Venezuela es tierra ardiente, de pasiones, donde gustan los boxeadores de mano de hierro y los beisbolistas ‘jonroneros’ capaces de sacar la bola del estadio. Aquí se gana por ‘KO‘ o no se gana y Capriles parece haberlo asumido.
Las elecciones del domingo son una especie de segunda vuelta de las celebradas del 7 de octubre, cuando el candidato opositor perdió por 10 puntos frente al enfermo Chávez y a diferencia entonces, Capriles se está dedicando a repartir ‘puñetazos‘ a diestro y siniestro.
Habla de fraude, apagones, desabastecimiento, violencia y promete enviar de vuelta a la isla a miles de cubanos que protegidos por el chavismo se han incrustado en el aparato del Estado venezolano.
A tenor de los últimos sondeos, la táctica da frutos. Resta por ver si será suficiente este 14 de abril.
A cuatro días de la cita con las urnas, la figura de Chávez lo sigue dominando todo, pero surgen dudas sobre el efecto que tendrá en los votantes.
Maduro sigue contando con los instrumentos que contribuían a hacer invencible a su mentor y acarreará empleados públicos, usará sin remilgos dinero del contribuyente, contará con la complicidad de jueces y manipulará con las televisiones, pero comienza a instalarse la tesis de que le quedan grandes las botas de su padrino.
Si la gente lo termina viendo como «El Enchufao Mayor», que es como lo llama Capriles en sus mítines, puede quedarse compuesto y sin presidencia.