La oposición de Venezuela prioriza las elecciones sobre la protesta de la calle
No es el diario ‘ABC‘, al que los chavistas colocan siempre como una pieza más en sus alocadas teorías conspiratorias.
Este 22 de febrero de 2015 es ‘El País’, durante más de tres décadas la ‘biblia progre’ de los socialistas hispanos y el periódico en castellano más influyente del mundo, quien saca los colores a Nicolás Maduro y a su cuadrilla de facinerosos.
El editorial se titula «Basta de represión» y arranca subrayando que la detención -brutal en las formas e inaceptable por su significado político- del alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, no puede ser justificada de ninguna forma, por más que el presidente de Venezuela apele a teorías conspiratorias.
El trato vejatorio y violento contra la persona que los caraqueños eligieron como su representante, la violencia empleada -incluyendo derribo de puertas y disparos- y la incertidumbre sobre la situación jurídica y física en la que quedó el detenido son absolutamente incompatibles con cualquier atisbo de existencia de un Estado de derecho.
Maduro no entiende que la democracia no consiste en alcanzar el poder y una vez logrado saltarse cualquier regla y justificar cualquier atropello siempre que esté envuelto en el gastado discurso grandilocuente del populismo.
Un discurso que contrapone de forma falsa los intereses del país -de los que el gobernante venezolano parece ser el único intérprete- a los derechos de los ciudadanos y a las reglas de la democracia.
El presidente apunta a una fantasmagórica conspiración que habría urdido un supuesto «eje Madrid-Bogotá-Miami» que «saca barbaridades todos los días» sobre Venezuela. La realidad es la opuesta.
Casi a diario se perpetran barbaridades oficiales contra la democracia en Venezuela: la autorización al Ejército para usar armamento de guerra contra las manifestaciones civiles, la detención -hace ya un año- y maltrato físico en prisión del líder opositor Leopoldo López, el despojo de su acta de diputada y la agresión a la opositora María Corina Machado, el acoso sistemático a la libertad de prensa, las expropiaciones arbitrarias y la detención del alcalde Ledezma como si fuera un peligroso terrorista son solo algunos ejemplos.
Con este panorama, es imprescindible que la oposición venezolana adopte una estrategia realista y generosa que supere sus divisiones y personalismos. El abismo ante el que está el país hace necesario dejar de lado ambiciones y agravios, reales o imaginarios, instalados en el pasado.
Es urgente presentar un proyecto de unidad para garantizar la calidad democrática del sistema político y el bienestar material de una sociedad sumida en una escasez y una inseguridad inconcebibles hace apenas unos años.
Venezuela atraviesa un momento crucial y es fundamental que la oposición democrática muestre que está a la altura del desafío.
EL SILENCIO VERGONZOSO DE LOS HERMANOS LATINOAMERICANOS
“¿Qué más hará falta para que los gobiernos de América Latina levanten su voz en contra de la violación de derechos humanos en Venezuela?”.
La pregunta la lanzaba el expresidente colombiano Andrés Pastrana tras la detención del alcalde metropolitano de Caracas.
Otros expresidentes como Álvaro Uribe o Sebastián Piñera comparten su preocupación. No son los únicos.
El director para las Américas de Human Rights Watch, José Miguel Vivanco, se ha desgañitado reclamando que los gobiernos de la región “presionen” a Venezuela en relación con los derechos humanos. Pese a todo, la primera reacción mayoritaria de los gobernantes de la región ha sido, una vez más, el silencio.
Apenas Estados Unidos, al que Caracas acusa de estar involucrado en los presuntos planes golpistas, ha salido abiertamente al frente a negar los señalamientos y manifestar su “profunda preocupación” por la “escalada de intimidación” del Gobierno venezolano