Rusia ha desplegado en secreto un nuevo misil de crucero que, en opinión del Gobierno de Estados Unidos, viola el acuerdo para el control de armas que firmaron las potencias al término de la Guerra Fría, según fuentes norteamericanas citadas por el periódico The New York Times.
El lanzamiento de un proyectil de este tipo fue una de las preocupaciones de la Administración de Barack Obama, que en 2014 advirtió de una violación del tratado de 1987 tras la prueba del sistema. Los rusos, sin embargo, habrían seguido adelante hasta el punto de haber desplegado ya unidades plenamente operativas.
Las fuentes citadas por el rotativo norteamericano hablan de al menos dos batallones de estos misiles SSC-8, uno de ellos localizado en la zona de ensayos de Kapustin Yar, en el sureste de Rusia. El otro fue trasladado desde estas instalaciones a otra parte del país.
Cada batallón contaría con cuatro lanzaderas y un amplio suministro de proyectiles. Según The New York Times, la lanzadera se asemeja a la utilizada por el misil Iskander, un cohete de corto alcance que sí está permitido dentro de los acuerdos entre Rusia y Estados Unidos.
De confirmarse, supondría una prueba para la política del actual presidente, Donald Trump, que ha abogado por mejorar las relaciones con Rusia. Trump ha abogado por negociar un nuevo acuerdo armamentístico con Moscú que reduzca el arsenal de forma «muy sustancial».
Trump espera que Rusia devuelva Crimea
Por otro lado, Trump espera que Rusia devuelva la península de Crimea al estado de Ucrania y que reduzca la violencia sectaria en el país, según ha declarado este martes el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer.
«El presidente Trump ha dejado muy claro que espera que el Gobierno ruso comience a paliar la crisis en Ucrania y devuelva Crimea», ha dicho Spicer en una intervención este martes. «Al mismo tiempo, espera y desea con todas sus fuerzas mantener sus buenas relaciones con Rusia», ha apuntado.
Estados Unidos impuso sanciones a Rusia en 2014 por la anexión de la península ucraniana de Crimea y por su apoyo a las actividades de los milicianos separatistas prorrusos en el este de Ucrania. El Kremlin niega que esté respaldando a los separatistas con equipos o tropas.