En la cárcel militar de Ramo Verde, un penal de máxima seguridad situado a 26 kilómetros de Caracas, se hacinan 190 presos.
Lo hacen en un edificio situado junto a otro de cuatro plantas donde, ahora en una celda sin luz de dos por tres metros, se consume desde hace más de dos años un único recluso: Leopoldo Eduardo López Mendoza, líder de Voluntad Popular.
Solo habla con su carcelero, un agente de los servicios de inteligencia bolivarianos. La única visita que recibe es la de sus abogados, de lunes a jueves durante una sola hora y la de su familiares entre viernes, sábado y domingo.
Su partido acaba de lanzar un vídeo en el cual se recrea digitalmente el módulo y la celda donde está recluido, dejando constancia del cautiverio que sufre.
López es uno de los casos más representativos de la violación de derechos fundamentales que enfrentan numerosos presos políticos en Venezuela.
Estar sometido a condiciones de aislamiento constituye una tortura, según la Convención contra la Tortura y tratros inhumanos de la ONU.