La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, dijo estar «indignada» después de que el domingo el Congreso votara a favor de abrirle un juicio político (impeachment) que podría acabar con su destitución.
La mandataria, que se siente «víctima de una gran injusticia», también anunció que seguirá peleando contra el proceso abierto en su contra.
«Tengo la fuerza, el espíritu y el valor. No seré derrotada, no me paralizarán. Seguiré peleando y pelearé como he hecho toda mi vida»,
dijo en un discurso televisado.
«Se usa la apariencia de un proceso democrático para practicar un abominable crimen, como es condenar a un inocente».
Rousseff respondía así al voto de 367 diputados de un total de 513 a favor de abrir el proceso de juicio político en su contra, que ahora pasará al Senado.
El vicepresidente Temer sería el encargado de reemplazar a Rousseff si resulta destituida.
La oposición la acusa de un «crimen de responsabilidad» al haber supuestamente maquillado las cuentas públicas durante 2014, año de su reelección.
Se espera que el Senado vote en mayo. Si aprueba por mayoría simple seguir adelante con el impeachment, la presidenta sería suspendida durante 180 días y asumiría el cargo el vicepresidente, Michel Temer.
La destitución definitiva de Rousseff requeriría dos tercios de los senadores. Entonces Temer sería presidente en lo que queda de mandato.
La presidenta, que habla de un golpe de Estado, ha señalado a Temer de ser un «traidor».
Cientos de miles de partidaros de la oposición se han manifestado en las calles del país a favor de la destitución de la mandataria. También partidarios del oficialismo han marchado en apoyo a Rousseff.