Es posiblemente en lo único que se ponen de acuerdo gobierno y oposición en Venezuela: ambos tienen esperanzas en una mejor relación con Estados Unidos y que eso les ayude en sus objetivos contrapuestos.
Y un papel importante en lo que pase en la nueva era de Donald Trump lo tendrá el nuevo secretario de Estado, Rex Tillerson, que fue confirmado por el senado de ese país este miércoles, en una votación en la que obtuvo 56 votos a favor y 43 en contra.
Venezuela celebró la salida del país de ExxonMobil y que la indemnización fuera inferior a la solicitada por la petrolera.
El líder de la diplomacia estadounidense no ocupó nunca un cargo en el gobierno, en ninguna administración pública ni en el ejército.
Su experiencia en el mundo viene de haber sido durante diez años (2006-2016) director ejecutivo de la petrolera ExxonMobil, la cuarta empresa del mundo en valor de mercado detrás de las tecnológicas Apple, Alphabet (Google) y Microsoft, según la revista Forbes.
A Tillerson lo señalan -para bien o para mal- por su cordial relación con el presidente de Rusia, Vladimir Putin.
Pero, ¿qué se puede esperar con respecto a lo que haga en América Latina?
Es difícil de saber, pero hay un país de la región con el que tiene un conflictivo pasado: Venezuela.
Rechazo a la nacionalización
Para entenderlo hay retroceder hasta 2007. ExxonMobil era una de las muchas compañías transnacionales que extraía petróleo en Venezuela.
El entonces presidente, Hugo Chávez, firmó un decreto de nacionalización que obligaba a la formación de empresas mixtas con el sector privado en las que gobierno tendría la mayoría de al menos un 51% por ciento.
Todas las empresas extranjeras aceptaron, menos las estadounidenses ConocoPhillips y ExxonMobil.
Eso llevó a expropiaciones, litigios e indemnizaciones.
ExxonMobil denunció el caso ante un tribunal de arbitraje internacional y reclamó US$10.000 millones como compensación.
Chávez y sus seguidores fustigaron a la compañía, a la que convirtieron en símbolo del imperialismo, y finalmente celebraron un pago muy favorable de apenas US$1.600 millones, muy lejos de la petición de la petrolera.
ExxonMobil prefirió salir de Venezuela a claudicar ante el decreto de Hugo Chávez.
Tillerson guardó silencio entonces y ahora. Se desconoce si se tomó personal el litigio con Chávez. Lo que es seguro es que fue una de sus pocas derrotas en la gestión de una de las grandes empresas de la economía mundial.
La compañía prefirió salir del país con mayores reservas de petróleo del mundo a claudicar ante las exigencias de Chávez.
El contragolpe
Pero la relación no acabó ahí. En mayo de 2015, ExxonMobil anunció el hallazgo de un gran pozo petrolero con crudo de gran calidad a 200 kilómetros de la costa de Guyana.
El problema era (y es) que el vecino Venezuela reclama esas aguas (y lo que hay debajo) en un litigio que dura ya más de un siglo por el territorio en disputa del Esequibo.
Nicolás Maduro, sucesor del fallecido Chávez desde 2013, creyó entonces que la prospección de ExxonMobil, asociada a Guyana, no era casual.
Los presidentes de Venezuela y Guyana con el exsecretario general de la ONU, Ban Ki-moon (centro). Pese a la mediación, el conflicto por el territorio del Esequibo sigue abierto.
«Hay una campaña brutal contra Venezuela fundada por ExxonMobil», dijo Maduro en una entrevista con Telesur en julio de 2015.
«ExxonMobil ha financiado campañas de televisión, de radio y de prensa, así como a partidos políticos en el Caribe, específicamente en Guyana», acusó.
Este 12 de enero, ya con Tillerson fuera de la empresa, la petrolera estadounidense anunció el descubrimiento de otro pozo de crudo de gran calidad muy cerca del anterior en aguas de ese territorio en disputa.
Expectativa
Maduro aseguró las últimas semanas que espera que Trump no se entrometa en los asuntos de Venezuela para que mejoren las relaciones entre Washington y Caracas, siempre tensas.
«Peor que Obama no será», dijo, muy crítico con el expresidente Barack Obama.
Pero ahora, habrá un vínculo directo entre ExxonMobil y la Casa Blanca, pese a que Tillerson se despojó de acciones en la firma que Forbes cifra en US$240 millones para evitar así un conflicto de intereses.
Durante sus audiencias de confirmación para el cargo, el ya secretario de Estado no detalló qué piensa de Venezuela.
La buena relación entre el presidente de Rusia, Vladimir Putin, y Rex Tillerson puede mantener a Estados Unidos lejos del conflicto político en Venezuela.
«Estados todos de acuerdo en el desastre que ha sucedido en Venezuela, producto sobre todo de un gobierno incompetente y disfuncional, primero con Hugo Chávez y ahora con el sucesor al que designó, Nicolás Maduro», dijo en una respuesta escrita publicada por la web Latin America Goes Global.
También habló de «prácticas antidemocráticas» de Maduro y de la necesidad de una «transición negociada al orden democrático».
Poco más dejó ver de sus intenciones, de si ampliará sanciones o de si presionará al gobierno, como desea parte de la oposición, esperanzada con una postura más fuerte que la de la administración Obama.
Aliado de Putin
Pero podría no ser así, como quiere la facción más radical de la oposición.
Trump presume de su política de «Estados Unidos primero» y no parece interesado en lo que suceda más allá de sus fronteras.
Además, Tillerson mantiene fuertes lazos con Putin, uno de los principales aliados de Nicolás Maduro.
Es más: en 2013 el líder ruso condecoró al entonces jefe de ExxonMobil con la Orden Rusa de Amistad.
Algunos observadores creen que el gobierno de Caracas podría aprovechar esta estrecha relación para mantener a Estados Unidos alejado de la disputa política de Venezuela.
Claro que, de nuevo, deberá estar pendiente de lo que haga el gigante norteamericano.