En medio de todo el asombro y las dudas que genera la inminencia de un gobierno de Donald Trump en Estados Unidos, una inquietud peculiar ha surgido sobre la tendencia del presidente electo a apelar a militares para timonear el país.
Trump nominó hasta ahora a tres generales retirados para puestos clave, como asesores directos o secretarios de su gabinete, abriendo cuestionamientos al poder que tendrán los militares en su administración.
Trump sostiene que Kelly es el candidato ideal para encabezar la misión urgente de detener la inmigración ilegal y asegurar nuestras fronteras.
En concreto, escogió al general John Kelly como jefe del Departamento de Seguridad Interior, al general James Mattis como secretario de Defensa y al teniente general Michael Flynn como su consejero de seguridad nacional, un puesto crucial en defensa y política exterior.
Trump anunció además este jueves su intención de designar como secretario de Interior (que en EE.UU. no se encarga de la seguridad pública sino de manejar terrenos federales y recursos naturales) a Ryan Zinke, un representante republicano que fue comandante del Navy SEAL, una fuerza de élite de la Armada.
Todo esto ha llevado a distintos observadores a advertir que los militares pasarán a tener un peso atípico en Washington para moldear o trazar políticas de la potencia global, con riesgos específicos asociados a su formación profesional.
«Estoy bastante preocupado», dice Gordon Adams, un profesor emérito de la American University en Washington y coautor de un libro sobre la militarización de la política exterior estadounidense.
«Si un presidente latinoamericano o de cualquier otro país hubiera armado esta arquitectura de gobierno», señala Adams a BBC Mundo, «es probable que EE.UU. le diría: ‘¿sabes que eso no es muy sabio?».
«La persona correcta»
Quienes defienden las nominaciones de Trump destacan la experiencia que esos generales tienen en temas de seguridad, en misiones en el extranjero en países como Irak o Afganistán, o en el caso de Kelly al frente del Comando Sur para Latinoamérica.
El propio Trump, que durante la campaña electoral prometió acabar con la corrupción política en Washington y cuestionó la eficacia de los generales bajo el gobierno de Barack Obama, ha destacado la trayectoria de los militares que nominó.
«Es la persona correcta para encabezar la misión urgente de detener la inmigración ilegal y asegurar nuestras fronteras», indicó Trump sobre Kelly esta semana, recordando sus «décadas de servicio militar y profundo compromiso en la lucha contra la amenaza de terrorismo».
En un país como EE.UU., donde según encuestas los militares gozan de mayor confianza popular que el Congreso o el presidente, muchos ven con buenos ojos estas nominaciones.
«Una de las razones por las cuales usan a las Fuerzas Armadas en EE.UU. para mil cosas (…) es porque saben cómo lograr las cosas», sostiene Stephen Donehoo, un exmilitar estadounidense que sirvió en diferentes destinos, incluida la Casa Blanca, y actualmente trabaja en la consultora privada McLarty Asociados.
Donehoo admite que, comparados con los políticos, «los militares tienden a ser gente que piensa más en blanco y negro», pero descarta que puedan buscar acaparar el poder como ha ocurrido en América Latina u otras partes del mundo.
En EE.UU. «siempre hay una cadena de mando en la cual la autoridad civil está encima», señala a BBC Mundo. «Nunca ha habido un golpe de Estado».
De cualquier modo, si las nominaciones de Kelly y Mattis fueran aprobadas por el Senado (la de Flynn no requiere confirmación), el poder de los militares en Washington alcanzaría niveles extraordinarios.
Martillos y clavos
Mattis sería el primer general a cargo del Pentágono desde que el presidente Harry Truman nombrara a George Marshall en esa posición en 1950.
Pero para eso, deberá obtener un permiso del Congreso, ya que pasó a retiro en 2013 y por ley cualquier secretario de defensa tiene que permanecer ajeno a tareas militares por al menos siete años -una forma de garantizar la predominancia civil.
La selección de Mike Pompeo (der.), aquí con el líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, deberá ser confirmada por esa Cámara Alta.
Además, Trump eligió para dirigir la agencia central de inteligencia CIA a Mike Pompeo, un representante conservador de Kansas graduado en la academia militar de West Point que luego pasó a la Universidad de Harvard, los negocios y la política.
Stephen Bannon, un conservador de discurso anti-establishment que será estratega jefe y consejero principal de Trump en la Casa Blanca, sirvió años en la Armada estadounidense antes de ir a Harvard y volverse empresario.
Trump también ha nominado a empresarios y multimillonarios civiles en su gabinete.
Para el cargo de secretario de Estado optó por Rex Tillerson, jefe ejecutivo de la gigante petrolera Exxon Mobil, pero algunos notan que éste, como el presidente electo, carece de experiencia de gobierno y deberá recurrir al consejo de asesores.
Congresistas republicanos como el representante Adam Kinzinger han destacado que los generales nominados por Trump están retirados, por lo que volcarán su experiencia en la esfera civil.
Y los demócratas han dicho que analizarán cada caso, aunque varios ya han expresado abiertamente su inquietud por la cantidad de individuos con pasado militar nominados por Trump.
Stephen Bannon (izq.), que será el consejero principal de Trump, también tiene antecedentes militares.
«Me preocupa la señal que esto le envía a las democracias emergentes que pueden tener una historia de mayor confianza en sus militares que en las incipientes instituciones civiles democráticas cuyo desarrollo nosotros, como la democracia líder del mundo, trabajamos tanto para fomentar», indicó el representante demócrata Steny Hoyer.
«Como hemos aprendido a lo largo de los años», señaló el senador demócrata Chris Murphy, «mirar los problemas en el mundo principalmente a través de una óptica militar puede ser desastroso».
Parafraseando al psicólogo Abraham Maslow, el profesor emérito Adams sostiene que la inquietud principal «es que cuando toda la gente a tu alrededor son martillos, hay un riesgo de que cada problema se parezca a un clavo».
«En relaciones internacionales, los militares piensan diferente que los civiles», dice Adams a BBC Mundo. «Y (Trump) estará rodeado de asesores militares».