Mientras miles de estadounidenses protestan en las calles tras la victoria de Donald Trump, al grito de «¡No es mi presidente!», y bajo el lema tuitero #Notmypresident, los detractores del electo presidente de EEUU tienen los ojos puestos como platos en el Colegio Electoral, -que se rige por el voto indirecto-, y donde votan los representantes.
A pesar de que el republicano obtuvo en las elecciones 290 votos contra 232 de su rival demócrata, el resultado no es oficial hasta que los miembros del Colegio Electoral se reúnan y emitan su voto el 19 de diciembre de 2016.
Y por este motivo, los simpatizantes de Clinton han lanzado una campaña a través de la plataforma ‘Change.org‘ para pedir a los delegados que cambien sus votos a favor de la exsecretaria de Estado, debido a que, según afirman, Trump «no es apto para el cargo».
«Su impulsividad, mentira, historial de asaltos sexuales y la absoluta falta de experiencia lo convierten en un peligro» para el país, señala la iniciativa. «Clinton ganó el voto popular y debe ser presidenta (…). » Si todos los electores votan como votaron sus estados, Trump ganará.
Hasta el momento, más de 3.340.000 personas han firmado la petición, y la cifra no para de subir.
En las elecciones del pasado martes, la población eligió a los delegados de su estado, y estos serán quienes elijan al presidente. Pero los delegados pueden votar por uno u otro candidato, o abstenerse de votar. Sin embargo, pueden votar por Clinton si lo desean, incluso en los estados donde eso no está permitido, aunque al hacerlo tendrían que pagar una pequeña multa.
Las probabilidades de que la exsecretaria de Estado llegue a la Casa Blanca son mínimas, pese a todo. Clinton venció a Trump en el voto popular con una diferencia de poco más de 560.000 sufragios, según datos de la CNN.
ANTECEDENTES
En los 240 años de historia de EE.UU. ha habido 157 electores desleales. Casi la mitad de ellos cambió su voto porque el candidato con el que se comprometieron murió antes de que el Colegio Electoral se reuniera, tres eligieron abstenerse y otros 82 rompieron su promesa por razones personales.
Pero ninguno cambió con éxito el resultado de las elecciones generales, explica por su parte la revista ‘Time‘.