John Magdaleno: "Es una oportunidad de oro lo que tiene la oposición frente a sí. Por primera vez en 15 años la crisis tiene la magnitud de impactar la base social del chavismo: los pobres"
Mientras el gobierno de Nicolás Maduro enfrenta la peor crisis económica en décadas, la oposición venezolana está dividida, carente de liderazgo y sin estrategia común.
Este martes, los partidos de la coalición de oposición llamada Mesa de la Unidad Democrática (MUD) se reúnen una vez más en su tarea de reunificarse, elegir a un Secretario y replantear cómo encarar al chavismo.
Como partidos de oposición que son, todos tienen un objetivo común: reemplazar al partido de gobierno en el ejercicio del poder, lo que implica sacar a Maduro del palacio de Miraflores.
Pero disienten en su estrategia, un desacuerdo que quedó claro a principios de este año cuando miles de venezolanos tomaron las calles para protestar contra el gobierno.
Unos, los llamados radicales, apostaron a sacar al gobierno a través de la protesta callejera. Otros, los llamados moderados, apostaron por el diálogo con el gobierno y fueron tímidos en su apoyo al proyecto denominado La Salida.
Ninguna de las dos estrategias funcionó. Y hoy, cuando la crisis económica del país está más grave que en febrero -con más inflación y más escasez-, los políticos opositores tienen proyectos disímiles y los reportes que salen de las reuniones de la MUD solo reflejan disputas y obstáculos.
Mientras tanto, los números de Maduro no hacen sino caer en las encuestas sin traducirse en un auge contundente de la oposición.
¿Por qué se dividen?
Las diferencias en la oposición son sobre cómo y cuándo se enfrenta al gobierno.
Para Henrique Capriles, el excandidato presidencial por la oposición en las últimas dos campañas, la única forma de hacerlo es arrebatándole al chavismo su base más clara de apoyo: los pobres.
«Hay compañeros de la oposición que no ven hacia abajo», le dice Capriles a BBC Mundo.
«Que creen que su base de apoyo es suficiente y que no ven necesaria la construcción de una mayoría contundente».
Capriles sostiene que la protesta callejera -que quiso explotar La Salida en febrero- debió llegar cuando la crisis fuera más profunda, como es ahora: «Toda esa energía, esa necesidad de canalizar la desesperanza y la frustración, pudo haber venido en un momento en que fuera más fácil ponerle presión al gobierno».
María Corina Machado, quien fue destituida de su cargo como diputada de la Asamblea Nacional en medio de las protestas, es una de las representantes de la otra ala de la oposición.
Para ella, el cambio es urgente y el método es diverso: «No le podemos decir a la gente que tiene que esperar hasta (las elecciones presidenciales de) 2019; el cambio debe ser ahora y en todos los planos democráticos, no solo el electoral», le dice a BBC Mundo.
«Nuestra propuesta es activar la movilización social -con organización de calle, manifestación, presión sobre las instituciones y lucha organizada y pacífica- y los mecanismos constitucionales, como un referendo revocatorio, enmienda constitucional, renuncia del presidente con presión ciudadana o una asamblea nacional constituyente».
¿En qué están?
Como Machado, el otro representante de la ala «radical de la oposición» es Leopoldo López, el director del partido Voluntad Popular que fue detenido hace seis meses por su presunta incitación a la violencia en el inicio de las protesta.
Uno de los hombres fuertes de Voluntad Popular es el alcalde del municipio El Hatillo, David Smolansky, quien se ha unido con Machado en un proyecto llamado Congreso Ciudadano.
«El Congreso es una propuesta que va más allá de los partidos y busca involucrar a todos los sectores -trabajadores, sindicatos, universidades- en la presión social para lograr un cambio».
El primer evento del Congreso Ciudadano fue precisamente en El Hatillo, un sector de clase media cerca de Caracas donde según el alcalde se reunieron 1.200 personas. La gira continúa por el resto del país.
Por su parte, Capriles también ha emprendido una gira «casa por casa», en la que busca tener el contacto con la gente que, según él, no le permiten los medios de comunicación, que son acusados de haberse vuelto afines al gobierno.
«Yo soy de los que piensa que nosotros tenemos que dedicar el trabajo en los barrios, en los caseríos, que no hay cambio posible sin los pobres».
¿Y ahora?
Mientras tanto, en Caracas, representantes de los más de 20 partidos que pertenecen a la MUD se reúnen para definir cómo van a procesar sus diferencias internas, qué definición harán del gobierno en sus declaraciones y cuál será su estrategia electoral, que tiene la próxima cita a finales de 2015 en unas nuevas parlamentarias.
«La Salida fracasó y ya hay que pasar la página», le dice a BBC Mundo Ramón José Medina, secretario ejecutivo de la MUD hasta hace un mes.
«Capriles tiene un capital político, así como Leopoldo (López), y están de acuerdo en lo principal, que es que hay que pelear juntos en todos los tableros democráticos, así que hay que lograr que se pongan de acuerdo; se necesita unión entre los líderes».
Ponerlos de acuerdo, sin embargo, va a ser difícil, como destaca el analista político Hugo Antonio Pérez Hernáiz: «El principal reto de la oposición es manejar con mucha paciencia a los sectores más impacientes», dice en referencia a los más radicales.
«Es un juego peligroso porque la situación está tan mal que en cualquier momento se reactivan las protestas», explica a BBC Mundo.
«Así Maduro tome las medidas económicas que todo el mundo sabe tiene que tomar para aliviar la crisis, la situación empeorará mucho antes de que se ponga mejor».
«Y en ese contexto es difícil pedirle paciencia al sector «‘salidista'».
¿Oportunidad de oro?
Por estos días, 35% de los venezolanos tiene una imagen positiva del presidente, según la última encuesta de la Datanálisis, una consultora con sede en Caracas.
Es la peor evaluación que los venezolanos han hecho del gobierno en una década.
De acuerdo a Datanálisis, 8 de cada 10 venezolanos cree que la situación del país es negativa y la mayoría considera que el culpable de eso es Maduro.
Encima, la inflación del 60% y la escasez de todo tipo de productos ha pronunciado la crisis económica, a la que se añade una histórica crisis de seguridad que hace de Venezuela uno de los países más peligrosos del mundo, según la ONU.
No obstante, el difícil momento que atraviesa Maduro -quien además enfrenta duras críticas dentro del chavismo- no se ha traducido en un repunte de la oposición en las encuestas: ni sus líderes políticos ni La Salida ni la MUD son vistos como la solución a los problemas, según Datanálisis.
«Es una oportunidad de oro lo que tiene la oposición frente a sí», le dice a BBC Mundo el politólogo John Magdaleno, quien ha trabajado como asesor de la oposición.
«Por primera vez en 15 años la crisis tiene la magnitud de impactar la base social del chavismo: los pobres».
Y, sin embargo, dice, «la oposición no lo está aprovechando».