Así ven al líder de 'Podemos' desde Venezuela

Pablo Iglesias, el chavecito español

El periodista de 'El Nacional' analiza el fenómeno con perspectiva bolivariana

Pablo Iglesias.
Pablo Iglesias. EN

El artículo aparece en el diario venezolano ‘El Nacional’, va firmado por Víctor Suárez, profundo conocedor de la realidad bolivariana y no tiene desperdicio:

Pablo Iglesias, quien desde ya mientan Pablemos, proa de la Operación Coleta, apareció pasada la medianoche del domingo electoral europeo en la placita de Lavapiés, al lado del Museo Reina Sofía, en Madrid.

Sus mejores soportes le acompañaban ante poca gente y poca luz. Le flanqueaban en su noche de confirmación bautismal Juan Carlos Monedero, mentor del Centro Internacional Miranda, laboratorio ideológico del que dicen es refugio antiaéreo del canciller Elías Jaua, e Íñigo Errejón, jefe de línea de investigación de la estructura de sondeos GIS XXI que montó el ministro de los frentes fracasados Jesse Chacón.

Salieron en tropel pedestre desde la sede del movimiento Podemos, en calle Zurita 21, donde a poco de conocer los resultados españoles de las elecciones europeas había declarado ante las cámaras:

«Por ahora no hemos conseguido nuestro objetivo».

Se trataba de una casualidad oratoria utilizada hace 22 años por alguien en ocasión trágica en Caracas, y, premeditadamente, de la que se quería calcar efectos. Aquella vez un militar reconocía la derrota de su intentona golpista, para más tarde alcanzar el poder por vía electoral.

Ahora, un habitual de los programas de tertulia política de la televisión española recurría a la misma expresión para intentar alargar su inesperado triunfo en las elecciones europeas y proyectar esperanza hasta los comicios locales, regionales y nacionales programados en el transcurso de poco más de dos años.

Y un contraste más: Así como en Francia, la ultraderechista Marine Le Pen había logrado la calificación de «terremoto político» por haber obtenido 25 por ciento de los votos y transformar así al Frente Nacional en la primera fuerza individual francesa, a los pocos minutos de conocerse en España que Podemos había alcanzado cinco escaños en el parlamento europeo también fue considerado Pablo Iglesias la verdadera sorpresa de los comicios ibéricos.

Pero los discursos de ambos terremotos de plaza pública, el de la «ultranacionalista» Le Pen y el del «ultraizquierdista» Iglesias, coincidían en una misma frase: «No queremos ser gobernados por la Troika», dijo la rubia de 45 años.

«No queremos ser colonizados por la Troika», dijo el profesor de Ciencia Política, melenudo lacio de 35 años de edad.

La Troika refiere a los tres mandos fundamentales de la Europa de hoy: la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional.

En apenas cuatro meses de trabajo electoral, con gran despliegue en los medios tradicionales y mayor empuje e imaginación en las redes sociales, Podemos, con un millón 243 mil votos, se había transformado en la cuarta fuerza política española.

El bipartidismo (PP y PSOE) había sido tocado de muerte, con un soporte electoral conjunto inferior al 50%, y la izquierda más tradicional (Izquierda Plural, Izquierda Unida) se había quedado estancada. Podemos, de sopetón, se había manducado 7,96% de los votos nacionales en un ambiente de abstención de 55% del padrón.

A hombros de Monedero, su jefe de programa y estrategia, y de Errejón, su jefe de campaña.

LABORATORIO UNO

Podemos surgió en enero de este año como una formación social, no un partido político, ni tampoco una coalición, con el norte de presentar una opción ante las inminentes elecciones al Parlamento Europeo.

Sus gérmenes se encuentran en el 15M, el movimiento espontáneo que pobló con fuerza y decisión no vistas en años las calles españolas en mayo de 2011, en respuesta a las políticas de austeridad que estaba implantando el gobernante Partido Popular. España se encontraba entonces en el punto más crítico del desastre económico que había comenzado en 2008 tras el pinchazo de la llamada «burbuja inmobiliaria».

El 15M había dejado muy poco desde el punto de vista social-organizativo, a pesar de la gran brecha que cada vez más se observaba entre lo que ahora llaman «la casta política» (equivalente a las antiguas «cúpulas podridas» venezolanas) y las ciudadanías. Los mayores debates se centraban en tres temas (Corrupción, Soberanismo, Recortes).

El tercero es el que más afecta a las mayorías, pero su discusión no les incluye. De esa constatación surgió el lema anti-casta «Que no, que no nos representan». Los partidos tradicionales (PP, PSOE, IU, UPyD) le creyeron flor de un día y no atendieron los llamados a la reconducción del Estado del Bienestar.

Para recoger con un cedazo lo que quedaba de ese turbión, que además de las prolongadas acampadas en la Puerta del Sol de Madrid se había expresado con la concentración denominada Rodea al Congreso en abril del año pasado, el programa El Gato Al Agua, transmitido por el canal Intereconomía, invitó a Pablo Iglesias para que manifestara su opinión sobre los alcances de los movimientos sociales y las respuestas policiales que el sistema les estaba ofreciendo a cambio.

Sorprendió, no sólo a los productores de ese canal de diletantes que responden a lo que en España llaman TDT Party, en alusión a la ultraderecha estadounidense que se nuclea desde hace un lustro en el Tea Party y que se abrió paso en España al proliferar nuevos canales tras el tránsito a la televisión digital terrestre (TDT) en 2010.

Iglesias, con amplio currículum académico, con magísteres, doctorado, postdoctorado en Suiza y participación en los cursos de la Universidad de Verano de la Izquierda Anticapitalista, muy pronto se graduó de tertuliano, que es una especie muy peculiar de analista de TV y radio españolas que se especializa en todo, lo comentan todo, pasan de un tema a otro en segundos y de un canal a otro hasta en cuatro oportunidades en un mismo día.

Es una profesión. En esa cofradía, que se replica en las cadenas regionales, confluyen desde directores y columnistas de medios impresos y digitales, hasta ex banqueros como Mario Conde (ex Banesto). Compiten en banalidad con los programas del «corazón», en los que el venezolano Boris Izaguirre es parte del decorado.

El tertuliano Iglesias hizo un recorrido primero clandestino y después fulgurante, no como la periodista María Antonia Iglesias, que lo estuvo haciendo en forma sostenida durante más de 30 años. Comenzó hace una década con un programa de análisis político (La Tuerka), en plataformas de TV de poca audiencia y que hoy continúa en Internet en Publico.es.

Pero en el último año ha saltado, como piedra lisa lanzada en un estanque, de El Cascabel al Gato (Canal 13TV), a Las Mañanas de Cuatro (Canal 4), a La Noche (Canal 24 Horas), a La Sexta Noche (Canal 6).

Cuatro y Sexta pertenecen al consorcio multimedia y editorial Planeta, mientras que 24 Horas es el canal informativo de la plataforma pública de Radio Televisión Española. Sus opiniones también son difundidas en el canal iraní Hispan TV (programa Fort Apache).

En un año desarrolló su discurso anti-globalización, anti-Europa, anti-sistema, anti-todo.

LABORATORIO DOS

La izquierda resistente a las ideas del entre-siglo 20-21, que a veces se llama izquierda transformadora, otra vez izquierda anti-liberal, pero que tiene sus orígenes en la troskista IV Internacional y su vertiente española encarnada en el POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista), anarquistas que se cayeron a tiros con el PCE antes, durante y después de la guerra civil de hace 77 años, todavía respira a través de sus nietos y bisnietos.

La desaparición del comunismo como ideología y del socialismo como sistema político, no les ha sepultado totalmente. Han avizorado una nueva remota oportunidad en Europa.

En España esa especie se licúa en Izquierda Anticapitalista (IA), una formación que en las últimas elecciones nacionales (2011) sacó 24.456 votos (0,10% de los votos válidos).

Al hacer la evaluación de la situación política actual, IA decidió armar una estrategia que «pasara de la indignación y la desobediencia a la ruptura democrática» a partir de las elecciones europeas.

Eso fue a comienzos de enero de este año. En una «directiva interna», publicada por eldiario.es, señalan que «se nos abre la posibilidad de impulsar un proceso que culmine en una candidatura para las elecciones». Agregan:

«La presencia de una serie de personalidades con proyección mediática como cara pública del proyecto (Pablo Iglesias), nos abre la opción de conectar con sectores de la población de izquierdas insatisfechos con las organizaciones tradicionales».

A la fórmula la llamaron Podemos. Con eslogan a lo Barack Obama: Sí se puede (We can). La cabeza de lista a las elecciones europeas sería Pablo Iglesias, un chamaco enjuto que a los catorce años comenzó a militar en la Unión de Juventudes Comunistas de España.

El 14 de enero fue presentado el proyecto, de la mano de Juan Carlos Monedero (primer firmante de su manifiesto), Íñigo Errejón y Miguel Urbán. Los diez puntos postulados en la «directiva interna» de IA son exactamente los mismos que los presentados por Podemos ese día bajo el título «Mover Ficha: Convertir la indignación en cambio político»

«Mover ficha» es un latiguillo que a 24 horas de las elecciones utilizaron todos los magnates de la política española. El secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, al admitir la derrota «sin paliativos» y de paso salir de la escena en cámara lenta.

Mariano Rajoy, el jefe de gobierno, que ha ofrecido mover ficha en verano. Se lo pide al gobierno central el partido catalán Convergencia y Unión, que a su vez fue desplazado del primer lugar en Cataluña por Esquerra Republicana, ambas secesionistas. También lo pide Pablo Iglesias en Lavapiés, con un discurso hábil pero ambiguo.

En un despacho de la agencia AP el lunes 26 (uno de los pocos que también relacionan a Iglesias y sus sostenes con el chavismo es el diario digital Voz Pópuli), se asegura que «Podemos se gestó en la universidad.

Es un partido joven, netamente de izquierdas, republicano, antimilitarista, pero no anti-sistema. Su programa es un espejo del llamado nuevo socialismo de países como Venezuela, muy defendidos por sus principales líderes.

El grupo político nació de un manifiesto ciudadano en el que se pedía, entre otras cosas, la nacionalización y socialización de las empresas energéticas, así como el impago de la deuda pública considerada ilegítima.»

Los líderes de IA que proponen a Podemos y aúpan a Iglesias son todos intelectuales de exportación que han encontrado en el chavismo el maná de sus sueños.

Ignacio Ramonet, mucho más veterano, con su Le Monde Diplomatique como alforja de jaculatorias, lo comprendió mucho antes y por tanto le ha sacado mucho más provecho al anacobero de Sabaneta y su legado.

Estos jóvenes universitarios, bien formados, se aferraron al Arca de Noé y se hicieron a la mar de la felicidad que les prometía Chávez. En Bolivia, en Ecuador, en Argentina, en Cuba, en Perú. Se atrincheran en espacios institucionales.

En España funciona el Centro de Estudios Políticos y Sociales (CEPS), en Ecuador el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), en Venezuela el Centro Internacional Miranda (CIM), adscrito al Ministerio para la Educación Superior.

Sus trabajos los venden en forma de asesorías y contratos y el resultado de sus observaciones les sirven tanto para hacer propaganda como para ascender en los escalafones académicos. Es una operación envolvente, como una especie de ALBA del Saber que recibe recursos tanto del gran proveedor como de los grandes proveídos.

Por ejemplo, el Celag, que forma parte del Instituto de Altos Estudios Nacionales de Ecuador, mantiene alianzas con instituciones de Bolivia, Venezuela y Argentina.

Tres de sus seis máximos directivos tienen relación directa con el gobierno venezolano.

 

  • Alfredo Serrano Mancilla: director ejecutivo, se proclama director de la Unidad de Análisis Político en la presidencia de Venezuela, y asesor de Telesur para Economía y Geopolítica en América Latina. Es un andaluz con escalerilla permanente en los aeropuertos de Buenos Aires, Quito, Caracas y La Paz.
  • Sergio Pascual: Actualmente es asesor del gobierno de Venezuela. Anteriormente asesoraba al Ministerio Coordinador de Política de Ecuador. Publica en la revista Viento Sur (España) y en los sitios web rebelion.org, aporrea.org y telesurtv.net.
  • Iñigo Errejón: Actualmente es investigador postdoctoral en el Instituto Complutense de Estudios Internacionales (Madrid) y director de la línea de investigación «Identidades Políticas» en la Fundación GIS XXI (Caracas). Su tesis doctoral versó sobre la construcción de la hegemonía del MAS (Evo Morales) en Bolivia.

Su trabajo más celebrado en Caracas lo firmó junto al ministro de Energía Eléctrica Jesse Chacón: «El Chavismo como identidad política».

De toda la camada quizá el más laureado tanto en pergaminos como en millaje sea Juan Carlos Monedero. Es licenciado en Ciencias Políticas y Sociología en la Universidad Complutense de Madrid. Hizo estudios de posgrado en la Universidad de Heidelberg (Alemania), y ha sido profesor invitado en el Instituto de Estudios Políticos de la Universidad Humboldt de Berlín.

Ha sido profesor visitante en la Universidad Nacional de Quilmes (Argentina), la Universidad Nacional de Medellín (Colombia), la Universidad Iberoamericana de Puebla (México), la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina), así como las Universidades Bolivariana y Central de Venezuela.

Actualmente es profesor titular de Ciencia Política y de la Administración en la Universidad Complutense de Madrid. Fue asesor en el palacio de Miraflores entre 2005 y 2006. Ha sido (o es) responsable de Formación del Centro Internacional Miranda (Caracas).

«En este marco ha sido el responsable del Diploma de Gobierno y Poder Ciudadano de formación de cuadros técnicos y políticos, con vistas a aumentar la capacidad institucional y política de los servidores públicos en Venezuela y Ecuador», dice su currículum. El gobierno nacional le ha editado y reeditado tres libros.

Trabajando con el gobierno acumula ya once años. Siempre recuerda el agradecimiento de Chávez cuando le dio un par de consejos: «Tengo que aprender a delegar más, Juan Carlos. Es lo que tú decías cuando aquella cosa (foro en 2009) sobre el hiperliderazgo», le dijo el fenecido en una entrada en televisión oficial.

Mario Isea, embajador

En 12 de diciembre de 2013 debía tomar un avión en Maiquetía rumbo a Madrid. De repente por altavoces hacían llamados urgentes a un pasajero extraviado.

«Señor Juan Carlos Monedero, favor presentarse a la puerta de salida de Iberia», decía repetidamente esa voz metálica y casi indescriptible que desde hace un siglo persigue a la megafonía aeroportuaria. Subimos al avión. Aterrizamos en Barajas, antes de que le cambiaran el nombre por el de Adolfo Suárez.

Ante la cinta de los equipajes estaban los tres, a la espera de sus suculentas maletas de Business Class. Mario Isea, el nuevo embajador venezolano en España, con Monedero y Errejón, que le hacían de lazarillos.

El cuatro de febrero de 2014, en el programa La Tuerka, que se transmite por Internet a través de Público.es, Monedero entrevista a Mario Isea (en el generador de caracteres, durante los 27 minutos de la entrevista, apareció siempre el rótulo María Isea).

El tema: el 4 de febrero de 1992 y el inicio del mito Chávez. Isea se despacha a gusto con su versión de los hechos. Desde que Chávez «entiende» al Caracazo y la descomposición de las élites, hasta su comportamiento «benevolente» con quienes se le alzaron en abril de 2002 y durante el paro petrolero.

Como quien no quiere la cosa, Monedero, que está conduciendo el programa, deja entrar una llamada del público. Es Errejón, que conecta desde Barcelona. Este madrileño de escasos 30 años hace por teléfono una larga interpretación sobre el 4F que no produce ni siquiera un alzamiento de ceja de parte del embajador Isea. Estaba todo concertado.

Un semana después, el embajador Isea, que había confesado en la entrevista que había participado en la demanda de las «firmas planas» del referéndum revocatorio de 2004 que posteriormente derivó en la ahora resucitada «Lista Tascón», presentó credenciales ante el rey Juan Carlos en el Palacio de La Zarzuela: ¡Qué elegante, embajador!, le piropeó el rey en referencia al liquiliqui tipo Juan Vicente Torrealba que el ex diputado maracucho vistió para la ocasión.

Ya estaba en marcha la Operación Coleta (Pablo Iglesias se recoge el largo pelaje con una fina trenza elástica, al igual que lo hace el vidente de las madrugadas televisivas Sandro Rey. Operación Coleta refiere al nombre código de los documentos internos de IA).

¿De dónde saca el dinero para la campaña?, le preguntaban con insistencia. «Ni de los bancos que vamos a expropiar ni de los políticos que vamos a echar», respondían en Podemos.

Anunciaron que habían gastado apenas 120 mil euros en la campaña. Adoptaron por recursos Crowfounding, que son aportes voluntarios de ángeles promotores a los que acuden con frecuencia las nuevas empresas tecnológicas.

Pero no le creen. Eduardo Inda, adjunto a la dirección del diario El Mundo, le suelta a la cara: Ustedes reciben 320 mil euros anuales del gobierno venezolano. Iglesias no responde. Yo creo que son muchos ceros más.

Sergio Pascual (IA) aplaude en Twitter: «Derrumbe del Puntofijismo en España. ¡Irrumpe la izquierda bolivariana de Podemos con 1.200.000 votos!»

Pablo Iglesias, ya electo parlamentario comunitario, que renuncia a su sueldo mensual de 8.000 euros, a los viajes en clase ejecutiva y al plan de pensiones de la Unión Europea, promete en plan populista: No seré ni mayordomo de los poderosos ni cartero de los ciudadanos, dice.

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