Los rumores empezaron cuando el mandatario ruso, Vladimir Putin, elogió a Donald Trump en diciembre como «un hombre muy brillante y talentoso».
El aspirante a la candidatura republicana en EE.UU., lejos de descartar los comentarios de Putin, respondió a ellos efusivamente: «Siempre es bueno que la gente te llame brillante, especialmente cuando la persona que lo hace dirige Rusia».
Desde entonces, en momentos en que hay divisiones profundas entre Washington y Moscú por asuntos como Siria, Estado Islámico, Ucrania, etc., se ha especulado mucho sobre si existe una «relación especial» entre estos dos hombres que se admiran mutuamente.
El miércoles, ante una sala llena de políticos, periodistas y expertos, el millonario expuso su primer discurso sobre política exterior.
Y quienes intentaban buscar claves sobre esa «relación especial» con Rusia, no tardaron en encontrarlas.
Vínculos
El discurso fue organizado bajo el auspicio de un think-tank con sede en Washington, el Centro para el Interés Nacional (originalmente Centro Nixon).
El Centro, junto con su revista National Interest, «son dos de las instituciones más solidarias con el Kremlin que hay en Washington», asegura el sitio web Politico.
Está dirigido por el ruso Dimitri Simes, que fue asesor político de Richard Nixon y nombrado por el expresidente para el cargo en 1994, y fue director del programa centrado en política soviética de la Universidad Johns Hopkins.
Durante toda su campaña presidencial, Donald Trump ha hablado con orgullo sobre su desdén hacia los expertos yasesores, en particular en lo que se trata de política exterior.
El mes pasado, sin embargo, Trump contrató a un conocido asesor político republicano para ayudarle a renovar y «profesionalizar» su camapaña, Paul Manafort.
«(El hecho de) que Trump haya elegido el Centro para el Interés Nacional como el lugar para hacer el debut de su nueva «seriedad» sobre política exterior tiene todos los indicios de haber sido obra de Manafort»,
escribe James Kirchnick en Politico.
Kirchik explica que Manafort y el Centro «tienen algo muy importante en común: ambos tienen vínculos al régimen ruso del presidente Vladimir Putin».
Paul Manafort fue contratado el mes pasado como jefe de campaña de Donald Trump.
Los controvertidos vínculos de Paul Manafort no son secretos.
«Durante casi cuatro décadas… Paul Manafort ha logrado compatibilizar dos mundos diferentes»,
afirma el diario británico The Guardian.
«Ha sido bien conocido como astuto y duro operador político (en EE.UU.), y también se jacta de un considerable currículo como consultor o cabildero para controvertidos líderes extranjeros y oligarcas con reputaciones dudosas»,
dice el diario.
Manafort trabajó durante varios años como consultor del expresidente de Ucrania, Viktor Yanukovych, el aliado de Putin que fue derrocado tras violentas protestas en 2014.
En 2010 Manafort fue contratado por Yanukovych para ayudarlo a ganar las elecciones presidenciales de Ucrania.
Después de cuatro años en el poder, Yanukovych huyó del país -protegido por fuerzas rusas- hacia un refugio en Rusia, donde vive actualmente.
Relación «problemática»
Manafort tuvo otros clientes importantes durante la década que se desempeñó como consultor político y empresarial en Ucrania.
Entre ellos: el empresario de gas Dmytro Firtash, quien fue acusado por funcionarios en EE.UU. en 2014 de participar en un esquema de sobornos en India.
Firtash, uno de los hombres más ricos de Ucrania -y aliado de Yanukovych- fue arrestado en Austria en 2014 pero posteriormente liberado bajo fianza.
Paul Manafort, que tiene una considerable riqueza personal, también trabajó con otro oligarca ruso, Oleg Deripaska, en distintos acuerdos de inversiones en Nueva York y Ucrania que eventualmente condujeron a demandas judiciales.
Algunos analistas consideran ahora que esta nueva asociación de Trump con Manafort podría ser «problemática» en una campaña electoral donde el magnate ha sido repetidamente criticado por sus afectuosos elogios para el presidente Putin.
«Cualquier candidato presidencial debe investigar apropiadamente los antecedentes y decisiones morales de la gente que elige para servirlo»,
le dice a The Guardian Alina Polyakova, subdirectora del Atlantic Council, un centro de estudios en Washington.
Y agrega que el trabajo que Manafort realizó en Ucrania «absolutamente cierne una sombra sobre la campaña de Trump».
Así, muchos esperaban el discurso sobre política exterior del aspirante a candidato presidencial.
Y entre los invitados que fueron cuidadosamente seleccionados para el evento que se celebró en el Hotel Mayflower de Washington, estaba sentado en primera fila el embajador ruso en Estados Unidos, Sergey I. Kislyak.
El discurso del magnate, en general, estuvo desprovisto de detalles.
Y aunque en éste no mencionó a Vladimir Putin, dijo lo que muchos esperaban sobre Rusia.
«El sentido común dice que este ciclo, este horrible ciclo de hostilidad debe terminar e idealemte terminará pronto. Será bueno para ambos países»,
declaró Trump.
«Algunos dicen que los rusos no son razonables. Yo tengo la intención de descubrirlo. Si no podemos lograr un trato bajo mi administración, un trato que sea grandioso -no bueno, sino grandioso- para Estados Unidos, pero también bueno para Rusia, rápidamente nos alejaremos de la negociación».
«Es tan simple como eso. Y eso lo vamos a saber pronto»,
declaró Trump.