempo.
Los cadáveres de los miembros de la Policía: el Edgar Yesid Duarte Valero, el mayor Elkin Hernández Rivas y el intendente jefe Álvaro Moreno, así como el sargento mayor del Ejército José Libio Martínez, tenían que ser extraídos de la zona de combates y llegar a la base militar de Tres Esquinas, en el sureño departamento de Caquetá.
A las dificultades climatológicas para su posterior traslado a Bogotá se sumaron, según confirmó a Efe una fuente policial, las pormenorizadas «labores de legalización de los cuerpos y de custodia con la Fiscalía».
Durante la espera, algunos familiares de los fallecidos hicieron apariciones públicas en las que rechazaron la forma en la que las FARC les arrebataron a sus seres queridos.
Johan Steven, el hijo de Martínez, el secuestrado que pasó más tiempo en poder del grupo guerrillero al sumar casi 14 años de cautiverio, suplicó a las FARC que dejen las armas.
«Señores de las FARC, ustedes ayer, 26 de noviembre, me rompieron las alas, me rompieron el anhelo de conocer a mi padre personalmente, de darnos ese abrazo tan anhelado por 13 años, 11 meses y 5 días», sostuvo con una entereza propia de un adulto.
Además, el adolescente, que desde niño ha demostrado su compromiso con el fin del secuestro con numerosos gestos simbólicos, suplicó al grupo armado que «liberen a los demás secuestrados, sanos, salvos y lo más importante, con vida».
Por el momento, anunció el presidente Santos, los familiares tendrán que esperar al próximo martes para celebrar las exequias de los uniformados, pues aunque los cuerpos lleguen a la capital colombiana en las próximas horas, el lunes tendrán que ser examinados en Medicina Legal (instituto forense).
La muerte de estos cuatro rehenes ha suscitado el rechazo en todo el país y también fuera de él, pues tanto las Naciones Unidas como el papa Benedicto XVI han expresado sus condolencias y su «dolor».