El líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei, le advirtió a Arabia Saudita que enfrentará «la venganza divina» por la ejecución del clérigo chiita Nimr al Nimr, ocurrida el sábado.
El ayatolá describió al religioso como un «mártir» pacífico.
Nimr fue una de las 47 personas ejecutadas tras haber sido halladas culpables por las autoridades sauditas de ofensas relacionadas con el terrorismo.
Sin embargo, Alí Jamenei dijo que el clérigo había sido ejecutado por su oposición a los gobernantes sunitas de Arabia Saudita.
«Este erudito oprimido ni invitó a nadie a un movimiento armado ni estaba involucrado en conspiraciones encubiertas», dijo el líder iraní en un mensaje a través de Twitter.
De acuerdo con Jamenei, el único acto cometido por Al Nimr fue su «crítica abierta».
Y añadió: «La sangre injustamente derramada del mártir oprimido #SheikhNimr afectará rápidamente y la venganza divina se apoderará de los políticos saudíes».
El sábado, manifestantes irrumpieron en la embajada saudita en Teherán, capital de Irán, y le prendieron fuego al edificio, antes de ser dispersados por la policía.
BBC Mundo investigó quién era el clérigo cuya muerte ha avivado las tensiones en Medio Oriente.
Contra las monarquías sunitas
El clérigo Nimr al Nimr fue un destacado y elocuente líder religioso que salió de la minoría chiita de ese país.
Fue arrestado en 2012, el año en que se desataron varias protestas en la Provincia Oriental, que es rica en petróleo y la más grande del país, como parte de las movilizaciones de la Primavera Árabe.
Durante su arresto, después de una persecución en automóvil en el distrito de Qatif, le dispararon cuatro veces en la pierna.
Tres personas murieron en las manifestaciones que se desencadenaron por su detención en los días posteriores.
Nimr al Nimr, quien tenía más de 50 años, había expresado abiertamente su apoyo a las protestas contra el gobierno en la provincia, donde la mayoría chiita ha denunciado por años que son discriminados por las autoridades.
Expertos aseguran que el religioso contaba con una amplia base de seguidores muy jóvenes en Arabia Saudita y Bahréin.
Fue un crítico agudo de las monarquías sunitas de ambos países.
Con ayuda de los sauditas, Bahréin controló y terminó con las movilizaciones populares de su población mayoritariamente chiita en 2011.
«El rugido de la palabra»
En los últimos 10 años, el clérigo fue arrestado varias veces.
Supuestamente había sido golpeado por la policía secreta en una ocasión en que estaba en custodia.
Su sentencia de muerte fue confirmada en octubre de 2014. Su familia informó que había sido hallado culpable, entre otros cargos, de buscar «intromisión extranjera» en el reino.
Al Nimr nunca negó los cargos políticos en su contra pero sus seguidores insisten en que abogó por la celebración de manifestaciones pacíficas y pedía que se evitara la violencia contra el gobierno.
En 2011, el religioso le dijo a la BBC que apoyaba «el rugido de la palabra contra las autoridades y no la armas».
«El arma de la palabra es más fuerte que las balas porque las autoridades se beneficiarán de una batalla de armas», aseguró.
«Crucifixión»
Cuando Al Nimr, quien tenía el rango de ayatolá, fue a juicio en marzo de 2013, los fiscales pidieron su ejecución por medio de la «crucifixión», un castigo que en Arabia Saudita implica decapitación. Posteriormente, se exhibe públicamente el cuerpo.
Grupos en defensa de los derechos humanos expresaron su preocupación ante la posibilidad de que no recibiera un juicio justo.
Dichas organizaciones también denunciaron que a Nimr no se le había permitido tener acceso a tratamientos médicos adecuados tras las heridas de bala que sufrió durante su arresto en julio de 2012, algo que las autoridades negaron.
Mientras se encontraba en custodia en 2012, su esposa, Muna Jabir al Shariyavi, murió en un hospital de Nueva York, lo cual, de acuerdo con el periódico británico The Guardian, le generó apoyo popular.
Llamados de libertad
Se desconoce con precisión si nació en 1959 o en 1960.
Pero se sabe que creció en un pueblo del distrito de Qatif, en la Provincia Oriental de Arabia Saudita, y estudió por muchos años en Irán y Siria.
Regresó a Arabia Saudita en 1994 y sus llamados por libertades religiosas atrajeron de inmediato la atención de los servicios de seguridad sauditas.
El clérigo fue detenido brevemente en dos ocasiones antes de 2012: en 2004 y en 2006, reportó el canal de noticias Al Jazeera.
Para esa época, Nimr al Nimr se estaba convirtiendo en una figura de relevancia nacional.
En 2008, se reunió con funcionarios de Estados Unidos -según reveló Wikileaks- en un intento por distanciarse de posiciones antiestadounidense y proiraníes.
Amnistía internacional criticó el arresto de Nimr por ser parte de lo que la organización calificó como una campaña de las autoridades sauditas para aplastar toda disidencia en el país.
Su ejecución ha sido ampliamente condenada por grupos de derechos humanos y comunidades chiitas en todo el mundo.
La directora de la unidad del Medio Oriente de la organización Human Rights Watch, Sarah Leah, dijo que Nimr al Nimr había sido condenado en un juicio «injusto» y que su ejecución «solo le suma a la discordia y al malestar sectario existente».